Revista mensual de publicación en Internet
Número 16º - Mayo 2.001


Secciones: 
Portada
Archivo
Editorial
Quiénes somos
Entrevistas
Artículos
El lector opina
Crítica discos
Web del mes
Midi del mes 
Tablón anuncios
Suscribir
Buscar
 

 

LA INDIVIDUALIDAD DEL ARTE

Por Paula Coronas Valle. Lee su curriculum.

El siglo XX ha significado el umbral del triunfo femenino. Poco a poco las mujeres han ido formando parte activa de la sociedad en todos los campos, tanto a nivel cultural como laboral.

Concretamente en las artes, se ha experimentado una transformación radical a favor del mundo femenino. La hegemonía masculina ha ido desapareciendo lentamente pero con paso firme para compartir con el otro género posición y trayectoria en cualquier rama artística.

En música, todo el proceso se ha producido de forma más lenta y dificultosa que en otros sectores del saber, como por ejemplo ha ocurrido en la literatura.

Aunque todavía queda mucho por indagar sobre el papel que la mujer ha ejercido durante siglos pasados en el terreno estrictamente musical, sí sabemos que su presencia en civilizaciones antiguas ha dado como resultado siempre una interesante contribución al respecto.

Aunque con periodos variables, no es hasta finales del siglo XIX y principios del XX en que la mujer rompe ese largo silencio musical a que la Historia la había sometido.

Por lo tanto podemos considerar el siglo XIX como momento mítico que asiste a la aparición triunfal de grandes figuras femeninas en el universo de la ópera o de la interpretación instrumental. Esta antorcha encendida en pleno romanticismo ha continuado alumbrando en el tiempo, con el añadido de factores de desarrollo económico y social que sin duda han provocado un reparto de roles que actualmente es ya de gran solidez.

Junto a escritoras, pintoras, novelistas, y artistas en general, afloran a la vida musical importantes figuras femeninas en el apartado de la composición y de la interpretación.

Como intérpretes las mujeres han destacado como cantantes, pianistas, arpistas, flautistas y violinistas, principalmente. En el campo de la composición, la mujer ha profundizado en estilos narrativos y géneros dramáticos como la canción, formas musicales cortas y música funcional.

Las numerosas trabas y dificultades que la sociedad ha impuesto al talento creador femenino han desprestigiado en gran parte la imagen de la mujer frente a la composición. No olvidemos que hasta hace poco las obras creadas por mujeres no podían ser oídas por falta de grabaciones, y tampoco se las incluía en los libros de Historia de la Música. Otro dato significativo de esta postergación lo constituye el saber que durante años su enseñanza estuvo limitada, permitiéndoseles estudiar tan solo algunas especialidades como canto, piano, arpa. Las clases de armonía eran distintas para hombres y mujeres, y hasta el año 1.789 no tuvieron acceso a estudiar armonía escrita.

A pesar de estos y otros impedimentos, la mujer ha luchado por encontrar su sitio en este terreno, y sobre todo por alcanzar el concepto de profesionalismo que define el grado de compromiso y seriedad al igual que el valor de su trabajo, es decir la calidad de su individualidad, no su género. Muestra de ello es el fruto de dos siglos de composición femenina a sus espaldas. En España, cabe destacar nombres tan importantes como Paulina Viadot, o Mariana Martínez (siglo XVIII), María Rodrigo y Emiliana Zubeldía, personalidades ambas de finales del siglo XIX, Monserrat Campmany y Rosa García Ascot, ya en los límites cronológicos de la Generación de la República y en estos últimos años ha irrumpido con fuerza en el panorama artístico nacional un interesante grupo de compositoras de sólida formación y de activa presencia en el campo de la creación musical como son Teresa Catalán, María Isabel Ureña, María Escribano o Zulema de la Cruz.

Llegados a este punto, conviene aclarar de una vez por todas que no existe una forma "femenina" de componer o de interpretar. Esta afirmación acarrea la amenaza a las teorías o definiciones denominadas patriarcales de la feminidad, porque es la mente y no el cuerpo lo que se exhibe. Recordemos que la ideología patriarcal asocia lo "masculino" con la mente, la cultura y la razón; y lo "femenino" con el cuerpo, las emociones y la naturaleza. De ahí que el hombre es situado en la esfera pública y la mujer en la privada.

La mujer creadora ha conocido desde siempre esta realidad y consciente de la supuesta impropiedad de su trabajo incluso ha llegado a negarlo, o se ha apoyado en la figura masculina para dar crédito a su creación (es el caso de las compositoras que al fin han sido reconocidas por tener conexión o relación con hombres compositores famosos como por ejemplo Clara Schumann, Ana Magdalena Bach, o Fanny Mendelssohn). Y por no hablar más de los interminables obstáculos del pasado, todavía hoy nos cuestionamos preguntas sin respuesta lógica como ésta: ¿Cuántas obras de mujeres compositoras se interpretan o programan cada año en España?...

En cualquier caso llegamos a la conclusión siguiente: la posibilidad de diferencia entre sexos en sí misma no marcará en ningún caso el desarrollo del Arte. Así que domina la visión del individuo como artista sobre cualquier otra premisa.

Gracias a excelsas versiones e interpretaciones de pianistas como Alicia de Larrocha, Martha Algerich, Tatiana Nikolaeva, María Joao Pires, Rosa Torres Pardo, Rosa Sabater..., o en el terreno del canto, las magníficas trayectorias de Montserrat Caballé, Victoria de los Angeles, Teresa Berganza, María Orán, Aiona Arteta... podemos apreciar, juzgar y valorar las excelentes calidades y condiciones de estas y otras muchas mujeres artistas. A través de sus manifestaciones del poder espiritual, convicción intelectual y percepción personal, el auditorio llega a conocer la auténtica esencia de su profesionalidad.

Este poder ilimitado y mágico que posee la Música de comunicar y transmitir emociones así como de crear un determinado estado anímico en el oyente, es el verdadero motor de la Creación. Lo demás es cuestión de tiempo.