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ALUMNOS DE LUJO Por
Elisa Ramos. Lee su curriculum. El patrocinio de Sony España S.A en colaboración con la Escuela
Superior de Música Reina Sofía ofrecieron el pasado día
24 de abril al público salmantino un estupendo concierto promovido
por una magnifica causa: apoyar y contribuir económicamente a la labor
que la Asociación Salmantina de Esclerosis Múltiple (ASDEM) viene
realizando a favor de los afectados en la provincia. El doble de la
recaudación total se entregará por parte de Sony España a esta asociación
para ayudar a su mantenimiento. A la presencia de las autoridades
salmantinas se sumó la de la Directora
de la Escuela Superior de Música Reina Sofía, Paloma O’Shea y la de
Domingo Jaumandreu, Consejero Delegado y Director General de Sony España
S. A. Por primera vez en Salamanca –y
al parecer no será la última- los alumnos de la Escuela Superior de Música
Reina Sofía mostraron su arte en la Sala Menor del Palacio de Congresos
de Castilla y León. En esta ocasión acudieron a la cita los alumnos de
la Cátedra de Violonchelo y una de las alumnas de la Cátedra de Canto.
La Cátedra de Canto Alfredo Kraus de la Fundación Ramón Areces, cuya
titularidad ostenta Teresa Berganza, nos presentó a Ana Lucrecia García,
soprano que estudia en la actualidad bajo su dirección y que en el curso
1998-99 ya lo hiciera como alumna de Alfredo Kraus. El programa reunió variedad de obras y compositores, comenzando por
Bach y finalizando en referencia a Bach a través de Heitor Villa-Lobos y
parte de sus Bachianas Brasileiras.
La velada no pudo comenzar mejor. El nutrido grupo de violonchelos creó
un placentero ambiente musical con el Aria
de la Suite núm. 3 en Re mayor de
J. S. Bach de la que obtuvieron un magnífico partido. El cuidado fraseo de la melodía, un excelente control en la dinámica
y el justo equilibrio de las partes entre los once instrumentistas dieron
como resultado una interpretación luminosa. Pudimos apreciar los
entresijos de la partitura, su bella
línea melódica y todos los matices del continuo. De forma similar se
pudo escuchar con claridad el excelente contrapunto de la Doppelfugue
de J.G. Albrectsberger, quien entre 1794-1795 ejerció su magisterio con
el genio de Bonn en Viena. Del contrapunto del austríaco pasamos al Himno
de Karl Davidoff, composición que fuera escrita
para conjunto de violonchelos por el virtuoso chelista ruso. Los
alumnos fueron tomando el relevo para asumir el protagonismo
interpretativo de cada obra manteniendo una cuidada técnica acompañada
de una expresividad que se transmitía entre ellos y hacia el público. Un
público que, si ya había venido aplaudiendo generosamente a la conclusión
de cada una de las obras, estalló en emocionados aplausos al concluir la
primera parte tras el virtuosismo alcanzado con
El vuelo del Moscardón
de la ópera Leyenda del Zar
Saltán de Nicolai Rimski-Korsakov. Hubo a quien sólo le faltó ver
al príncipe Guidon sobrevolando
la sala. Después de la excelencia de la primera parte, la segunda
se inició con una versión instrumental de las Siete
Canciones Populares Españolas de Manuel de Falla interpretadas en
este orden: El paño moruno, Nana, Canción, Polo, Asturiana y Jota. Es difícil
no tener en cuenta el encanto de la versión original para voz y piano
especialmente cuando se conserva en la memoria la magia de la actuación
de Teresa Berganza, a medio año de distancia y en la Sala Principal del
mismo auditorio. Sin embargo, el
sonido dulce y melancólico de los violonchelos preservaron el carácter
melódico popular que fue acompañado y cantado sutilmente por las
cuerdas. En ese ambiente transcurrió el aire popular de El
paño moruno, la
intimidad de la Nana, los ricos matices y contrastes de la Canción, la explosión de raíces flamencas del Polo y la melancolía de la Asturiana.
Se hicieron perceptibles algunos desajustes en el acompañamiento y
afinación de ésta última que intentaron subsanarse antes de abordar la
jota aunque no parecieron
arreglarse del todo. Se perdió un poco la compenetración de los intérpretes
con una Jota
excesivamente brusca en contrastes, algunos desajustes rítmicos en los tutti y fallos de afinación en el acompañamiento de la melodía.
Los pequeños percances no
fueron obstáculo para que los oyentes, que como sucede con frecuencia en
esta obra habían venido aplaudiendo ya al final de cada canción,
premiaran finalmente a los intérpretes con una calurosa ovación. Tras un cierto revuelo en el escenario, para acomodo de instrumentistas
y cantante, llegó el esperado momento de la interpretación de la Bachiana
Brasileira núm. 5 para
soprano y ocho violonchelos de Villa-Lobos. Las cuerdas retomaron la
exquisitez olvidando el bache anterior y se compenetraron a la perfección
con el tempo y expresividad de la soprano. Ana Lucrecia García posee una
voz con cuerpo y bello timbre que articula con
perfecto fraseo melódico. Hizo gala además de un gusto exquisito
al redondear las cadencias con un excelente control de los matices agógicos
y dinámicos. Así transcurrió la melodía de la conocida Cantilena, vocalizada sobre la letra A que fue respondida y cantada
por el chelo solista con idéntica
expresividad. El canto declamado del poema de la sección central adoleció
en algunos momentos de un excesivo volumen sonoro instrumental a pesar de
lo cual se pudo escuchar la buena administración de los recursos vocales
y la excelente dicción de la soprano. Se percibió también
algún fallo de afinación en el ataque de agudos y un vibrato en
ocasiones un poco amplio. La vuelta al aria rayó de nuevo la perfección
que se quebró al atacar y mantener la afinación del comprometido y pianísimo
La agudo final con boca cerrada. En el Martelo,
con sus rápidos cambios de ritmo y registro, volvió a hacerse patente la
sincronía del conjunto
vocal-instrumental. Ana Lucrecia nos deleitó con los colores
contrastantes y la potencia que la partitura requiere de la voz. Los rápidos
cambios del grave al agudo con la alternancia de pasajes en staccato y
otros más melódicos sonaron con perfecta
dicción y espléndida expresividad. Los numerosos saltos hacia el
registro agudo estuvieron muy bien resueltos aunque el control del agudo
final, un poco abierto y ligeramente desafinado, deslució el colofón de
la obra. No obstante, fueron muchos más los méritos que los fallos
susceptibles de suceder en una interpretación en directo y que pueden disculparse a favor
del resultado global. De nuevo el Grupo de
Violonchelos de la Escuela Superior de Música Reina Sofía se organizaron
al completo sobre el escenario para dar vida a una magnífica interpretación
del Preludio de la Bachiana Brasileira núm. 1. Tras la agitada danza del Martelo,
la sala se llenó del lírico sonido
emotivo y sentimental característico de la Modiña.
Un tipo de canción de origen popular que, como poesía cantada y con
influencias de romanzas y arias de ópera, se instaló en la música de
salón de Brasil y Portugal acortando distancias entre la música culta y
popular. Villa-Lobos consigue aquí una bella y compleja estilización
iniciándose con una melodía al unísono que da paso a un delicado
contrapunto entretejido con el discurso simultáneo de melodías asignadas
a diferentes voces. El semicírculo de violonchelos actuó como una cadena
transmisora cuyos eslabones discurrieron con suavidad sobre un efectivo
engranaje. Si el público disfrutó, otro tanto ocurrió con los jóvenes
intérpretes en los que se percibió en todo momento un saber estar
con naturalidad sobre el escenario. El envaramiento no tuvo cabida y sí
en cambio el cruce de miradas y sonrisas cómplices que mostraban el
placer que experimentaban haciendo música. Ante los insistentes aplausos
finales del respetable interpretaron como propina el conocido ragtime The
Entertainer de Scott Joplin. Una juguetona versión
para grupo de violonchelos que en tono de divertimento
deleitó a músicos y asistentes con un alegre fin de fiesta. Con tan buen sabor de boca abandonamos el auditorio caminando bajo del
cielo de Salamanca, archivando en el cerebro tan memorable velada y
esperando volver a disfrutar en el futuro de la presencia de unos alumnos
de lujo.
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