Revista mensual de publicación en Internet
Número 16º - Mayo 2.001


Secciones: 
Portada
Archivo
Editorial
Quiénes somos
Entrevistas
Artículos
El lector opina
Crítica discos
Web del mes
Midi del mes 
Tablón anuncios
Suscribir
Buscar
 

 

PACHELBEL, EL REGRESO

Por Antonio Pérez Vázquez. Lee su curriculum.

Ya que Pachelbel es mi compositor favorito me veo en la obligación de dedicarle un segundo artículo que haga justicia a esta afición mía por este músico del barroco.

Del Canon D de Pachelbel se han hecho 25 grabaciones distintas, o por lo menos eso es lo que dice el catálogo Schwan, que es uno de los que mejor cuenta en el mundo y no se le pasa ni una. Tantas versiones inducen a pensar que la pieza gusta de verdad, pero que todo el mundo tiene su propia versión de lo que debería ser. También es verdad que la pieza fue compuesta originariamente para clavicordio, lo que obliga a realizar una serie de arreglos si se quiere interpretar para piano.

Según a quien se pregunte, el Canon D sugiere unas sensaciones distintas según el caso. Hay a quien le transmite tranquilidad, a otros felicidad, sosiego,... Personalmente lo que a mí me transmite es un camino tranquilo hacia a felicidad, es decir, lento pero seguro.

Ahora que la he oído un par de veces se me viene a la cabeza el cuento de los tres cerditos y el lobo, cuando el lobo está soplando contra la casa de los asustados porcinos: "soplaré y soplaré, y vuestra casa derribaré". Sin lugar a dudas, con la fiebre (la aptosa, que no la del sábado noche) de la que adolecen estos rollizos animales el lobo insistiría mucho menos. Pero la idea es esa, luchar y luchar hasta conseguir un objetivo final.

La última parte de la canción es mucho más tranquila y refleja el descanso del guerrero después de la batalla. La conciencia tranquila, la seguridad de haber hecho bien algo. Esa es la tranquilidad de los cerditos del cuento, por supuesto en la parte de la casa de ladrillos, porque en las otras dos el resultado es bien distinto. Un trabajo más duro da una recompensa de mucha más valía.

La consecución de un objetivo se puede aplicar a todos los campos de la vida, según Pachelbel el objetivo consistía en ser estricto. Por eso lo que mejor le salió fue este Canon D. Eso de que Pachelbel era estricto lo extraigo de uno de sus biógrafos. Cuando llevas más de 300 años muerto sólo quedan las palabras de los biógrafos, no puedes recurrir a los ancianos del lugar, uno de esos que te soltaban "y el Madrid qué, ¿otra vez campeón de Europa?". Digo que lo soltaban porque lo del Madrid se ha convertido en rutina últimamente. Perdón por esta reseña para los que no sean futboleros, pero mis contactos con las altas esferas de esta revista me permiten estas pequeñas licencias.

Volviendo al tema que nos ocupa creo que Pachelbel no pudo dejar mejor legado que el Canon D. En esa pieza puede verse todo lo que este autor le pedía a la vida. Un hombre que murió joven, a los 52 años. Quizás muriera en paz, quizás no. Tuvo que superar la muerte de su primera esposa e hija, ambas aquejadas de la peste. Él siguió adelante a pesar de esta horrible pérdida, consiguió rehacer su vida al lado de su segunda esposa, que le regaló cuatro hijos (dos varones y dos hembras). Tras haber superado ese bache supongo que alcanzaría la paz.

Todos en la vida hemos pasado por momentos duros, momentos en los que parece que todo se desmorona a nuestro alrededor y que hay que superar. Pachelbel lo consiguió.

Y el pobre lobo sopla que te sopla, y al final para clavarle el diente a una piara de cerdos que encima de guarros están enfermos. Supongo que al pobre lobito le vendría de perlas el consejo de un buen amigo. Alguien que le pusiera la mano en el hombro y le susurrara al oído:

-Tranquilo amigo, sólo son unos cerdos. Pásate el pollo.

Moraleja: en la vida es bueno perseverar por los objetivos que te marcas, pero sin llegar al extremo de cegarse ante lo imposible. Mejor pollo que nada, lo importante es comer carne ¿no?