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Número 88º - Junio-Septiembre 2.008


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Ópera semiescenificada

Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum. 

La clemenza di Tito. Música de Wolfgang Amadeus Mozart. Libreto de Pietro Metastasio adaptado por Caterino Mazzolà. Reparto: Roberto Saccà, Alexandrina Pendatchanska, Vesselina Kasarova, Maite Beaumont, Ainhoa Garmendia, Alex Expósito. Director musical: Víctor Pablo Pérez. Director de escena y figurinista: Marco Carnati. Director del coro: Peter Burian. Coro y Orquesta Titular del Teatro Real. Versión semiescenificada. Teatro Real de Madrid, del 16, 18 y 20 de mayo de 2008. 

El Teatro Real ha presentado tres funciones de La Clemenza di Tito, la última ópera de Mozart. Las funciones se anunciaban como “semiescenificadas”, pero no comparto esta calificación. La puesta en escena era austera, pero bien completa: con orquesta en foso, decorado grande, intento fallido de iluminación, vestuario,  movimientos y dirección de escena, actuación... Eso sí, todo era un poco soso, aunque hay que decir que este título extemporáneo en su concepto tampoco es un alarde de acción, aunque nos fascine por otros méritos.  Tal vez el anuncio era una forma de curarse en salud y de jugar con cierto “elemento sorpresa”. De todas maneras, la alternativa es bien legítima y oportuna, pues permite rentabilizar medios e incrementar la oferta del teatro. La plástica sugería a veces alguna imagen interesante, con unos gigantescos tornillos que sugerían una columnata y unas discretas proyecciones. La escalinata, con tobogán central, resultaba en general un escollo insalvable. Con iguales medios materiales y una pizca más de imaginación, bien se podría haber hecho un montaje más cuidado, como ofrecen tantos teatros y compañías menos pudientes que el Real. Aún con todo y estas dudas, la producción fue aseada gracias a la maravillosa partitura de Mozart y al estupendo reparto vocal, con la presentación por vez primera en este teatro de Pendatchanska y Kasarova, dos cantantes brillantes que abordaron con señorío los difíciles roles de Vitelia y Sesto respectivamente. Bordaron las arias más peliagudas y encantaron a los aficionados curiosos. El público aplaudió respetuosamente este espectáculo “semiescenificado”, reconociendo, sobre todo, el buen hacer de los cantantes y de los profesores de la orquesta. Víctor Pablo Pérez dirigió con un criterio de pulcritud y con sensible atención a la escena. Fueron unas funciones agradables y sin sobresaltos, que diversifican y aumentan inteligentemente las actividades del Teatro Real; supusieron una sorpresa y un éxito inesperado para el Real.

 Fotografía: Javier del Real