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Número 88º - Marzo-mayo 2.008


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SALUD POSTURAL PARA PIANISTAS

Por Ángel Jábega Murado. Profesor de piano en Granada, España. 


El pianista Arcadi Volodos

 "La profesión de músico es, desde un punto de vista intelectual, físico y psíquico, un trabajo de alto rendimiento. La presión, la tensión y el estrés de los ensayos, la práctica diaria, el análisis de las estructuras musicales, la actividad concertística, así como horarios irregulares en comidas y horas de sueño, llevan al músico al límite de su resistencia".

Natalia Gutman
(violonchelista de nivel internacional)

 Salud para un músico significa en primer lugar el bienestar corporal, intelectual y espiritual a la hora de interpretar un instrumento. Sin duda alguna, la profesión de músico es una actividad de alto rendimiento en todos sus aspectos: el tocar un instrumento profesionalmente representa un trabajo altamente complejo. Una buena salud corporal y con ello, la posibilidad de realizar el ideal de actuación, es difícil de alcanzar.

La práctica postural pianística, comparada con la de otros instrumentos, subyace como una de las más naturales: se está sentado, apoyado en la banqueta y en las piernas (manteniendo estas bien colocadas). Pese a esta falta aparente de problemas acecha en cada nota el peligro de todas las posiciones incorrectas imaginables desde la lengua hasta el talón.

Aquí rige la misma ley que en la mayoría de las disciplinas: lo fácil es a la vez lo más difícil. Interpretar de una manera artificial es fácil; hacerlo de una forma natural es lo difícil.

Para conseguir esta meta, existen tres condiciones previas o reglas de oro de toda actuación musical que en la práctica se complementan. Esta triada fue ya formulada por el gran maestro de la escuela rusa Heinrich Neuhaus (1988-1964) en su obra Die Kunst des Klavierspielens (El arte del piano):

- Naturalidad.

- Relajación.

- Libertad. 

Una postura corporal natural 

Fijémonos en primer lugar en la posición al piano. Los pies deben estar colocados a la altura de los pedales y a su anchura aproximadamente, siempre con los talones apoyados en el suelo. Las corvas deben permanecer relajadas. La posición de sentado debe ser en la mitad posterior de la banqueta y en una posición ágil (que permita una gran amplitud de movimientos de cintura para arriba). La altura de la banqueta debe ser regulada de tal forma que el brazo y el antebrazo con la mano construyan aproximadamente un ángulo recto con el teclado.

La espalda debe erguirse hasta el punto más alto del cráneo (conocido popularmente como la coronilla). El cuello no debe estar inclinado hacia delante, sino ligeramente estirado. El cinturón escapular (clavícula, escápula, húmero) debe estar relajado, dejando los omóplatos bajos, suspendidos libremente, permitiendo que los brazos cuelguen relajadamente. El codo se mantiene inactivo; sigue el movimiento de los antebrazos y sostiene el balance por medio de su centro de gravedad en la articulación del codo. Sirve como ayuda el imaginarse una bola de plomo en esta articulación para buscar la sensación adecuada.

La muñeca está preparada para cualquier movimiento lateral, ascendente, descendente y elíptico y con ello es la responsable de la mejor disposición de los dedos en el teclado. La mano permanece formando una “cueva” con la palma. Ésta postura es fácil de conseguir con el siguiente ejercicio: al pasear se deja balancear la mano de una forma natural. Sin cambiar esta postura de la mano, al colocar la mano sobre el teclado, nos da la posición ideal de ésta para tocar el piano. La disposición de los dedos será, según la longitud de estos, circular, alargados, pero nunca con la última falange doblada, sino siguiendo la línea de la segunda falange. Jamás se dispondrá la mano en forma de garra y el pulgar tenderá hacia la mano, con la última falange ligeramente doblada.

No siempre se han practicado estos requisitos básicos de naturalidad. En el siglo XIX la llamada “pedagogía negra” primaba también en el sector pianístico: a los alumnos se les ponía un libro debajo de cada axila y se les colocaba una moneda en el dorso de la mano…pobre de aquel al que se le cayera. Con estos métodos y otros parecidos se pretendía anular la participación del resto del brazo e incluso del cuerpo del pianista, lo que condujo sin remedio a deformaciones de uso que provocaban problemas de tipo muscular y lesiones en muchos casos. Tal ejecución era criticada en España aún en 1955 por Jaime Pahissa cuando decía:

"Cuando yo era niño se enseñaba el piano según el sistema de la posición fija: el brazo pegado al cuerpo, las manos manteniendo siempre la posición horizontal, sólo los dedos debían moverse actuando como martillos. Para llegar a dominar esta técnica había que pasarse años y años practicando unas series de ejercicios sin ningún interés musical, que eran un martirio físico, y un abotargamiento espiritual: acalambraban los músculos del brazo y hacían perder el gusto por la música, cuyo estudio con tanta ilusión se había emprendido. "

Por suerte apareció otro movimiento (junto con una literatura pianística más elaborada) que aconsejaba estos tres pilares: naturalidad, relajación y libertad. Es el momento en que podemos hablar del nacimiento de la moderna técnica pianística. Se hablaba de tensión y relajación muscular, de conceptos mecánicos como peso, inercia, oído, memoria.

Pedagogos como Deppe (1828-1890) y Breithaupt (1873-1945) siguieron esta nueva moda. Deppe se especializó en el tema “lesiones del intérprete”. Por desgracia han desaparecido sus reflexiones sobre el tema “los sufrimientos del brazo del pianista”. Su alumna Elisabeth Caland relata el método de Deppe en una serie de escritos  en los que destaca la importancia de la musculatura de la espalda con los omóplatos bajos como centro de gravedad. Con ello se liberan los brazos y la energía puede fluir libremente hasta la punta de los dedos. 

Relajación 

La relajación es el medio más importante para la prevención de lesiones. A los niños les resulta más fácil mantener la relajación que a muchos adultos, ya que en los más pequeños este proceso de relajación se realiza de una manera involuntaria, estadio que se debería mantener con el paso de los años.

Para un músico debería ser un requisito indispensable el poder cambiar en cuestión de un instante de un estado de esfuerzo o tensión  a uno de relajación.

Como hemos comentado antes, el ideal del músico y, concretamente, del pianista, es que la corriente de energía fluya desde la cintura y la musculatura de la espalda hasta la punta de los dedos sin interrupción. Los puntos principales de bloqueo de este flujo suelen ser la musculatura del cuello, la mandíbula, los hombros (cuando se elevan), la muñeca y .el pulgar. Existen técnicas especialmente recomendables como yoga o pilates, que son muy beneficiosas para conseguir un mayor control y conciencia de qué músculos se están utilizando en cada momento y si están relajados o no.

La punta de los dedos es, en los pianistas, el único punto de contacto con el instrumento. Hasta ellos llega el “chorro de energía” que debe ser transmitido al teclado, un mecanismo que no tiene nada que ver con presionar (al igual que nosotros no presionamos nuestro peso sobre la silla cuando nos sentamos), sino con apoyar y transmitir el peso.

El problema más común entre los pianistas es una muñeca rígida. Para evitar esta rigidez recomiendo los siguientes ejercicios:

Tocamos un acorde de cinco notas con los cinco dedos de la mano en el teclado, en 5 teclas correlativas. Las puntas de los dedos están apoyadas en el teclado sin presión, utilizando únicamente el peso natural de la mano y el brazo. Mientras mantenemos el acorde movemos las muñecas lentamente hacia arriba y hacia abajo. El mismo movimiento se repetirá a continuación con la diferencia de que en lugar de tocar el acorde de 5 notas, se tocará una sola nota (con un solo dedo como apoyo).

Igualmente se tocará una nota, se mantendrá pulsada la tecla y esta vez se realizarán movimientos de muñeca en círculo en las dos direcciones posibles (hacia fuera y hacia dentro) con la mayor amplitud posible.

Este ejercicio sirve para ser consciente del radio de acción de la muñeca, que es prácticamente la guía del aparato ejecutor e interpretativo. 

Libertad 

Para Heinrich Neuhaus (1974), la libertad es una “necesidad consciente”.

Cada intérprete tiene su “naturalidad” individual y necesita su propia libertad. No hay más que ver por ejemplo las grandes diferencias en la forma de sentarse, de moverse, en la postura, de grandes pianistas (Gould, Horowitz, Rubinstein, por poner algunos ejemplos).

Lo mismo se puede aplicar en el caso de las manos, cuyas diferencias básicas en la manera de estar “construidas” provocan una infinidad de distintas posturas; hay manos pequeñas que casi no alcanzan una octava pero que han desarrollado una gran técnica a la hora de realizar un pasaje de octavas.

Cada movimiento se realiza con éxito sólo si se realiza con libertad.

El miembro más sensible en la cadena es la pulsación pianística: no hay nada más personal que esta pulsación. Cada pianista tiene la suya personal e irrepetible por otro pianista, fruto de su personalidad psíquica y física.

La respiración juega un papel muy importante también en la libertad. Esta es a la vez un medio de expresividad. Si fluye de un modo natural a la hora de interpretar, nos ayudará a conseguir esa libertad tan añorada; Y muy importante es también no olvidarse de respirar. Ocurre con una frecuencia más habitual de lo que parece el dejar literalmente de respirar al llegar un pasaje difícil. Esto bloqueará nuestros músculos, que reciben menos cantidad de oxígeno, estaremos tensos, con lo que se pierde concentración y con ello, la libertad. 

Prevención 

Todo lo dicho hasta ahora contribuye de una forma u otra a conseguir evitar lesiones.

Un ejemplo negativo de esto lo tenemos en Robert Schumann (1810-1856), que a través de un aparato para conseguir mayor independencia en los dedos se provocó una  paralización en la mano y con ello frustró una posible carrera pianística.

Para pianistas con ambiciones de solista no es recomendable tocar el clave, el órgano o el escribir a máquina, pues la pulsación mecánica de esta última hace perder la sensibilidad en las yemas de los dedos. En el caso del clave y del órgano, se necesita una muñeca rígida, todo lo contrario de la muñeca del pianista, que debe permanecer totalmente elástica.

Pero también conviene no excederse en el lado contrario. Se cuenta que Walter Gieseking estuvo trabajando en su jardín y trasladando grava la mañana de un concierto, a lo cual Wilhelm Furtwängler (director de orquesta y compositor alemán) le preguntó sorprendido si sus manos no sufrirían con ese trabajo. Gieseking respondió: “¿Quién lo va a hacer si no?” y por la tarde tocó tan relajado y maravillosamente como siempre.

La concertista Lilli Graus (1905-1986), fue capturada por los japoneses durante una gira de conciertos en el extremo oriente y estuvo recluida en la isla Java durante tres años (1942-1945). Tras ser liberada volvió a su actividad concertística en un periodo de tiempo muy corto. Su actividad durante el cautiverio se basaba únicamente en una práctica mental con visualizaciones del teclado, movimientos y sensaciones.

Hay un elemento muy claro: el sitio de trabajo está realmente en nuestra mente. Numerosas horas de estudio sin cabeza o repeticiones innumerables de pasajes sin una intención musical son absolutas pérdidas de tiempo.

Con respecto a la famosa “tendinitis”, gracias a la cual se han frustrado gran número de prometedoras figuras pianísticas, es muy importante aclarar que atendiendo a las debidas medidas de prevención (sobre todo en la relajación), se disminuye enormemente el riesgo. La mayoría de las veces no se trata de una tendinitis, sino de una sobrecarga muscular, que se puede solucionar con métodos tradicionales como cremas, baños y masajes. En general hay que abstenerse de inmovilizar el miembro ya que esto producirá una reducción de la masa muscular que hará que las molestias se prolonguen en el tiempo y en la intensidad. 

Por último, un consejo: no se debe pensar demasiado en cada uno de los movimientos, en los músculos y nervios que se utilizan al tocar el piano. Es más productivo pensar en la música, sentir la libertad, la naturalidad y la alegría. Estos sentimientos son la mejor garantía para una buena salud postural 
 

BIBLIOGRAFÍA 

Chiantote, Luca:  "Historia de la técnica pianística". Alianza Música, Madrid 2001. 

Caland, Elisabeth: "The scientific observation in the pianistic Didactics. The Deppesche Lehre of Elisabeth Caland: introduction, translation and comment". Pavia University, Faculty of Musicology, Cremona, 2003. 

Caland, Elisabeth: "The Disklavier piano". SAE Institute, Milano, 2006. 

Neuhaus, Heinrich: "Die Kunst des Klavierspiels" Nejgauz, Genrich G.. - Leipzig : Deutscher Verlag für Musik, 1986, 3. Aufl., Fotomechan. Nachdr. d. 2. Aufl. 1980. 

Klein-Vogelbach Susanne, Lahme Albrecht, Spirgi-Gantert Irene: "Musikinstrumente und Körperhaltung". Springer-Verlag Berlin Heidelberg 2000. 

Hildebrandt, Dieter: "Pianoforte". Carl Hanser Verlag, München 1985. 

Leimer Karl, Gieseking, Walter: "Modernes Klavierspiel. Rhythmus, Dynamik, Pedal". Schott Music, Mainz 1998. 

http://audio.ya.com/tomapiano/NarejosTema5.htm, Indice del Temario para Oposiciones a Conservatorio- Tema 5: “La técnica moderna del piano”,1998. 

http://www.biografiasyvidas.com /biografia/f/furtwangler.htm, Biografías y vidas: “Wilhelm Furtwängler”, 2004