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Número 88º - Marzo-mayo 2.008


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LA HIJA DEL ABURRIMIENTO

 

Jerez, Teatro Villamarta. 3 de abril de 2008. Donizetti: La hija del regimiento. Sabina Puértolas, José Luis Sola, Carlos Bergasa, Beatriz Lanza, José Canales, Marta Moreno, Joaquín Segovia, Juan Pérez Madueño. Coro del Teatro Villamarta. Orquesta Filarmónica de Málaga. Juan de Udaeta, dirección musical. Javier Hernández, dirección escénica. Nueva producción del Teatro Villamarta.

Por Fernando López Vargas-Machuca.  

Hay que preguntarse para qué demonios se ha ofrecido en Jerez una ópera como La hija del regimiento, que no sólo dista de ser lo mejor de su autor, sino que además resulta muy aburrida cuando no se puede contar con cantantes de primera fila. Quizá sea por lo mucho que parece gustarle Donizetti al director del Villamarta, que en sólo once años ha programado ya una vez Lucia di Lammermoor, dos veces Don Pasquale y otras tantas El elixir de amor (se prepara una tercera para el año que viene) y sigue sin permitirnos escuchar ni un solo título de Wagner o Strauss. O porque piense que la mayoría de los jerezanos no sabemos disfrutar más allá de la fórmula recitativo-aria-cabaletta. O quizá cree que así se asegura la taquilla, aunque a la hora de la verdad la venta de entradas ha funcionado mucho menos bien de lo que suele en las producciones líricas.

Esta nueva producción escénica de La fille ha sido fea y ridícula. Porque no siendo precisamente un error plantear el libreto como un cuentecito simpático y naif, las cosas hay que saber hacerlas bien. Y aquí la escenografía de Laia Cugat era pobretona a más no poder, los figurines de Gabriela Salaverri muy discutibles por su concepto  (las mujeres iban en el primer acto de gitanas de la Feria de Mayo, los soldados de marineritos con pantalón a rayas) y por la estridencia de sus colores, la iluminación de Francisco López muy plana, la dirección de actores inexistente, el movimiento de masas de una puerilidad pretendidamente graciosa. Todo ello bajo la firma de Javier Hernández, habitual ayudante de dirección del citado López. En suma, dinero -coproducción con la Consejería de la Junta de Andalucía- mal invertido por los mediocres resultados en un título que además es de segunda y poco comercial.

La apuesta del Villamarta por las voces jóvenes suele saldarse con resultados desiguales. Sabina Puértolas es una soprano ligera de instrumento no grande ni especialmente bello -algo metálico- que conoce sus mejores momentos en los pasajes líricos, exhibiendo una extraordinaria capacidad para el canto ligado y ofreciendo algunos reguladores sensibles. Sabe además ofrecer la dosis justa de extroversión y picardía a su Marie sin caer ni mucho menos en la ñoñería, desenvolviéndose al mismo tiempo con mucha soltura en escena. Pero tiene dos graves problemas en el bel canto: unas agilidades sólo discretas y, sobre todo, una zona aguda tan estridente que llega a resultar insoportable. Si logra resolver estas limitaciones puede realizar una estupenda carrera.

El prometedor José Luis Sola recuerda a Ismael Jordi por la belleza de su timbre y por la elegancia de su fraseo. Lo que pasa es que, además de ser un pésimo actor, carece de técnica. La voz se encuentra con frecuencia engolada, los pianísimos resultan inestables y los agudos suenan sofocados. Eso sí, tras ocho Do más bien esforzados remató la faena correctamente y con una exhibición de fiato de esas que quitan el hipo, lo que le hizo merecer el aplauso entusiasta del respetable. Este chico puede, pero tiene aún que estudiar muchísimo sobre canto en general y aprenderse bien este papel en particular. Y alejarse de cierta tendencia que tiene a lo lacrimógeno.

Ese sólido y admirable profesional que es Carlos Bergasa ofreció un Sulpice cantado con buena técnica y buena voz, fraseado con intención y muy bien resuelto sobre las tablas. Más irregular fue la Marquesa de Bekenfield, pues no está claro si Beatriz Lanza es una mezzo o una soprano corta y su canto resulta a día de hoy más bien destemplado, sobre todo en la zona grave; ahora bien, como su actuación escénica es de Matrícula de Honor -divertidísima, fresca y llena de desparpajo-, el saldo termina siendo positivo. José Canales convirtió a Hortensio en una loca chillona, tan grotesca que carecía de gracia. El Coro del Villamarta, dirigido en esta ocasión por Juan Manuel Pérez Madueño, estuvo francamente bien. En parte porque ellas -algo destempladas, como casi siempre- cantaban poco. Y en parte porque ellos, con algún que otro despiste puntual, se mostraron empastados, seguros y muy entregados en lo expresivo.

Con Juan de Udaeta la discreta Filarmónica de Málaga -graves pifias de la trompa al principio, violines algo deshilachados- obtuvo uno de los mejores resultados que le hemos escuchado en el Villamarta, equilibrando bien los planos sonoros y logrando un fraseo terso, elegante y auténticamente belcantista, lo que no se puede decir de algunos presuntos especialistas. Eso sí, para que esta partitura resulte entretenida con un elenco así hace falta una dosis mayor de tensión interna, chispa, incisividad y variedad expresiva. Por ello su notable labor no logró salvar esta función del aburrimiento, lo que fue confirmado por una respuesta del público, aunque positiva, menos entusiasta de lo que suele, al menos en la función del jueves.

 

ENLACES RECOMENDADOS

Web del Coro del Villamarta: http://www.coroteatrovillamarta.com/

Web del Villamarta: http://www.villamarta.com