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Número 88º - Marzo-mayo 2.008


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LA KREMERATA NOS DA LA LATA

 

Jerez, Teatro Villamarta. 11 de marzo de 2008. J. S. Bach: Concierto de Brandemburgo nº 3, BWV 1048. Gorecki: Concierto para clave y cuerdas, op. 40. Shostakovich: Sinfonía para orquesta de cámara op. 110a. Desyatnikov: Wie der alte Leiermann. Piazzolla: Suite Punta del Este. Reinut Tepp, clave. Andrei Pushkarev, vibráfono. Gidon Kremer, violín. Kremerata Baltica..

Por Fernando López Vargas-Machuca.  

La velada comenzó con un Tercer Concierto de Brandemburgo que no pasó de lo correcto. Y no porque quienes estamos acostumbrados al lenguaje renovador y más idiomático de los Pinnock, Goebel, Koopman, Antonini, Valetti o Alessandrini encontramos un enfoque tan relativamente “clásico” escaso del fuego, la teatralidad, la tensión interna y el sentido de los contrastes apropiados para esta música genial, sino porque los pocos instrumentistas de cuerda de la Kremerata Báltica que salieron a interpretarlo dejaban que desear, e incluso exhibieron ese sonido rasposo que es seña de identidad del fundador de la agrupación, Gidon Kremer, quien de momento se quedó entre bambalinas. Tampoco salió para interpretar el Concierto para clave y cuerdas de Henryck Górecki, una monumental chorrada minimalista que sólo sirvió para el lucimiento del espléndido clavecinista de la formación, Reinut Tepp.

El “enfant terrible” del violín (ya bastante cano, por cierto) salió para dirigir, desde el primer violín, la Sinfonía para orquesta de cámara op. 110ª -el escalofriante Cuarteto nº 8- de Shostakovich. Los parámetros interpretativos fueron más que correctos, y aquí la formación, ya al completo, exhibió un sonido redondo, empastado y poderoso. Por desgracia la transcripción no fue la magnífica de Rudolf Barshai, sino una realizada por el propio percusionista de la Kremerata, Andrei Pushkarev; la idea de incluir timbales parecía en principio interesante, pero poco a poco sus intervenciones fueron resultando cada vez más fuera de lugar hasta que su prepotente entrada en el tercer movimiento echó todo por tierra creando un clímax fuera de lugar y rompiendo la tensión acumulada.

Wie der alte Leiermann, segmento de un ballet compuesto en abril de 2007 por Leonid Desyatnikov, ofrece una idea a priori atractiva, la de girar en torno a la escalofriante última canción del Winterreise schubertiano, aunque al final las buenas ideas terminan deambulando sin rumbo claro en una partitura que, en cualquier caso, fue interpretada con convencimiento a prueba de bombas por Kremer y sus chicos. La cosa cambió con la Suite Punta del Este de Piazzolla, gran música interpretada con portentosa chispa, garra, variedad de recursos e idioma por un violinista admirable en lo técnico (aunque su sonido gatuno en el registro agudo a muchos nos siga resultando molesto) y un Andrei Pushkarev sensacional en su dominio del vibráfono.

Para terminar, dos propinas cinematográficas: el vals de La dolce vita de Nino Rota, en arreglo sobrio, lírico y emotivo, y finalmente el tema principal de Por un puñado de dólares, portentosamente interpretado por un Kremer que disfrutaba como un niño haciendo gamberradas con su violín y una orquesta enérgica, compacta y tan plenamente idiomática que hasta aportó los silbidos y las partes corales de la partitura de Morricone. El escasísimo público asistente (¿hicieron publicidad alguna aquellos que presumen de “comprometerse” con el Villamarta?) aplaudió a rabiar. En resumen: veinticinco minutos para el recuerdo tras una hora que fue una lata. Las cosas son así con la Kremerata.

 

ENLACES RECOMENDADOS

Web de la Kremerata Báltica: http://www.kremerata-baltica.com/

Web del Villamarta: http://www.villamarta.com