Revista mensual de publicación en Internet
Número 87º - Enero-febrero 2.008


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El calor de la música
 
Por Josefa Montero García.
 
 
Salamanca: Catedral Vieja. 28 de Diciembre de 2007. Carlo Verardi: Viva el gran Rey Don Fernando; Mateo Flecha: Negrilla a 4: San Sabeya, gugurumbé; Luis del Milà: Pavana & Gallarda; Mateo Flecha: Dindirindin a 4: Ande pues vuestro apellido; Anónimo: No la devemos dormir; Bartomeu Càrceres: Si os voleu ben despertar; Juan Pérez Bocanegra: Ritual formulario: Hanacpachap cussicuinin; Joan Cabanilles: Obertura / Corrente italiana; Joan Arañés: Chacona: A la vida bona; Anónimo: Todo el mundo en general; Francisco Correa de Arauxo: Glosas sobre “Todo el mundo en general”; Bartomeu Càrceres: Branle: tan garçó la durundena; Anónimo: Ya es tiempo de recoger; Antonio Martín y Coll: Romanesca; Gaspar Fernandes: Mestizo e indio: Tleycantimo choquiliya; Anónimo; Canarios; Frei Filipe da Madre de Deus: Negro a 5: Antonya Flaciquia Gasipà. Intérpretes: Hesperion XXI y La Cappella Reial de Catalunya. Jordi Savall, Director.
 
            Como siempre que nos ha visitado Jordi Savall, la entidad organizadora - esta vez Caja Duero- colgó rápidamente el cartel de “entradas agotadas” y no cabía ni un alfiler en la preciosa Catedral Vieja que ha servido de marco a la música renacentista y barroca, con instrumentos originales, de Hesperion XXI y la Cappella Reial de Catalunya.
            Ambas agrupaciones dirigidas de forma magistral por Savall, desgranaron su acostumbrado repertorio de villancicos, diferencias e improvisaciones donde sobresalieron las voces de los solistas, entre los que yo confieso una especial debilidad por el bajo Ivan García, y los maravillosos instrumentos de época: cornetto, chirimía, bajón, órgano, clave, arpa, teorba, guitarra, vihuela, percusiones y violas de gamba encabezadas por la del propio Savall. Éste disculpó la ausencia por enfermedad de Montserrat Figueras, a la que el público salmantino no ha tenido la oportunidad de ver en ninguna de las anteriores actuaciones de estos músicos, y que obligó a algunos cambios en el programa, como No la devemos dormir o Si us voleu ben despertar, que sustituyeron a otras piezas anunciadas.
            Con respecto a los programas de mano, ha sido un acierto proporcionar los textos de las obras interpretadas, pero se echaban en falta unas “notas al programa” que contribuyesen, por escrito, al mejor conocimiento por el gran público de esta época dorada de nuestra música. Tenemos la mala costumbre de no valorar suficientemente nuestro patrimonio, máxime si se trata de música, y resulta paradójico que la mayor parte de nuestros compatriotas apenas hayan oído hablar de los autores de programas como éste, mientras un buen número de estudiosos foráneos se ocupan del Renacimiento musical español. Afortunadamente, de vez en cuando tenemos conciertos como éste.
            La buena interpretación y las detalladas explicaciones sobre la música y su contexto que iba ofreciendo Savall a medida que avanzaba el concierto consiguieron amortiguar la temperatura gélida del local. Ante los aplausos del publico entregado, los intérpretes ofrecieron como bis la guaracha mejicana Ay que me abraso del compositor Juan García Céspedes, que fue el mejor reflejo del calor con que esta música había reconfortado a nuestros congelados cuerpos.