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Número 87º - Enero-febrero 2.008


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STUDER REAPARECE EN JEREZ

Jerez, Teatro Villamarta. 15 de febrero de 2008. Schumann: Intermezzo, Die Stille, Du bist wie eine blume, Der Nussbaum, Widmung. Brahms: Die Mainacht, Alte Liebe, Liebestreu, Von ewiger Liebe. Mahler: Frühlingsmorgen, Erinnerung, Das irdische Leben, Lob des hohen Verstandes. R. Strauss: Des Dischters Abendgang, Schlechtes Wetter, Seitdem dein Aug, Die Nacht, Befreit. Cheryl Studer, soprano. Jonathan Alder, piano.

Por Fernando López Vargas-Machuca.  

Monumental sorpresa la reaparición de Cheryl Studer, una soprano a la que todos creíamos desaparecida tras una brillantísima pero corta carrera durante los ochenta y principios de los noventa en la que saltó alegremente de Mozart a Verdi, de Donizetti a Wagner, de Rossini a Strauss, con los resultados que eran de prever. Lo ha hecho en un teatro modesto como es el Villamarta, y no precisamente para ofrecer un "bolo" de esos de poner el nombre y cobrar, no: en un alarde de seriedad y compromiso, la diva estuvo ensayando en Jerez a lo largo de dos días para ofrecer un recital, integrado por bellísimas canciones de Schumann, Brahms, Mahler y Strauss, a la altura de las circunstancias… dentro de lo que le permiten sus actuales condiciones canoras, claro está.

Se confirmó lo que todos esperábamos: la voz no se encuentra en buen estado y la técnica hace aguas. La homogeneidad brilla por su ausencia, los cambios de color son abundantes y el registro grave sencillamente no existe. A ratos la afinación es dudosa y cala con frecuencia. La emisión se enturbia cuando canta en piano, si bien en forte el centro sigue luciendo un bellísimo timbre que apenas ha perdido esmalte, lo que unido a un fiato que aún resulta bastante amplio le permite hacer algunos alardes considerables. En cualquier caso, lo más revelador de escuchar a esta se ora en directo es comprobar la potencia y volumen sonoro de su instrumento: ahora se explica que la Studer, que nunca ha sido el colmo de la profundidad dramática ni la expresividad, arrasara en los grandes teatros con papeles como Sieglinde o Salomé. Así da gusto.

El recital en sí mismo no fue gran cosa desde el punto de vista interpretativo, toda vez que la soprano de Michigan no parece mostrar mucha sintonía con el hermosísimo mundo del lied alemán: puro canto desnudo en el que la belleza vocal ha de estar acompa ada de una perfecta compenetración con el texto. Studer se mostró siempre elegante y sensible dentro de lo que sus actuales condiciones canoras se lo permiten, pero le faltaron la sinceridad y la variedad expresiva que requieren el mundo de Schumann y Brahms, cálido, íntimo y emocionante al mismo tiempo. Y en Mahler faltaron la frescura, la extroversión y el sentido de los contrastes de su peculiar universo; la falta de desgarro y fuerza emocional en la célebre Das irdische Leben resultó evidente, aunque en Lob des hohen Verstandes estuvo muy graciosa.

Bastante mejor se mostró en Richard Strauss, pues a pesar de algunos sonados resbalones hizo gala de un legato muy hermoso y sensual, así como de una sensibilidad exquisita y un punto decadente, no almibarada ni narcisista, que son ideales para este repertorio. Uno no puede dejar de recordar, con un poco de pena, aquella espléndida interpretación de los Cuatro últimos lieder bajo la dirección de Sinopoli… El público aplaudió muchísimo, bastante más de lo que se esperaba en un recital tan escasamente comercial, lo que demuestra que los aficionados jerezanos no son en absolutos herméticos a la belleza exquisita y profunda del mundo del lied. Una última cosa: la Studer está ahora bastante rellenita, y no debería extra ar que fuera esta una de las razones por las que ya no canta ópera. Sobre todo si tenemos en cuenta que el actual panorama está lleno de se oritas con poca voz pero con curvas de matrícula de honor. Claro que ésa es otra historia.

ENLACES RECOMENDADOS

Web de Cheryl Studer: http://home.total.net/~mrgdp/

Web del Villamarta: http://www.villamarta.com