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Número 85º - Octubre 2.007


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THAIS EN OVIEDO

Por Angel Riego Cue. Lee su Curriculum.


Oviedo, Teatro Campoamor. 20 de octubre de 2007. Massenet: Thais. P. Armstrong, A. Odena, R. Macías, S. Palatchi, S. Ferrández, M. J. Suárez, J.M. Díaz, O, Saitua, J. Tablada. Coro de la Ópera de Oviedo. Oviedo Filarmonía. Dir. musical: Alain Guingal. Dir. de escena: Joseph Franconi Lee, sobre una idea original de Alberto Fassini.


Tras la rareza que supuso (para los usos de Oviedo) presenciar un Tristán e Isolda, el Teatro Campoamor ha programado una obra aún más rara de ver representada en cualquier lugar, la ópera Thais de Massenet, conocida sobre todo por su intermedio para violín y orquesta (la famosa "Meditación") y que en Oviedo sólo se había puesto en escena en 1918.

No hubo para la ocasión "fichajes" espectaculares como los del Tristán; parecía considerarse que el pincipal atractivo de estas funciones era la novedad del título. El reparto era casi completamente español, con tres excepciones. Una era la protagonista, la soprano norteamericana Pamela Armstrong, que parece asociada en Oviedo a las exhumaciones de obras infrecuentes, pues ya actuó en 2003 como la protagonista de La Rondine, de Puccini. Otra excepción era el "todo terreno" Stefano Palatchi, eterno secundario en multitud de papeles, que cantaba al monje Palémon con la autoridad que le da el haberlo hecho para la grabación protagonizada por Renée Fleming, y aquí volvió a mostrar su profesionalidad a toda prueba. Por último, el papel de Nicias (anterior amante de Thais) lo interpretó el tenor cubano Reinaldo Macías, al menos correcto.

De la Armstrong recordábamos mejor su actuación en La Rondine que esta Thais, pues aunque la voz sigue siendo bella (con alguna dureza en la zona aguda), su dominio y matización del papel nos pareció menor que el de entonces, posiblemente debido a su mayor infrecuencia en los escenarios. En el terreno de lo anecdótico, la Armstrong parece haber engordado en los últimos cuatro años, y presentaba una apariencia tal vez excesivamente rolliza para la cortesana de Alejandría, que se alquila por semanas a los hombres que paguen lo suficiente; tal vez para este papel fuese necesario un físico "a lo Anna Netrebko"...

A superior nivel estuvo también, además de Palatchi, el barítono Ángel Odena, que interpretaba al otro protagonista de la obra, el monje Athanael, quien consigue que Thais deje su vida pecaminosa e ingrese en un convento, para acabar descubriendo que la ama como mujer, poco antes de morir ella. Odena, bien de voz y matizando su papel, nos dejó mucha mejor impresión aquí que con su Wolfram del Tannhäuser de hace dos años. El resto del reparto, y el coro de la Ópera de Oviedo, estuvieron al menos correctos; en general, un reparto de cantantes jóvenes y con ganas de trabajar. Lo que también se puede decir de la orquesta, que en este caso no era ninguna de las habituales OSPA ni OSCO, sino un conjunto más joven, la "Oviedo Filarmonía", la misma que toca todos los años en la temporada de zarzuela de Oviedo. No sólo no tuvo nada que envidiar a las de siempre, sino que el director Alain Guingal obtuvo de ella un refinamiento infrecuente incluso en las formaciones más profesionales.

La escena estuvo muy cuidada, lo que es importante para hacer que el público entre por una obra nueva; de gran riqueza visual, la exhuberancia de ornamentos, estatuas, espejos, jardines, etc. podría aplicarse tanto a la Alejandría de los inicios de la era cristiana como a la Francia de finales del XIX, cuando se compuso la obra; de hecho, en el ballet del segundo acto, la acción viajaba a la época de Massenet y veíamos personajes ataviados a la usanza decimonónica, como unas bailarinas que recordaban a los cuadros de Degas. En conjunto, sin tener interpretaciones excepcionales, una Thais más que suficiente para presentar la obra al público, que era lo que se pretendía.