Revista mensual de publicación en Internet
Número 82º - Marzo 2.007


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FEMAS 2007: UN MODELO 

Sevilla. XXIV Festival de Música Antigua. Del 16 al 29 de marzo de 2007. 

Por Fernando López Vargas-Machuca. 

Son ya veinticuatro ediciones del Festival de Música Antigua de Sevilla. Cuando surgió la propuesta resultaba absolutamente necesaria en un marco, el de una ciudad que por entonces sufría una paupérrima oferta musical (quedaba aún para la creación de la ROSS y del Maestranza), y que por ello veía como agua de mayo el disfrute de un repertorio tan atractivo y variado como novedoso ofrecido bajo criterios de interpretación que en aquél momento sólo conocían los degustadores de las más exquisitas novedades discográficas. Como el nivel artístico era además muy digno -combinando algunas pocas grandes figuras con grupos simplemente dignos pero apañados-, los espectáculos que se ofrecían en el Teatro Lope de Vega y en los Reales Alcázares acostumbraban a alcanzar un importante éxito de público. Fuimos muchos, allá a finales de los ochenta, los que gozábamos con estos conciertos.

Mas luego vino la explosión musical de la Expo’92, con toda la oferta musical que trajo tras de sí, y el Festival fue dejado un tanto de lado por el Área de Cultura de un Ayuntamiento que, bajo distintos signos políticos, no parecía lo suficientemente preocupado por el asunto. Como además el público ya comenzaba a tener acceso más amplio -a través de la radio, del disco y de los propios conciertos de otros puntos de nuestra geografía- a una cuantitativa y cualitativamente hablando magnífica oferta de música antigua, la propuesta sevillana terminó resultando exigua en cantidad y bastante discreta en calidad. Todo apuntaba que, como ha ocurrido con los Encuentros de Música de Cine, el Festival pasaría a mejor vida.

Pero hete aquí que el nuevo y comprensiblemente controvertido Delegado de Cultura Juan Carlos Marset, que en su tarea combina con alegría riesgos admirables y descuidos inadmisibles, decide convertir el Festival de Música Antigua en uno de los hitos de la oferta musical de la ciudad. Y lo consigue, mediando la imprescindible dotación económica (¿cómo lo habrá conseguido de un alcalde dedicado a las obras faraónicas?) y la colaboración de un admirable director del Festival: Manuel Ignacio Ferrand. Crítico de ABC hace pocos lustros, este señor no es un político metido en camisa de once varas, sino un aficionado de verdad que sabe lo que tiene entre manos, que cuenta con un criterio muy sensato a la hora de seleccionar y que además tiene varias buenas ideas propias. El resultado ya se notó el año pasado, pero ha sido en esta edición cuando el Festival no sólo ha terminado de resucitar, sino que se ha convertido en un modelo.

Por lo pronto ha aumentado considerablemente el número de espectáculos: uno o dos al día a lo largo de dos semanas, hasta al punto de que -la cosa se puede arreglar cuando la propuesta se consolide- a veces se echara de menos público suficiente para responder a tanta oferta. También se han hecho mucho más variados los marcos escénicos: junto a los ya tradicionales Teatro Lope De Vega y Reales Alcázares, hemos tenido eventos en el Maestranza, en la Facultad de Ingenieros (el auditorio de un antiguo pabellón de la Expo), en el Hospital de la Caridad, en la Fundación el Monte, en la iglesia mudéjar de San Marcos, en el recoleto patio puramente sevillano del Círculo Mercantil e Industrial y hasta en los muros del Ayuntamiento, con un recital de los Ministriles de Sevilla -conjunto de nivel más que digno- que abría el Festival con un guiño a la propia historia de la ciudad.

Asimismo ha resultado encomiable la variedad de estilos y géneros que se han abordado, aun faltando la música medieval y -comprensiblemente: el presupuesto manda- la ópera escenificada. Ha habido polifonía renacentista, madrigales y fragmentos operísticos barrocos; música de cámara de los siglos XVII y XVIII, dedicando una muy especial atención a la viola da gamba como instrumento estrella de esta edición; se ha prestado una especial mirada a Haydn, del que hemos escuchado cuartetos, sinfonías, conciertos y hasta música sinfónico-coral; y finalmente hasta hemos podido disfrutar, por descontado que con instrumentos originales, de la genial creación cuartetística de Franz Schubert.

La selección de artistas ha sido irreprochable. Se han echado de menos algunas figuras de singular importancia (¿para cuándo Musica Ficta?), pero por fortuna la cuota de artistas españoles ha estado más que cubierta. Como también la de agrupaciones hispalenses, empezando por esa espléndida Orquesta Barroca de Sevilla con la que desde hace años se debería haber contado de manera regular. Se ha tenido a bien además buscar la lujosa presencia de Christop Coin como artista residente, ofreciendo cuatro conciertos en sus diferentes facetas artísticas (gambista, chelista, director y miembro del Cuarteto Mosaiques)  y participando en un completo curso sobre la viola da gamba que se ofrecía de manera paralela a los espectáculos.

No pudimos asistir a todos los eventos, pero algo podemos decir de algunos de ellos. Por ejemplo, del maravilloso concierto de Doulce Memorie en la catedral. Puede que la acústica de esta “montaña hueca” que celebra ahora su aniversario no sea precisamente la ideal, pero resulta emocionante escuchar la música de Francisco Guerrero (el primero de los dos geniales compositores andaluces con ese nombre) en el lugar para el que fueron compuestas. Máxime si es en interpretaciones tan hermosas y sentidas, que alcanzaron un punto de equilibrio admirable entre la un tanto fría perfección canora de los conjuntos ingleses y la calidez no siempre técnicamente rigurosa de los grupos latinos. Únicamente echamos de menos un mayor riesgo a la hora de incorporar instrumentos en la polifonía (es así como aquí se hacía cuando Guerrero era maestro de capilla). Por lo demás se ornamentó con exquisito gusto y el conjunto de maderas de la agrupación mostró -especialmente en sus intervenciones en solitario del Manuscrito de Lerma- un nivel excepcional.

Como excepcional fue también la participación del Cuarteto Mosaiques, una agrupación que ha sabido demostrar en los últimos lustros que renovar con nuevos aires filológicos la interpretación del repertorio cuartetístico del periodo clásico y protorromántico no significa en modo alguno renunciar a la tensión del discurso, a la aspereza sonora y a la profundidad dramática. Puede discutirse quizá cierta preeminencia del primer violín -el por otra parte excelente Erich Höbarth- en detrimento del equilibrio polifónico, pero no la sinceridad expresiva de unas cálidas y emocionantes recreaciones del Cuarteto op. 76 nº 5 de Haydn y del Cuarteto nº 9 de Schubert, y -sobre todo- de una lectura especialmente angustiosa y crispada de esa obra maestra absoluta que es La Muerte y la doncella.

En su faceta de director Chistophe Coin ofrecía dos conciertos al frente de la Orquesta Barroca de Sevilla íntegramente dedicados a Haydn. En el primero -al que no pudimos asistir- sonaron la Sinfonía nº 92 y el Concierto para violonchelo nº 2, donde él mismo fue el solista. En el segundo ofreció una versión de gran claridad y tensión dramática “sturm und drag” del Stabat Mater, aunque su fraseo excesivamente seco y anguloso, escasamente cantabile, y sus puntuales caídas en los frívolo y lo pimpante impidieron redondear la versión. Tampoco los solistas vocales fueron gran cosa, a pesar del buen hacer de la soprano María Espada. Sí que deberíamos destacar esa gratísima sorpresa que ha sido el aún muy joven Coro Barroco de Sevilla, que evidencia ya buenos mimbres y perfecto estilo.

Los seis recitales para viola da gamba ofrecidos en el Círculo Mercantil presentaban la extraordinaria oportunidad de realizar comparaciones entre diferentes generaciones y escuelas. No estuvo, extrañamente, Jordi Savall. A Paolo Pandolfo, Vittorio Ghielmi y Philippe Pierlot no pudimos escucharles. Pero fue revelador aburrirnos un tanto con la excesiva austeridad y escondida aunque latente poesía del ya algo torpe y dudosamente afinado Wieland Kuijken para al día siguiente dejarnos arrebatar por el virtuosismo arrollador y desbordante pero no descontrolado de Fami Alqhai, que quizá aún carezca del grado último de refinamiento y humanidad de los más grandes pero que es ya, por derecho propio y a pesar de su juventud, una primera figura. Y no dejó de resultar interesante escuchar días más tarde en el mismo recinto a Chistophe Coin, quizá un punto intermedio entre los dos artistas citados al evidenciar una espléndida aunque no inmaculada técnica y un punto de vista que sin dejar de ser riguroso y austero ofrece una buena dosis de apasionada variedad emocional en sus contrastadas y elocuentes lecturas.

Hubo más, mucho más. Estuvieron el Ensemble XVIII-21 y Le Baroque nomade para ofrecer un peculiar espectáculo sobre las relaciones musicales entre Oriente y Europa en la decimoctava centuria. Estuvo ese notabilísimo grupo que es La trulla de vozes para retrotraernos al Renacimiento hispano. Estuvieron los cada vez más apreciados integrantes de La colombina para insistir en nuestro repertorio profano del XVI. Estuvo el grandísimo Williams Christie al frente de Les Ars Florissants en nueva edición de su proyecto Le jardin de Voix para presentar jóvenes voces. Guido Morini, Vicente Parrilla y Marco Beasley estuvieron improvisando en el Hospital de la Caridad. El Proyecto eLe ofreció una propuesta transgresora (“Per-versiones”) desigualmente acogida por el público. Y la Orquesta Ciudad de Granada (¿dónde estaba aquí el historicismo?) de la mano del tantas veces aburrido Harry Christophers clausuraba la edición ofreciendo la Pasión según San Juan bachiana… al mismo tiempo que Lang Lang debutaba en el Maestranza.

Es de esperar, de cara a futuras ediciones, una mejor coordinación con los otros eventos musicales de la ciudad, que no son tantos como para tener que simultanearlos. También sería deseable una aún mayor labor publicitaria para que los espectáculos obtengan la suficiente respuesta de público, hasta ahora algo desigual. Por lo demás, si continúa en esta línea ascendente el Festival de Música Antigua de Sevilla va camino de convertirse en una de las más inteligentes, originales, coherentes y atractivas propuestas de todo el panorama de festivales de música en España.

 

Web del FEMÁS: http://www.musicaantiguasevilla.es/