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Número 81º - Febrero 2.007


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ENTREMONT, SOLVENCIA Y MEDIANÍA

Jerez, Teatro Villamarta. 16 de febrero de 2007. Beethoven: Las criaturas de Prometeo (obertura). Concierto para piano nº 4. Sinfonía nº 4. Orquesta Sinfónica de Munich. Philippe Entremont, piano y dirección.

Por Fernando López Vargas-Machuca.

Agradeció muchísimo el público jerezano la posibilidad de disfrutar de una velada puramente sinfónica, lo que por razones presupuestarias no es muy frecuente en el Villamarta. Y agradeció también que el programa estuviera consagrado íntegramente a Beethoven, un compositor que no ha aparecido por el escenario de la ciudad gaditana con la asiduidad que merece. Protagonistas del evento fueron la Sinfónica de Munich (fundada en 1945, y que no debe confundirse con la Filarmónica) y su actual director titular, que no es otro que el veterano Philippe Entremont.

Ha sido siempre el pianista galo un músico solvente y profesional, de esos que hacen algo más que cumplir pero que rara vez terminan de entusiasmar con sus lecturas. Por desgracia la edad no perdona y su digitación dista de ser precisamente impecable. Como además la orquesta muniquesa es una formación más bien mediocre las interpretaciones ofrecidas en el Villamarta dejaron bastante que desear desde el punto de vista técnico. Por fortuna Entremont sigue haciendo gala de una notable musicalidad y las interpretaciones resultantes alcanzaron cuanto menos la dignidad.

De este modo, la elegancia y chispa de la batuta permitieron sacar a flote una obertura Las criaturas de Prometeo seriamente lastrada por la falta de agilidad y transparencia de una cuerda de todo punto insuficiente. Irregular la interpretación de esa obra maestra absoluta que es el Concierto para piano nº 4. Tras un primer movimiento algo pimpante y superficial por parte de la orquesta y muy borroso en el teclado llegó un andante con moto donde el pianista destapó el tarro de las esencias con un fraseo elegante, musical y lleno de concentración. El último movimiento fue cuanto menos digno, como también una Cuarta sinfonía mucho antes clásica que romántica y no todo lo poética y profunda que debiera.

Lo mejor de la velada fue con diferencia una chispeante y transparente versión de la obertura mozartiana de Las bodas de Fígaro, lo que dejó bien claro que ni la Sinfónica de Munich ni su director habían dado lo mejor de sí en las obras del sordo genial. Una más desarrollada destreza de batuta por parte de Entremont, un mayor virtuosismo por parte de los profesores de la orquesta y desde luego un superior número de horas de ensayo podían haber logrado un fraseo más fluido, un más convincente equilibrio orquestal, una más sólida tensión interna y, en definitiva, unas interpretaciones más aquilatadas desde el punto de vista técnico y expresivo. En cualquier caso se agradeció escuchar a Beethoven. 

 

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Web del Villamarta: http://www.villamarta.com/