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Número 81º - Febrero 2.007


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LEAPER, SOLVENCIA Y PROFESIONALIDAD

Sevilla, Teatro de la Maestranza. Temporada de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. 23 de febrero de 2007. Del Campo: La divina comedia: El Infierno. Ravel: Concierto para piano y orquesta en Sol mayor. Hindemith: Sinfonía “La armonía del mundo”. Joanna MacGregor, piano. Adrian Leaper, director.

Por Fernando López Vargas-Machuca.  

Se agradece el retorno a Sevilla de Adrian Leaper, un maestro que se ha venido creando una cierta fama de artista siempre profesional y solvente gracias a sus numerosas grabaciones para sellos como Naxos, Marco Polo, Arte Nova o ASV y, ya en nuestro ámbito, como titular de la Filarmónica de Gran Canaria primero y de la Sinfónica de la Radio Televisión Española en la actualidad. En su concierto con obras de Conrado del Campo, Maurice Ravel y Paul Hindemith no llegó a deslumbrar pero ofreció un trabajo de incuestionable solidez tanto en el plano técnico como en el expresivo.

La orquesta volvió a sonar con la redondez, el equilibrio y el empaste que había perdido en su anterior concierto de abono, el dirigido por Peter Hirsh. Únicamente se echó en falta un poco más de claridad, lo que tampoco resultaba fácil en obras de tan densa orquestación como El infierno y La armonía del mundo. La primera de ellas resultó un grato descubrimiento, sólido sinfonismo en la mejor tradición germánica escrito en 1908 por un Conrado del Campo que merecería mayor consideración por estos lares; a ver si hay suerte y se edita por fin el monográfico grabado hace unos años en ASV con la Filarmónica de Gran Canaria que incluye entre otras cosas el otro movimiento que se conserva de su proyecto sobre La divina comedia, el Prólogo.

La armonía del mundo es por el contrario una obra de más bien escaso interés. Pero no, desde luego, por su relativo conservadurismo para una partitura concluida en 1957 (y que por cierto no anda muy distante de las creaciones cinematográficas que escribía Alex North por la misma época), sino por su evidente falta de inspiración: sólo destacan dos o tres momentos de atractivas combinaciones instrumentales entre treinta y cinco minutos de aburrimiento. Leaper dirigió con gran seriedad, buen pulso y sin caer en el fácil efectismo, pero no desplegó la imaginación suficiente como para salvar la partitura.

La interpretación del Concierto en Sol mayor de Ravel permite al menos tres enfoques distintos. El primero es el de la ortodoxia de las texturas impresionistas, el colorido cálido y sensual y el refinamiento propio de lo francés (Martinon con Ciccolini). El segundo consistiría en volcarse en la fuerza expresiva, en la brillantez y en las conexiones con el mundo del jazz (Bernstein con la Filarmónica de Viena). La tercera optaría por aplicar cierto distanciamiento y realizar una lectura analítica, de tímbrica aristada y marcado sentido del ritmo que subraye los paralelismos con un Stravinsky (Boulez dirigiendo a Zimerman). Esta última fue la vía seguida por Leaper en su interpretación sevillana, en perfecta sintonía con una Joanna MacGregor pletórica de virtuosismo y entusiasmo pero de fraseo excesivamente nervioso y un tanto prosaico. Convenció mucho más la pianista británica en una rutilante recreación del Libertango de Piazzola ofrecida como propina, que ustedes pueden escuchar ahora mismo en el enlace que les ofrece la web oficial de la inquieta artista (sección “releases”).

 

ENLACES RECOMENDADOS

Web oficial de Joanna MacGregor: http://www.soundcircus.com/

Web de la ROSS: http://www.rossevilla.com

Web del Maestranza: http://www.teatromaestranza.com