Revista mensual de publicación en Internet
Número 79º - Diciembre 2.006


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Desigual combate

Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum. 

 Ciclo Mozart-Arriaga I. La música religiosa. O salutaris y Stabat Mater, de Arriaga. Exultate, jubilate y Davide penitente, de Mozart. Intérpretes: Maria Grazia Schiavo, Maria Riccarda Wesseling, Jörg Schneider, Agustín Prunell-Friend, Konrad Jarnot. Coro de la Comunidad de Madrid. Director: Jordi Casas Bayer. Orquesta Al Ayre Español. Director: Eduardo López Banzo. Teatro Real, Madrid, 13 de octubre de 2006. 

Ciclo Mozart-Arriaga II. La música sinfónica. Marcha en Re mayor K 249 “Haffner y Sinfonía núm. 35 en Sol menor, K 550 de Mozart. Obertura de Los esclavos felices y Sinfonía en Re mayor de Arriaga. Orquesta Al Ayre Español. Director: Juanjo Mena. Teatro Real, Madrid, 13 de noviembre de 2006. 

Se celebran este año varios aniversarios. Coincide el 250 aniversario del nacimiento de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1792) con el 200 aniversario de la muerte de Juan Crisóstomo Arriaga (1806-1826) que por su estilo y precocidad fue llamado el “mozart español”. Tal vez sea este apelativo lo que ha llevado al Teatro Real, en colaboración con el Ministerio de Cultural y la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, a organizar tres conciertos dedicados a ambos maestros. La estructura es interesante y divide el homenaje en tres programas: música religiosa, música sinfónica y música escénica. La interpretación, a cargo del grupo Al Ayre Español, garantiza plenamente la solvencia.

La primera cita, dedicada a la música religiosa nos ofreció dos piezas menores de Arriaga, los motetes O salutaris y Stabat Mater, enfrentadas a dos obras de Mozart, el motete Exultate, jubilate y el oratorio Davide penitente. Toda comparación es odiosa, y más en este caso. El talento del gran compositor salzburgués deslumbra y eclipsa completamente el buen hacer del jovencísimo compositor bilbaíno. La unión de ambos autores en un mismo concierto no favorece en nada al segundo. Con todo, el concierto estuvo lleno de interés y los intérpretes se lucieron, tanto la orquesta dirigida por Eduardo López Banzo, como el Coro de la Comunidad de Madrid y los solistas que intervinieron en el espléndido oratorio de Mozart.

El segundo concierto, dedicado a la música sinfónica, fue también excelente. Por enfermedad, López Banzo fue sustituido por Juanjo Mena, que condujo a la orquesta con gracia, expresividad y frescura. Optó por aires muy veloces, poniendo a prueba los reflejos de los músicos hasta el límite de sus posibilidades, con espíritu juguetón pero sin perder el control. En el segundo movimiento de la Sinfonía núm. 40 dejó de marcar en algún momento el pulso, desconcertando un poco a los músicos, que se mantuvieron siempre muy atentos al  gesto del sustituto. En el capítulo sinfónico la desigualdad entre los dos compositores, Mozart y Arriaga, fue menos patente que en lo vocal. La obertura de Los esclavos felices y la Sinfonía en Re son dos obras verdaderamente interesantes de Juan Crisóstomo Arriaga. La orquesta sonó muy bien, aunque algo sorda por falta, en este caso, de la caja acústica que el teatro suele montar para los conciertos. Músicos y maestro cosecharon una merecida ovación en una velada agradable y llena de arte.