Revista mensual de publicación en Internet
Número 77º - Agosto 2.006


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Cuando la música -la vida- es lo único

Por Daniel Mateos Moreno. Lee su Curriculum.

Situaciones de la vida, la enfermedad, la pena, la tristeza, la propia vida y todo lo que conlleva. La soledad, la oscuridad de un túnel sin final. Frases sin verbo pero con sentido. Son ocasiones, no es una constante, nunca lo ha sido, hasta que llega a instaurarse en tu vida, y cuando quieres darte cuenta no eres el mismo. Ni tú ni el mundo que te rodea. Las miserias de la vida toman el rumbo de tus designios. Te quedan tus recuerdos; aprendes a vivir de ellos. Y la música, el arte o el deseo de ser algo más que lo corpóreo, de alcanzar los sueños.

Si tienes suerte, te rodearán tus seres queridos. No quiero pensar cómo sería afrontar algo así sin su ayuda. Es el momento de redescubrir cosas básicas. Aprender a amar de nuevo a los que te cuidan, a dar gracias a Dios por cualquier momento anterior que siempre habrá sido mejor y por los que rezas para que vengan. Alguien me dijo que el mal redime. No sé si será cierto, pero lo que sé con certeza es que te hace mucho más humano, te purifica y te hace ver con claridad, apreciar lo que antes no habías ni siquiera contemplado, pensar en lo más básico, saber lo que es imprescindible y lo que puede que no.

La música es mi vida. Ahora, la veo con ojos diferentes. Momentos en la vida en la que los sentimientos y la memoria se convierte en lo más importante. A veces todo parece que se vuelve en contra. Cuesta mantener el equilibrio. De eso se trata, de volver al equilibrio natural, físico y espiritual.

Una sola nota, un solo acorde, el silencio, una onda, una simple presión, la imaginación de un sonido, el recuerdo de un sentimiento inducido por una música. Al final no hay final, sino principio. Al principio no hay principio, sino final. La fuerza proviene de un lugar misterioso, como todo lo humano, un lugar indefinido. Lo discontinuo se transforma en continuo y viceversa: Al alejarse de una línea punteada lo que vemos es una traza continua, y más lejos aún una forma, y aún más lejos, lo que contiene a esa forma y su entorno. Esta vida es una transición, un despertar mágico por el que no debemos parar nunca de dar las gracias a un Demiurgo, y amar a todo lo que nos rodea.

Ojalá pudiéramos curar el alma. Curar el cuerpo. Ojalá viviéramos dentro de veinte siglos más adelante. No deja de ser una suerte haber estado despierto, sea cuando fuere, y un infortunio aquel que no es capaz de ver lo prometedor de la humanidad y sus posibilidades, las posibilidades de nuestro universo y los misterios que nos aguardan impacientes. Resulta complicado no ser un artista, un filósofo o un físico cuando uno se percata, cuando se abren los ojos. Es difícil no querer contribuir.

Volver y volver, llegar a ser lo que se ha sido, alterar el trascurso de los acontecimientos, evitar lo inevitable, desear lo imposible, lo que puede ser posible pero aún no lo es. Luchar contra una fuerza insuperable, aprender a resignarse y vivir con esa resignación. Aprender de nuevo a vivir, desear volver a nacer una y un millón de veces. Perder la consciencia, recuperarla, perder el ánimo, volver a recuperarlo, enfrentarte a algo terriblemente duro. Las fuerzas que te abandonan, el pesimismo que te invade. Misteriosamente algo tira de ti hacia delante, te empuja, te obliga a no abandonar. Quizás sea el amor de los seres que te rodean, tu propia memoria y la posibilidad de una remisión.