Revista mensual de publicación en Internet
Número 77º - Agosto 2.006


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BARENBOIM-SAID:
LOS CRÍTICOS, AL RINCÓN

Por Fernando López Vargas-Machuca.

Iba a escribir, como en los últimos cuatro años, un extenso comentario sobre la nueva edición en tierras andaluzas del West-Eastern Divan y el comienzo de su gira de conciertos. Pero no voy a hacerlo por el trato, considero que a todas luces incorrecto, que los críticos musicales hemos recibido por parte de la Oficina de Prensa de la Fundación Barenboim-Said. Y no me refiero tanto al secretismo con el que se ha llevado hasta el último momento una información que en buena medida se podía encontrar fácilmente en Internet (¡las webs oficiales de Daniel Barenboim y Waltraud Meier!) y a otras circunstancias que ahora no hacen al caso, como a las espantosas localidades en las que fuimos ubicados en el emblemático concierto de la Novena de Beethoven en la plaza de toros de Sevilla del 8 de agosto.

La verdad es que lo tenía yo que haber visto venir, pues cuando el genial músico de Buenos Aires ofreció el pasado 19 de julio un concierto en la plaza de toros de Marbella dirigiendo a la Joven Orquesta de Andalucía y a Javier Perianes -un inmenso honor para la primera y sin duda una merecida recompensa para el segundo- los mismos responsables de la citada Fundación tuvieron a bien ubicarnos a los pocos críticos musicales que allí nos encontrábamos no en la arena sino en el graderío, por lo que al no haber sonido amplificado allí no pudo escucharse apenas nada, y menos aún realizarse una valoración crítica del evento. En realidad más se escuchaban el permanente zumbido del motor del sistema de iluminación y los pasos de la azafatas que deambulaban continuamente de un sitio para otro proyectando con sus linternitas un haz de luz sobre los ojos de aquellos aficionados que osaban tomar fotografías del espectáculo, toda vez que impedir la captura de imágenes por parte de nadie que no fuera Canal Sur 2 parecía una de las principales preocupaciones de los organizadores.

Pero volviendo al escenario sevillano, cuál sería la sorpresa de los críticos musicales de diferentes medios que allí nos encontrábamos cuando descubrimos que no estábamos ubicados en la arena, zona muy amplia con abundante número de sillas donde sí que pudimos ver a otros numerosos invitados de la organización, sino en las peores localidades de todo el coso taurino: las gradas más altas y descentradas del escenario de las que se habían puesto a la venta, donde además de sufrir una calor de muerte -es la única zona cubierta de la plaza-, no pudimos escuchar la música con un mínimo calidad acústica. En esta ocasión sí había amplificación, pero desde aquellas localidades todo sonaba muy a lo lejos y había frases musicales (¡algunas de las más trascendentales de la partitura!) que sencillamente no se oían: había que imaginarlas.

Comprenderá el lector la decepción de este melómano, que como admirador de Barenboim y defensor del West Eastern Divan en este y otros medios llevaba meses esperando el evento con ilusión, cuando se quedó sin poder disfrutar mínimamente del espectáculo mientras que varios amigos suyos, ubicados en otros puntos muy diversos pero mejor situados del recinto, le confirmaron a la salida que ellos sí había podido escuchar razonablemente bien para tratarse de un concierto al aire libre. En realidad tenía que haber ido por libre y haberme percatado a tiempo de que los responsables de la Oficina de Prensa de la Fundación Barenboim-Said no iban a caer en la cuenta de que los críticos musicales no acudimos a hacer crónica de sociedad, sino que nuestro trabajo -además de afición- es precisamente hacer una crítica estética de que lo que allí se escucha.

Creo que todos nosotros sin excepción, con independencia de la importancia del medio o los medios para los que cada uno escribamos y de nuestras mayores simpatías o antipatías hacia el  West Eastern Divan, nos merecemos al menos esa consideración. Por el contrario en la plaza de toros de Sevilla todos los críticos -o casi todos- fuimos enviados sin miramientos "al rincón". Así que por mi parte, además de exponer públicamente por escrito estas reflexiones, a la hora de acudir al concierto que ofrecerán Barenboim y sus chicos en Granada el 20 de agosto he decidido no depender en modo alguno de la citada la Oficina de Prensa y me he comprado religiosamente la entrada, gasto insignificante que realizo muy complacido esperando acudir allí únicamente para lo que más me gusta, que es disfrutar de la música en buenas condiciones. Creo que huelgan más comentarios.

 

Web de la Fundación:  http://www.barenboim-said.org

Web oficial de Barenboim: http://www.danielbarenboim.com/