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Número 73º - Febrero 2.006


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EL TRIUNFO DE LA ROSS

Por Fernando López Vargas-Machuca.   

Sevilla, Teatro de la Maestranza. Temporada de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. 24 de Febrero de 2006. Agustín Charles: Seven Looks. Modest Mussorgsky / Dimitri Shostakovich: Canciones y danzas de la muerte. Sergei Prokofiev: Sinfonía nº 4. Nathalie Stutzmann, contralto. Michail Jurowski, director. 

Ya va siendo hora de comenzar  una crítica hablando de la orquesta. Del magnífico rendimiento de la orquesta. Y es que la Sinfónica de Sevilla, después de algunos años con demasiadas vacilaciones y titubeos, está volviendo a sonar con la calidad de sus mejores tiempos. Cierto es que en este octavo programa de abono que comentamos hubo cierta acidez en los violines, o alguna que otra inseguridad en los metales, pero la formación hispalense respondió con solidez, empaste y precisión en todas sus secciones, y además lució un formidable virtuosismo -y más aún: musicalidad- en muchos de sus solistas. No vamos a entrar en si esta mejoría se debe a la actuación como titular de Pedro Halffter, a la incorporación a la plantilla de un buen número de nuevos profesores, a una combinación de ambos factores o quizá a ninguno de ellos, pero lo que está claro es que la ROSS puede volver a presumir de ser una de las mejores orquestas españolas, y de poseer un nivel abiertamente superior a cualquiera de las de la capital.

Nuestros elogios a la ROSS no deben hacer pasar por alto que en el mismo concierto pudimos disfrutar de la presencia de una de las mejores cantantes del mundo: Nathalie Stutzmann. Sinceramente no le recordábamos en directo (vino hace años al Maestranza con Tafelmusik) un instrumento tan cortito de volumen, pero a pesar de ello exhibió una voz de extraordinaria belleza tímbrica e insólita homogeneidad y, sobre todo, una admirable capacidad para recrear de manera sutil e inteligente cada uno de los matices e inflexiones dramáticas de los textos de las Canciones y danzas de la muerte de Moussorgsky sin caer en ningún exceso tremendista. Una exhibición antes de musicalidad y sutileza que de poderío vocal, por mucho que algunos nos quedáramos con las ganas de saber qué está haciendo con su instrumento incomparable en esta misma obra -la anda cantando en Nueva York- la otra gran contralto del momento, la impresionante Ewa Podlés. En todo caso, bravísima Stutzmann, cuyo aspecto andrógino le da un aire de lo más personal e inquietante. ¡No dejen de visitar su estupenda página web!

Michail Jurowski dejó un agridulce sabor de boca hace años en su primera colaboración con la ROSS. En la página de Mussorgsky (ofrecida en la notable orquestación de Shostakovich) se mostró como un mero concertador, procurando no sepultar a la Stutzmann antes que indagar en los aspectos más tenebrosos de la partitura. Convenció bastante más en su recreación de Seven Looks, composición de Agustín Charles que se ofrecía de manera obligada por haber obtenido el II Premio de Composición de la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas. No importa la "imposición", pues se trata de una partitura escrita con mano maestra en la mejor tradición de los conciertos para orquesta de Lutoslawski o Carter -salvando las distancias, claro-; sin ser particularmente personal y no resultando en absoluto innovadora, la obra termina enganchando, sobre todo en su fascinante final, merced al talento del compositor catalán y a la entregada labor de la orquesta y su director, a quien no obstante se le podía haber pedido una mayor variedad en las dinámicas.

Convenció sólo a medias la Cuarta de Prokofiev. Jurowski concertó francamente bien, pero no terminó de enterarse que esta partitura es en su segunda versión estrenada en 1947 -no en la primera, diecisiete años anterior- una verdadera obra maestra. En su traducción, globalmente correcta pero bastante prosaica e impersonal, se echaron en falta mayor acidez e ironía, mayor diferenciación tímbrica y, sobre todo, un más elevado vuelo poético, sobre todo en ese acongojante clímax del primer movimiento en el que se dan la mano el frenesí dancístico y la desesperación nostálgica que dan sentido a la obra de su autor. Sí que estuvo bien puesta en sonidos la cataclísmica disolución final, pero la "carrera hacia el abismo" que la precede necesitaba mayor negrura y desesperación. En todo caso, felicidades a Pedro Halffter por programar esta música genial que nunca se graba y jamás se toca.

 

ENLACE RECOMENDADO 

Web oficial de Nathalie Stutzmann: http://www.nathaliestutzmann.com/

Web de la ROSS (con notas al programa y traducción de los textos cantados): http://www.rossevilla.com

Web del Maestranza: http://www.teatromaestranza.com