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Número 72º - Enero 2.006


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LA HISTORIA MUSICAL DE ZARATUSTRA

Por Alfredo Canedo (Argentina)

    Es de capital Importancia en el poema sinfónico, contra aquello de la música absoluta, la concordancia con la trayectoria general del pensamiento literario, unas veces enfocado desde el punto de vista de las figuras musicales, otras, desde la música vocal. Con esos precedentes, muy al pie de la letra, Richard Strauss dio, con simple acompañamiento de acordes y amplio dominio de los recursos orquestales, rienda suelta a su imaginación en derredor de la historia de Zaratustra, figura enigmática y semilegendaria de la antigua Persia.

    Al tiempo que los mejores talentos musicales compositores de  páginas eróticas, místico-religiosas y excéntricas, Strauss con artesanía impecable desplegaba en sus sinfonías, cuartetos o sonatas para piano, temas nostálgicos y tormentosos de una época decadente.

Ya advertía por entonces de la imposibilidad en reconciliar aquellas formas heredadas con su música franca, no pocas veces vigorosa y técnicamente consumada en acciones y experiencias de las insondables honduras del espíritu:

              ¿No tengo derecho a componer la música que me plazca? No soporto la

         tragedia de los tiempos actuales. 

              Làng, Henry Paul. Del romanticismo al realismo.

     Y en ese sentido, cabe destacar la influencia de la escuela neogermana en sus obras, puesto que con la misma vara cayó enteramente bajo el influjo de Friedrich Nietzsche; lo cual se percibe desde su libre trasposición de la historia del semilegendario persa Zaratustra a la cumbre del virtuosismo musical. Ahora bien, ¿por qué osó apropiarse del pensamiento doctrinario e ideológico del filósofo?  ¿Acaso vio en Zaratustra al heraldo del hombre nuevo? Strauss creyó precisarlo asì:

              No he querido escribir mùsica filosófica ni traducir musicalmente la gran

         obra de Nietzsche. Solo me he propuesto hacer un cuadro del desarrollo de la

         raza humana desde sus orígenes, hasta llegar a la concepción nitzscheriana 

         del Superhombre.  

              Solti, Georg. Memorias.

    Mas esas preguntas serían ya, en el fondo, la refutación de Strauss, a través del personaje nietzschiano, a la denominada ‘ordenación moral del mundo de los humanos’ y a la ‘cobardía de aquellos no idealistas’. De ahí, la inmensa singularidad de su poema sinfónico ‘Así habló Zaratustra’, op, 30, en las musicales alegorías al Superhombre, a la muerte de Dios, a la voluntad de poder, al eterno retorno de la identidad y a la veracidad como virtud suprema; dionisiaco drama, si por el lado musical furiosamente sonoro, por el ideológico con cierta afinidad a la persecución de ideales de los maestros del pasado germano. A poco del estreno de su poema sinfónico el 27 de noviembre de 1896 en el Teatro de Concierto de Francfurt, Strauss ante la requisitoria periodística, respondió: 

              Para mi el programa poético no es màs que el substrato de la forma y la

         inspiración para el desarrollo puramente musical de mis sentimientos. 

              Sagarmìnaga, Juoaquìn Martín de. Prima la música.

    De suyo que la verdadera intención de Strauss fue homenajear a Nietzsche y poner música a la idea de la evolución de la raza humana desde los orígenes hasta la idea del Superhombre.

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    Las sobradas alteraciones tonales, los imponentes efectos orquestales, las progresiones armónicas y los enfrentamientos de timbres instrumentales distribuidos en: flautín, flautas y flauta piccolo, oboes, corno inglès, un clarinete en mi bemol, dos clarinetes en si bemol, un clarinete bajo, tres fagots, un contrafagot, seis trompetas en fa, cuatro trompetas en do, tres trombones, dos tubas bajas, cuatro timbales y batería, más un campana en mi, dos arpas, un órgano y la cuerda.

    Especial riqueza musical, algo macabra en los trazos, glorificadora del hombre en la conquista no de otro mundo sino ‘del suyo’,  de la voluntad de poder, del pensamiento en el eterno retorno y del gozo extático de los transportes de la voluptuosidad. La partitura clásicamente estructurada en secciones, cada una con subtítulo de la obra de Nietzsche, a modo de bloque de sucesivas ideas musicales. Notablemente enmarcada en la musicalización del pensamiento cardinal del filósofo alemán a través del grandioso y solemne do-sol-do de la introducción al poema sinfónico:  

              El sol se eleva. El individuo se funde en el Mundo y el Mundo se funde en

         el individuo. (Así habló Zaratustra)

    Los discursos de Zaratustra musicalmente desarrollados en asociados compartimientos:

De los transmundanos.

    Dominio de los ‘mundos escondidos’, de las ‘oscuras montañas’ y las

ideas religiosas como respuestas a los enigmas del universo. El tono

muy lento de la cuerda, algo semejante al del ‘Credo’ gregoriano.

De la aspiración suprema.

    Expresión del impulso metafísico, de la duda y de los interrogatorios. La Naturaleza en tonos menos largos de las trompetas y el órgano. Un largo crescendo de la orquesta, mientras el solista violín con el tema en octavas.

De las alegrías y las pasiones.

    El hombre vuelto al mundo de las pasiones. Glorificación de la vida terrestre en el tono más animado, ascendente y descendente, de los violonchelos. Luego, el ‘asco de la vida terrenal’ representado en los trombones. Un animato en 6/8 cromático, sobriamente expresivo, enfáticamente rítmico y sonoro.

El canto de la tumba.

    El hombre parece soñar en la muerte. El canto en tono animado al adiós a la vida, al sentimiento abrumado y a los recuerdos.

De la ciencia.

    Angustia e interrogación en el clarinete con tonalidad un poco más tranquila y más expresiva. La Naturaleza y el Espíritu humano en el magistral ‘fugato’ intencionalmente austero.

El convaleciente

    Rico contrapunto muy lento y enérgico. El tema de la Naturaleza resuena una vez más en el tutti. La risa frenética de Zaratustra liberado del mal, de la ignorancia y de los deseos terrestres en trinos de oboes y de las trompetas.

El canto de la danza.

    El ritmo vienés en do mayor, sencillamente encantador, mas el sentimiento humano en la danza triunfal. 

El canto del viajero de la noche

      En lo más profundo de la noche Zaratustra anuncia su suprema aspiración a la Eternidad a través del do mayor en los tintineos de campanas. Desde las tinieblas la emergente luz y la serenidad de las esferas celestes en tonalidad de do de las cuerdas.

 

Final

    Movimiento inicial con trinos en el violín del solista, mas una especie  de tranquilo coral a modo de redención. Así fue como Strauss sin escrúpulos de conciencia, ni teorías preconcebidas, ni responsabilidad alguna de orden social, incursionó en todos los rumbos imaginables para perpetuar la obra de Nietzsche en las sonoridades de su poema sinfónico.