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Número 71º - Diciembre 2.005


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MENDELSSHON, CLASICO Y ROMÁNTICO

Por Alfredo Canedo (Argentina)


F. Mendelssohn

INTRODUCCIÓN

    El romanticismo musical fue, avanzado el siglo XIX, un movimiento con tendencia al catolicismo, pues los textos litúrgicos ejercían una fascinación misteriosa aun en compositores no necesariamente católicos. Propias del momento son las flexibilidades y solturas melódicas, colores y disonancias tonales, multiplicidad de sonoridades y extensa gama de armonías diferenciadas de otras.  Todas ellas vertientes gustosas de musicalizar ‘afectos’  o estados del alma en compases, en las murmuraciones del piano, en ritmos apacibles, blandos y hasta desusados como así en el timbre aterciopelado de la voz humana.   

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    No cabe duda alguna que Félix Mendelsshon Bartohldy (hijo del linaje de los Pergolesi, Mozart y Schubert) ha reconciliado las calmas tonalidades de la música académica con las descriptivas, elegíacas, melódicas, algo pesimistas y sentimentales del romanticismo. Por tanto, correcto es pensar su labor musical como una mezcla de elemento clasicista con el romántico; a prueba de ello: la escritura pianística de líneas melódicas y pasiones sombrías, las páginas sinfónicas del calificado estilo, los acordes ampliamente espaciados y polirítmicos, mas el equilibrio de sonoridades, en vez de las tradicionales interrupciones entre cada una de esas, tan emotivas y vigentes en la ‘Sinfonía en la menor’, cuyo ‘scherzo’ está derivado de una canción popular de Escocia, y su ‘Sinfonía en la mayor’, considerada como fruto artístico de su largo viaje a Italia en 1830, como dice Hensel: 

              Los pastores, las pastoras, los bosques, los palacios y los castillos en la
         campiña escocesa, así como los frescos y monumentos de Roma son para mí

         motivos musicales.
                
Hensel, S. ‘Félix Mendelsshon Bartholdy’.

     Para él, hijo de la Europa de mediados del siglo decimonono  donde se valoraba la cultura intelectual como‘métier’ del compositor, la música de orden social debía de incluir formas e inclinaciones clásicas; de ahí, tuviese en buena cuenta la voluntad del público en lugar de una actitud antagónica a la manera de Héctor Beriloz, Frederic Chopin y Robert Schumann. 

    La idea clásica de Mendelsshon está confundida con bellísimas inspiraciones románticas en sus armonías y melodías ‘bachianas’ a guisa de soportes de deliciosos corales fantásticos y canciones de primavera. Perfiles de elegante técnica, más tarde retomados por Johannes Brhams y Max Reger, en la sinfonía ‘Primera noche de Walpurgis’ en ’Do mayor’. Precisamente, acerca de tal obra Goethe en carta fechada en Weimar el 9 de octubre de 1831 se dirigió a Mendelsshon en estos términos:                 

              El poema está concebido dentro del espíritu de un alto grado de
          simbolismo, pues en la historia del mundo continuamente hay que recurrir a
         una situación en la que algo antiguo, con sólidos fundamentos, perfectamente
         probado y reconfortante, al tener que hacer frente a las innovaciones sucumbe
         aplastado, se arrincona y desplaza, y si no es destruido, sí al menos se
         encierra en los lugares más recónditos. La fase intermedia en que todavía el
         oído puede –y con toda probabilidad debe- reaccionar, se presenta aquí con
         bastante exactitud, y un entusiasmo gozoso, inconmovible, estalla una vez
         más, claro y radiante. 
             
Ludwig, Emil. ‘Goethe, historia de un hombre’-

    Las mejores de sus partituras instrumentales son dignas de un Mozart romántico, en tanto se comprenda el concepto de ‘romántico’ en tendencia hacia lo fantástico, el mundo espectral de los elfos y el profundo amor a la Naturaleza. En el mismo sentido, es ‘morzartianasu fina vena melódica y técnica poco común en la música escénica de ‘Las Hébridas’, ‘La noche de Walpurgis’ y los ‘Caprichos’ y el ‘Scherzi’ para piano, obras dotadas de características tonalidades sentimentales, equilibrio formal perfecto y marcados acentos popularizantes.

    Entre los numerosos arregladores y compositores de argumentos shakespereanos, ninguno como Mendelsshon en ‘El sueño de una noche de verano’, obertura escrita en 1843. Nadie olvidará jamás las galas cualidades de esta genial composición en el ‘fuoco’ o ‘appasionato’, en el ‘allegro’, el sutil ‘scherzo’ concebido en un ‘staccato’ pianístico, la traviesa danza de gnomos en dulces melodías de corno y fagot en el nocturno, y la apoteósica y pomposa marcha nupcial. Gracias a la agilidad y belleza melódicas de tu temperamento musical, Mendelsshon logró en esta pieza un feliz complemento de la musicalidad del poema con las andanzas de hadas y hechiceros. Acerca de esas virtudes musicales del genio de Hamburgo escribió Robert Schumann lo que sigue: 

              Saludo en Mendelssohn al reconciliador de las perspectivas clásica y
              romántica, al único gran artista que resuelto la desarmonía de aquellas
              escuelas musicales.
                 Láng, Paul Henry.  ‘La música en la civilización occidental’.  

    Aunque más de una obra pianística suya quede en el olvido, la mayoría vive íntegramente hasta los tiempos actuales. Por caso, las espléndidas ‘Variaciones serias’ pianísticamente contrapuntísticas, nobles, ágiles, técnicamente polifónicas y con predominio del contenido sobre la forma; el ‘Concierto para violín y orquesta’, op. 129, en la ‘la manor’, de solo un movimiento; el ‘Concierto para violín y orquesta’, en ‘mi menor’, op, 64; el ‘Lieder sin palabras’; la graciosa y ligera composición pianística ‘Pieza de carácter’; el ‘Scherzo’, op. 16, número 2, y el ‘Rondó caprichoso’; además de las sonatas para piano y violín, para piano y violonchelo, los preludios y las fugas. Las sonatas para piano en ‘Fa sostenido menor’, Op. 7, y ‘Mi mayor’, Op. 6, ejemplos brillantes, tal vez los más brillantes, de la manera de hacerlo en estilo ‘prestissimo’; cuales han merecido de Gioacchino Rossini el comentario siguiente:  

              Estas me huelen a Scarlatti.
                 
Hiller, Ferdinand. ‘Félix Mendelsshon Batholdy’.

    Obras todas de tratamiento equilibrado de la parte de instrumentos solistas y los de la orquesta, de grande encanto además de no carenciadas de virtuosismo.  No vaciló Mendelsshon en dar paso en esas composiciones libres a sus sentimientos, en temas y melodías a guisa de eslabones de ideas e imágenes, si bien demasiado ajustadas al Beethoven de la ‘Pastoral’ y al Luis Spohr de ‘Las estaciones’. Heredades también apreciadas en sus ‘Canciones sin palabras’ y ‘La luz y lo etéreo’ con melodías delicadas y retraídas, duetos idealizados y barcarolas en tiempo moderado y ritmo de balanceo. Pero el rasgo más distintivo de esas piezas, aun las determinadas por imágenes extra-musicales, el estilo clásico irradiado de romanticismo sin infrigimientos a las leyes de la lógica musical o académica. 

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    Mendelsshon ha escogido del bello y sugestivo texto litúrgico como así de pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento motivos de su sinfonía ‘Himno de Alabanza’, del oratorio ‘San Pablo’, de la grandiosa obertura fugada ‘Elías’, de la canción ‘Magnificat’ y demás composiciones corales y ‘a capella’. Pero la grandeza en tales piezas , bien entusiastamente clásicas o antiguas a la vez, no está sustraída de tonalidades románticas con alguna semejanza a las de ornato del oficio divino y ofrenda al altar de Giovanni Pierluigi da Palestrina. En relación a lo mismo el musicólogo británico Geroge Grove escribió a poco de conocerse en Londres esas composiciones del músico alemán: 

              Las piezas sacras de Mendelssohn llegaron a Inglaterra no como
          extranjeras, pues estamos orgullosos de ellas, como si se hubieran producido
         o presentado, hace mucho tiempo, en Inglaterra; apelan a nuestro amor
         nacional por la Biblia, y no hay duda de que tienen muy merecida esa posición,
         próxima a Haendel, que Mendelssohn ocupa en Inglaterra.
             
‘El Diccionario de música y de músicos’.

    Piezas sacras con señales de que el movimiento romántico volvía otra vez a la antigüedad merced a la inspirada erudición de Mendelsshon en todos los géneros de la literatura musical.