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Número 69º - Octubre 2.005


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EL TCHAIKOVSKY DE GERGIEV

Por Rubén Flórez Bande

          

Valery Gergiev debe de ser uno de los intérpretes actuales que se han salvado de los recortes o "tijeretazo" que ha afectado a tantos otros, pues su casa de siempre (Philips) le sigue encomendando la grabación del "gran repertorio". Bien es cierto que, del panorama actual de directores, es de los pocos que aún dicen algo, o pretenden decirlo, aunque en muchas ocasiones el resultado no sea el deseado, o mejor dicho, el esperado. Gergiev ha sabido venderse, o lo han sabido vender: uno de los principales directores invitados de la Filarmónica de Viena, el sucesor de Sir Colin Davis al frente de la Sinfónica de Londres, ¿futuro sucesor de Levine en el MET?... Quién se lo iba a decir en los años 80.

Lo que Philips nos remite ahora son las tres últimas sinfonías de Tchaikovsky con Gergiev al frente de la Filarmónica de Viena. La ya había salido anteriormente, en el año 2000, y ahora se junta a las y (aunque también poseía una no muy lejana con su Orquesta, que parece que ahora definitivamente se llama "del Teatro Mariinsky") que sí son novedad, todas grabadas en vivo. Los resultados, que comentaremos, tienen de todo. Parecía difícil decir a estas alturas algo nuevo en Tchaikovsky, más aun con una orquesta tan poco "rusa". Pero la cuestión es saber cómo hacerlo, y Gergiev, parece que sabe.

Lo mejor de estas tres sinfonías, sin duda alguna, es su , ya desde las fanfarrias del comienzo del primer movimiento se nota algo nuevo... ¿cuántas veces se han escuchado los metales rajados en Viena? Pues bien, Gergiev intenta llevar esa sonoridad tan propia de las orquestas rusas al "refinamiento" de Viena, y lo consigue. Pero sólo ahí, y en pocos pasajes más, aparece esa característica. El resto de la Sinfonía se mueve entre la elegancia, y cierta sequedad. No quiero decir con esto que Gergiev se haya refinado, o sometido al sonido "occidental", sino que prima la melodía, incluso el intimismo, al arrebato (muchas veces desmedido) al que se somete esta sinfonía.

El resto del movimiento no peca de ese carácter "bailable" que le dan muchos colegas, haciéndolo parecer frívolo, más parecido a uno de sus ballets que a una sinfonía. Esa marcialidad arrogante, con las partes más líricas, más lujosas. Quizás, vuelvo a decir, no se espere eso de un director de la "escuela rusa". Incluso el final de este primer movimiento tiene fuerza, pero no ruido, lo que es de agradecer; "quema", pero sin sacrificar la música, se oye todo. Incluso la elegancia queda bien en este arrebato.

En el "Andantino" se puede decir que es la orquesta la que toca sola, parece que Gergiev les da licencia. Él marca un ritmo, muy adecuado, y todo parece fluir, sin tensiones, pero sin caer en lo intrascendente, o en lo puramente melódico. Vuelve aquí a jugar con cierta "sonoridad tosca" en las cuerdas, y con la elegancia de los vientos de esta orquesta. El "Scherzo" quizás sea lo más sorprendente de esta interpretación. Una interpretación bailable, bromista, vitalista, que te arrastra, sacando color de esos "ostinatos" tan persistentes. Parece una persecución. Pero otra vez el tempo, rápido aquí, no le hace caer en la trivialidad. Nunca antes había escuchado este movimiento con tanto "optimismo".

El "Finale" vuelve a jugar con la sonoridad rusa, y con la elegancia vienesa. Al que le guste un final arrebatado, efectista y contundente, quizá le defraude esta interpretación. Vertiginoso es, pero sin ruido. Para empezar, suprime el primer platillazo del arranque, el fuego se pasa a las cuerdas, y no a la percusión, y los metales. No hay fortísimos fuera de sitio. La tensión se mantiene hasta el final. Pero no hay fuegos artificiales, ni decibelios a diestro y siniestro. Aun así arrastra hasta el último calderón.

En resumen, una interpretación interesante, sobre todo por los contrastes. Intentar jugar con la tímbrica de una orquesta que tiene un sonido tan definido y característico parece que sorprende, y más viendo los resultados. No es un "tira y afloja" entre el director y la orquesta, como sí se verá en la siguiente sinfonía, parece algo de mutuo acuerdo. Un experimento con un grato resultado, es un Tchaikovsky ruso, sí, pero con una elegancia de aristócrata zarista. Versión que podría codearse con las grandes digitales, entre ellas Bernstein/Nueva York (DG) o Karajan/Viena (DG).


La 5ª sinfonía fue la primera en grabarse de este miniciclo, proviene del Festival de Salzburgo de 1998, cuatro años anterior a la (2002) y seis años anterior a la (2004). En aquella ocasión las cosas no estaban tan claras ni para el director ni para la orquesta. Aquí sí que aparece un tira y afloja entre ambos, que lleva en algunas ocasiones a desajustes.

El primer movimiento, salvo por el Andante inicial, se puede decir que parece más una marcha militar que otra cosa, la sequedad ruda de Gergiev, contrasta con los tirones de la orquesta, y parece que fluye a empujones, más rítmicos que melódicos, sacrificando el poder sugestivo de esta música, con la expresividad hiriente. Se respira cierta tensión, no sé si premeditada o no.

En el "Andante" pasa otro tanto de lo mismo, Gergiev parece reservarse para los clímax, y sus progresiones, el resto carece de importancia para él, que la orquesta lo haga todo. Y así acaba con una dirección algo anodina, y despreocupada. El vals, muy bien rubateado, suena más vienés, que tchaikovskiano, quizás lo más conseguido de la interpretación, con unas cuerdas con ese sonido empastado, tan sensual.

El "Finale" aparte de cierto efectismo gratuito, como el "falso final" llevado a velocidad de vértigo, y la ralentización del tema principal en la coda, se mueve entre lo aceptable, noble en el tema que tanto recuerda al wagneriano de la "redención por el amor" (¿tomó prestado ese tema a posta Tchaikovsky?), impetuoso el arranque del "Allegro vivace", etc.

En resumen, versión metida "con calzador" por Gergiev, intentando imponer un criterio válido, pero sacrificando una tradición sonora de años. Los resultados ahí están. Los "bravos" finales, después de escuchado lo escuchado, no se sabe a quiénes iban dirigidos. Preferibles Bernstein/Nueva York (DG), Celibidache/Munich (EMI), Karajan/Berlín (DG)...


La "Patética" no llega a las cotas de la pero tampoco cae tan estrepitosamente como la . En cierto modo me recordó a la 6ª de Abbado con esta misma orquesta, de los años 70. La de Gergiev sin tanta perfección técnica, y sin la ya incipiente "frialdad" de Abbado, pero muy similar en cuanto a los resultados. Aquí parece más difícil encontrarse con los rasgos rusos, parece que es Viena la que marca ahora la pauta a seguir. No hay arranques arrebatados, ni sequedad en las frases, ni juegos tímbricos.

El primer movimiento tiene una primera parte muy buena, muy intimista si se quiere, sin perder esa parte de "halo misterioso", de que algo va a pasar, pero en cuanto aparece el Allegro parece que la cosa decae, el acorde forte en tutti parece que sabe a poco, no asusta, y lo que viene a continuación parece previsible, no nos sorprende con nada, ni siquiera los metales consiguen en sus partes llamar la atención.

Al "Allegro con grazia" le pasa más o menos lo mismo que al "Scherzo" de la 4ª: muy vitalista, optimista se podría decir también, pero quizá en esta sinfonía no sea lo más apropiado; aun así, un resultado más que curioso.

Lo mejor quizás sea el tercer movimiento, aquí sí, impetuoso, pero dejando el lado hiriente de lado, incluso la tímbrica vuelve a estar sacrificada. Muy cuadriculado parece, la música parece que fluye a trompicones, pero sorprende cómo se va construyendo poco a poco. El "Finale" vuelve a caer en el "intimismo" del primer movimiento, aunque aquí quizá demasiado parco, algunas frases en piano se terminan en el aire, como si a la orquesta le faltara oxígeno. El "Andante" final del movimiento, después del "gong", cuenta con unas cuerdas graves que ya quisieran para sí muchos.

En resumen, interpretación discreta, que no molesta, pero que poco aporta, salvo momentos puntuales. Preferibles otra vez: Bernstein/Nueva York (DG), Markevitch/Londres (Philips), Karajan/Berlín (DG)...


Conclusión: un Tchaikovsky interesante, sobre todo por la interpretación de la 4ª , ideal para los escépticos que piensan que en el compositor ruso ya está todo dicho, correcta 6ª, y poco trascendental 5ª. Y una llamada de atención a Philips/Universal, dado que la duración de los CD´s es raquítica, bien podían haberlo metido en un doble, y no en tres individuales, o en una caja triple. No están las cosas como para derrochar.

REFERENCIAS:

TCHAIKOVSKY: Sinfonías 4, 5, 6
Orquesta Filarmónica de Viena
Diector: Valery Gergiev

Nº4 en fa menor Op.36 Philips 475 6316
Nº5 en mi menor Op.64 Philips 475 6718
Nº6 "Patetica" Op.74 Philips 475 6317