Revista mensual de publicación en Internet
Número 66º - Julio 2.005


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MIKI DE LOS ÁNGELES 

Por Ovidi Cobacho Closa, Historiador del arte (Catalunya).

  • Obras: Recital de homenaje a Victoria de los Ángeles, con canciones i arias de Mozart, Fauré, Gounod, Strauss, Puccini y otros.
  • Intérpretes: Miki Mori (soprano); Ricardo Estrada (piano)
  • Lugar y fecha: Museo Industrial del Ter; Manlleu, 18- VI-2005.

Dentro del XV Cicle de concerts de primavera de Manlleu, organizado por la escuela municipal de música de esta localidad, se dedicó una de las veladas a homenajear a la  ilustre soprano catalana, fallecida el pasado mes de enero,  Victoria de los Ángeles. Y lo que se preveía como un modesto y emotivo acto de carácter localista acabó resultando un evento digno de los anales de los grandes coliseos, gracias a la soprano encargada de dar voz a la cita, la japonesa Miki Mori.

Esta soprano, afincada largas temporadas en Catalunya, cuenta con una formidable formación vocal y una notable trayectoria artística que la ha llevado a trabajar con batutas como Meter Schneider, Cyril Diederich, Salvador Mas i Josep Pons, entre otros; habiendo  encarnado numerosos personajes operísticos como Violetta, Mimi, Marguerite, la condesa de Le nozze, Donna Elvira, Fiordiligi o Marina, entre otros muchos. Ha colaborado en pasadas temporadas en algunas de las producciones de la Ópera de Sabadell, donde ha sido elogiada repetidas veces por  crítica y  público. A pesar de ello y a juzgar por su virtuoso instrumento, se le hace a uno difícil de alcanzar como su nombre no figura aún en los carteles de los grandes coliseos de nuestro país, a no ser por la demasiadas veces manifiesta e interesada miopía que parece guiar parte de su política de “fichajes”. Es el precio a pagar en estos tiempos, los de El Imperio de lo efímero, donde los intereses del sensacionalismo parecen haber eclipsado el criterio artístico, como muy bien ya supo ver y denunciar en su momento la desaparecida Victoria de los Ángeles, modelo de virtud artística y equidad humana.  

Pero volviendo al elenco que nos ocupa, para la ocasión de este homenaje se escogió parte del repertorio con el que la eximia soprano catalana había dado sus mejores tributos al género lírico. Así pues pudimos gozar de una primera parte con deliciosas canciones de Toldrà y Esplá; con las sensuales piezas “Après un rêve” y “Dans les ruines d’une abbaye” de Fauré y tres joyas del lied germánico ( “Die Nacht”, “Du meines Herzens Krönelein” y “Zueignung”) de Richard Strauss, a lo que cabe añadir una delicada canción popular japonesa; todas ellas cantadas y cinceladas por Miki Mori con una musicalidad y un fraseo encomiables, apurando el lirismo poético de cada frase y entonación.

La segunda parte, con arias de Mozart (Le Nozze), Gounod (Faust) y Puccini (La Bohème i Madama), fue, sencillamente, magistral. La perfección en la regulación de las intensidades, la pulcritud de la emisión y la extrema delicadeza en el uso del fiato y las modulaciones exhibida por Miki Mori se sumó a la calidez de una voz y a la belleza de un timbre que logró conmocionar al auditorio por completo, y eso a pesar de la pésima acústica de la sala improvisada para la ocasión. La pasión y el lirismo de cada una de las partituras fue vivida y transmitida por la soprano con una demostración de sensibilidad y nobleza canora digna de las mejores recopilaciones. A lo que cabe sumar la elegante y pulcrísima labor de Ricardo Estrada al piano. El turno de bises culminó con un emotivo “Cant dels ocells” y el público puesto en pié ovacionando la excelsa interpretación de la soprano.

La única nota negativa de la velada vino por parte del mal gusto y peor criterio de la organización al elegir tan inadecuado lugar para esta celebración, tanto por la acústica, la incomoda visibilidad del público y el chirriar de las sillas al más ligero movimiento como por el chapucero entarimado y el vigoroso extintor que reinaba colgado en la parte central de la pared del escenario. Con todo, la extraordinaria delicadeza y sensibilidad derrochada por Miki Mori suplió con creces las precariedades del desafortunado escenario.