El tenor

Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum. 

Recital de Juan Diego Flórez, tenor, y Vincenzo Scalera, piano. Obras de Manuel García, Vincenzo Bellini, Roberto del Carpio, Alfonso de Silva, Andrés Sas, Teodoro Valcárcel, Gabriel Fauré, Jules Massenet, Georges Bizet y Francesco Paolo Tosti. XI Ciclo de Lied. Teatro de la Zarzuela, Madrid, 13 de junio de 2005.

Juan Diego Flórez cautivó al público madrileño y terminó dando cinco arias de campeonato como propina. Cautivó por la belleza de su voz, y también por su arte, su simpatía y por su rigor. Es sin duda una de las grandes voces de hoy, pero no es un divo al uso. Su actuación estuvo marcada por la naturalidad en la actitud, en la interpretación, en la sobriedad y capacidad para cuidar los detalles precisos sin caer nunca en el amaneramiento, sin hacer alardes innecesarios, de los que sin duda sería muy capaz. Hay frescura en su forma de abordar el repertorio, pero también hay seriedad, dentro de un espíritu clásico que procura el justo punto de cada giro. Flórez tiene una distinción innata, pero también sabe cantar con inteligencia lo que mejor conviene a su calidad vocal. Para este recital, del maravilloso ciclo de Lieder que gozamos en el Teatro de la Zarzuela, escogió un repertorio inusual pero lógico y sensato. En la primera parte Flórez interpretó canciones, llenas de gracia y encanto, del legendario Manuel García, fundador del belcantismo, seguidas de unas ariette de Bellini, representante cumbre de la misma escuela. La voz de Flórez es perfecta para este estilo y nos dejó unas versiones de referencia, con una línea vocal y unos agudos impecables. El programa de la segunda parte se repartía en tres bloques dedicados a canciones peruanas, francesas e italianas. El cantante se enfrentó a cada pieza con el mismo rigor, sin descuidar una nota, ni una sílaba, con una atención asombrosa y alejada de toda presunción. El homenaje a su Perú natal se basó en creaciones folklorizadas del pasado siglo, de carácter mestizo por la fusión del lenguaje tardo-nacionalista con los aires locales. Las tres canciones francesas de Fauré, Massenet y Bizet fueron calentando el ambiente para rematar la sesión con otras tres de Paolo Tosti. En todas ellas el cantante volvió a demostrar su elegancia y calidez, sin caer en nunca en las trampas de la afectación. Los agudos resplandecieron con brillo y nobleza inusitada. Su voz voló junto a la música transportando a toda la audiencia al éxtasis, en una velada fascinante. Compartió las ovaciones con su estupendo pianista, el maestro Scalera, y se mostró relajado y muy generoso en las propinas. Flórez es, sin duda, uno de los grandes. ¡El triángulo se ha roto otra vez!