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Número 65º - Junio 2.005


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LA HISTORIA DEL MUSICAL: EL CONTINENTAL

Por Carlos Infante.

 
No hace mucho les comentaba como en la primera edición de los Premios de la Academia que incluían la categoría de ‘Mejor Canción’ (en 1935) una de las canciones nominadas era “
La Carioca” de VOLANDO A RIO DE JANEIRO, pero la ganadora sería precisamente EL CONTINENTAL de la película LA ALEGRE DIVORCIADA.  

Si recuerdan les comentaba que contra lo que se suele pensar VOLANDO A RIO A JANEIRO era una comedia musical de gran presupuesto a mayor gloria de sus protagonistas Dolores del Rio (Belinha) y Gene Raymond (Roger Bond). La unión de Astaire y Rogers fue casual y los celebérrimos bailarines ocupaban el cuarto y quinto lugar respectivamente en el reparto. Hoy nadie recuerda a los protagonistas y todo el mundo conoce a Astaire y Rogers, que se convertirían en dúo cinematográfico a lo largo de toda la década de los treinta protagonizando ocho películas más.

Hoy no les voy a hablar de la película en sí misma. La dejamos para otra ocasión. Prefiero centrarme en EL CONTINENTAL que bien merece un comentario propio. Les pongo en antecedentes: Astiare y Rogers son conminados a permanecer en una habitación de hotel sin salir. En un momento dado se asoman al balcón y observan como en la plata baja están bailando una canción que Fred desconoce. Ginger le explica que es EL CONTINENTAL, el ritmo de moda del momento (coincidencia con LA CARIOCA).

Sin solución de continuidad la protagonista entona la canción compuesta por Con Conrad y escrita por Herb Magidson: Una música hermosa, / un ritmo peligroso / Es atrevido el Continental, / una forma de bailar que es supernueva. / Es muy sutil, el Continental, / porque hace lo que tu quieras. / Tienen pasión, el Continental, / una invitación al romanticismo. / Es una moda, el Continental, / porque declaras tu amor al bailar. / Tus labios susurran con ternura, / sus ojos responden a tu canción. / Dos cuerpos se deslizan, el Continental, / y expresáis lo que acabáis de soñar. / Seguid bailando, el Continental, / porque es el baile del romance y del amor. / Os besáis mientras baláis, el continental. / Es el Continental. / Catáis mientras bailáis, / con voz suave y sentimental. / Paseáis juntos cogidos del brazo, / os desplazáis despreocupados con gracia y encanto. / Comprobaréis, la bailar, / que el ritmo os invade el corazón, un ritmo incontrolable, / y bailaréis el Continental sin parar.

Si se fijan sigue el mismo esquema de LA CARIOCA. Tras la introducción del número musical, los protagonistas esbozando lo que será su posterior interpretación coreográfica entran de nuevo en el hotel y deciden bajar a bailar a la planta baja. Ginger procede a cambiar de vestido (no es un detalle anecdótico) y Fred idea algo parecido a las sombras chinescas para eludir a su vigilante.

Ya en la planta baja empieza el Número propiamente dicho. Primero con los protagonistas mezclados entre el público, muy pronto ya solos en la pista de baile. El dúo de danza dura algo menos de dos minutos, contienen cinco planos, sólo uno muy breve en plano medio, el resto son planos generales que muestran a Astaire y Rogers de cuerpo entero tal y como era costumbre en el famoso bailarín. No voy a contarles lo que se tardó en filmar esos dos minutos, ni como sangraba Rogers al final del día. Si voy a llamarles la atención sobre un detalle. Si ven la secuencia una vez, o alguna más, es posible que perciban a los dos protagonistas a un mismo nivel, pero la realidad es muy diferente ¿Por qué percibimos esa igualdad? Muy simple. Fíjense en la escena: Astaire con frac sin más, Rogers con un vestido espectacular, largo, que casi no permite ver sus pies, con un cambio de color de rodilla para abajo y vuelo que se mueve a cada paso. Sumémosle la especie de pañuelo que lleva en la mano y no es muy difícil darse cuenta que cuando miramos a la protagonista nuestra atención se dispersa a varios objetivos mientras al fijarnos en Astaire solo vemos su baile, su paso de claqué, su estilo y su coreografía. He ahí la grandeza del cine, que con un simple artificio nos hace soñar, nos hace ver que Ginger es la pareja ideal de Fred, cuando la realidad es muy otra.

Segunda parte: La pareja trata de huir pero en las puertas aparecen numerosas parejas que saltan sobre la pista para bailar EL CONTINENTAL. Unos visten de negro y otros de blanco. No llegan a las figuras geométricas pero el estilo Berkeley ha dejado su sello. Es una versión más de EL CONTINENTAL con una orquestación más rítmica, aunque similar a al bailada por Astaire y Rogers, que en esta parte ven la danza desde una mesa en la terraza.

Tercera parte: el vigilante (Erik Rhodes) se asoma al balcón y arranca a cantar EL CONTINENTAL. Sus planos son intercalados con planos de las coristas en las puertas giratorias así como otras parejas de baile que siguen el ritmo de la popular canción.

Cuarta parte: Otra vez el cuerpo de baile a escena. Esta vez jugando con parejas en blanco y negro y figuras geométricas. La escuela de Berkeley está presente en los planos de conjunto, las transiciones y las imitaciones del kalidoscopio.

Quinta parte: una corista (Lillian Miles) interpreta una letra alternativa a EL CONTINENTAL aludiendo a su internacionalidad del nuevo baile. Más de la ‘escuela Berkeley0. Volvemos al cuerpo de baile y las tomas cinematográficas que dieron fama mundial al gran Busby. Variaciones diversas sobre la composición musical completan esta parte del primer Oscar a la Mejor Canción.

El vigilante se da cuenta del engaño, los protagonistas también y con la intención de irse vuelven ala pista acercándose entre variaciones rítmicas que incluyen el tango a la puerta de salida. Una vez más el vestido de Ginger y sus complementos llaman la atención del espectador hasta el momento que salen por la puerta, la cámara se acerca y se pasa al fundido en negro que cierra el número musical.

Son 16 minutos de número musical (LA CARIOCA eran 12). Es cierto que hay influencia de Berkeley en la composición de algunas partes bailadas, pero no es menos cierto que este número sienta las bases para el desarrollo de otras creaciones de Berkeley como el celebérrimo LULLABAY OF BROADWAY que se filmaría un año después.

Si con LA CARIOCA se define definitivamente lo que se entiende como número coreográfico en una película, con el CONTINENTAL se llega a la perfección que (aunque parezca imposible) será superada al año siguiente. De todas formas es una auténtica clase práctica de lo que es el género musical.

He visto diez veces este número musical para este análisis y, al igual que ocurriera con VOLANDO A TIO DE JANEIRO, les puedo asegurar haber descubierto matices que aún no había apreciado en las múltiples ocasiones que había visto EL CONTINENTAL. Me sigue fascinando el vestido de Ginger Rogers y su utilización certera ideada por Mark Sandrich (Director) y Hermes Pan (Coreógrafo), me sigue fascinando la simplicidad aparente del estilo Astaire, me sigue fascinando el uso de la técnica precaria del cine sonoro con una frescura inusitada. En definitiva me sigue fascinado toda la película.

Más de 70 años contemplan EL CONTINENTAL y aún así mantiene plenamente su frescor y su vigencia, es una obra maestra definitiva e imperecedera siempre disponible para su disfrute y deleite. Merece la pena el esfuerzo de ver algo diferente, de acostumbrarse a un estilo que para el gran público puede estar ‘desfasado’. Por cierto el gran Max Steiner también aportó su grano de arena, no sólo estaba Cole Porter.