Revista mensual de publicación en Internet
Número 62º - Marzo 2.005


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SEVILLIAN WARS
CAPÍTULO IV: UNA NUEVA ESPERANZA, O...

¿QUÉ HE HECHO YO PARA MERECER ESTO?

Por Fernando López Vargas-Machuca.

   

Resultaba complicado, a la hora de escoger un título cinematográfico para la entrega que viene a cerrar -al menos de momento- esta serie dedicada a las belicosas vicisitudes musicales de la ciudad de Sevilla, decantarnos por la idea "galáctica" inicial o continuar con la derivación "almodovaresca" escogida para el capítulo anterior. Al final hemos optado por ofrecer al paciente lector que elija entre dos alternativas la que más le guste en función de su propia percepción de los hechos y, sobre todo, de si se declara "pro-Halffter o "anti-Halffter". Y es que a la hora de valorar la llegada del más joven músico de la afamada saga de compositores a la dirección conjunta, musical y artística, tanto del Teatro de la Maestranza como de la Sinfónica de Sevilla (uno de los cargos con mayor poder y responsabilidad en todo el panorama musical español), parece bien difícil mantener la objetividad y no dejarse llevar por las simpatías y antipatías personales hacia los protagonistas de esta historia. Intentaremos aquí ofrecer al lector algunas claves sobre tan espinoso asunto.

Este salió a la palestra a mediados del mes de junio, a raíz de un manifiesto firmado por siete críticos de la prensa musical sevillana, en el que bajo el título de "Perplejos y preocupados", mostraban su indignación ante fundados rumores acerca de la llegada de Pedro Halffter, nombrado poco tiempo atrás y no sin cierta polémica director musical de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria,  para ocupar en Sevilla los cargos referidos, lo que supondría entre otras cosas la fulminante sustitución del director del Maestranza, José Luis Castro, de quien hacen en su texto una encendida defensa. Todo ello expuesto en un comunicado plagado de descalificaciones hacia los responsables de semejantes cambios: los socialistas Juan Carlos Marset, delegado de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla, y Alberto Bandrés, director general de Fomento de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, denunciando "públicamente y al unísono una línea cultural que se antoja empeñada en arrasar y destruir cuanto hasta ahora se ha realizado en la capital andaluza". El contenido de este escrito es muy de respetar, pero se deben realizar algunas apreciaciones.

Ante todo, es necesario desmentir la afirmación -que no ha sido vertida por los propios firmantes- de que se trata de un "manifiesto conjunto de la prensa musical sevillana". Los nombres incluidos al pie del texto son los de David Cuesta, Andrés Moreno Mengíbar, Justo Romero, Ramón María Serrera, Carlos Tarín, José Miguel Usábel y Pablo J. Vayón. Siete en total. Pero hay otros que no firmaron que también cubren -con mayor o menor regularidad- las temporadas musicales de Sevilla. Un grupo no menos heterogéneo que el anterior que incluye los nombres de "Bardolfo", Pedro Coco, Jacobo Cortines, Ismael González Cabral, José Luis López López, Juan María Rodríguez y el autor de estas líneas, Fernando López. Otros siete. Todo ello sin contar con los periodistas que escriben sobre eventos musicales pero no realizan nunca una labor crítica propiamente dicha, ni con los que no se dedican al repertorio clásico o que ahora no se encuentran en activo. En definitiva, decir que el citado texto es una declaración conjunta de la prensa musical sevillana es faltar a la verdad. Otra cosa es que alguien quisiera insinuar una división entre críticos "de primera" y críticos de "segunda", o quizá entre "los que cortan el bacalao" o "los que ni pinchan ni cortan".

También es necesario aclarar que el que los siete últimos críticos citados no firmaran (firmáramos) el manifiesto no significa necesariamente que tengan (tengamos) que estar en desacuerdo con su contenido, entre otras cosas porque no fue distribuido entre todos: se sabe que hubo alguno al que se le ofreció y no quiso firmar, pero otros nos enteramos de su existencia por la prensa. Y aquí hay que hacer otra observación: en lo que a la prensa local se refiere, el texto fue publicado íntegro sólo por la edición andaluza del diario conservador* El Mundo [*Nota editorial: La revista Filomúsica no se hace responsable ni asume como suyo este (u otro) juicio de valor dentro del presente artículo de opinión]. No lo fue <publicado> por Diario de Sevilla ni por El Correo -medio vinculado al grupo PRISA-, a pesar de que varios de sus críticos se encontraban entre los firmantes, mientras que sólo fue recogido muy abreviadamente por ABC, medio desde el que una firma incorporada hace poco a su plantilla, la del veterano catedrático de filosofía José Luis López López, ha realizado encendidos elogios sobre la figura de Pedro Halffter. No es de extrañar que circulen rumores sobre presuntas presiones sobre la prensa por parte del consistorio jugando con el argumento de las económicamente muy sustanciosas inserciones de publicidad en sus páginas.

¿Ha servido el manifiesto de algo? Si la intención última era hacer reflexionar a Halffter sobre la presunta inconveniencia de aceptar las proposiciones sevillanas, poco éxito ha tenido. Si de lo que se trataba era de mostrar solidaridad con la figura de José Luis Castro, ahí sí que puede haber valido la pena, aunque no deje de sorprender tal apoyo por parte de algunas personas que le criticaban el conservadurismo de su programación o sus escasos conocimientos musicales. Claro está que si el objetivo último era el de llamar la atención, ahí sí que el éxito ha sido absoluto, pues el eco ha sido sonado en el mundillo musical, apuntándose a la polémica algunas de las firmas más decididamente "anti-Halffter" que se conozcan. Por otra parte, hay por ahí algún malpensado que afirma detectar presuntos "efectos secundarios" del manifiesto: la sustitución de los cuatro o cinco críticos locales que antes acostumbraban a firmar las notas al programa por prestigiosas firmas nacionales, excepción hecha del citado José Luis López López, quien ahora también ha sido repetidamente reclamado como conferenciante en las charlas previas a los eventos musicales de la Sinfónica y del Maestranza.

 

Un futuro incierto

Va siendo hora de que el firmante de estas líneas ofrezca su postura sobre los hechos. Por lo pronto, yo no hubiera firmado el manifiesto si se me hubiera ofrecido hacerlo, por estar en desacuerdo con las formas y con el momento. En lo que a su contenido se refiere, comparto algunas ideas y no estoy de acuerdo con otras. Así por ejemplo, y como ya expresé en los anteriores artículos de esta serie, iba haciendo mucha falta un giro radical en la trayectoria de Sinfónica y Maestranza, encaminando ambas instituciones hacia una "modernización" de la que bien podría servir de modelo la en conjunto admirable propuesta de Josep Pons para la ONE, por poner una referencia cercana. También comparto la idea de Marset y Bandrés de integrar en la medida de lo posible teatro y orquesta, no sólo para dejar a un lado de una vez las molestas interferencias de sus respectivas programaciones, sino también para sumar esfuerzos a la hora de materializar las nuevas aspiraciones.

Ahora bien, lo que no parece tan claro es que fuera necesario prescindir de José Luis Castro: con todas las limitaciones que se quiera, la solidez y honestidad de su labor se merecían cuanto menos unas explicaciones que hasta ahora, al menos públicamente, no ha llegado. Tampoco parece que Pedro Halffter sea el candidato idóneo para ocupar los cargos que se le han ofrecido. Pero no ya por esa presunta mediocridad como director que aún está por demostrar (al menos en Sevilla, donde apenas hemos tenido la oportunidad de escucharle). Ni tampoco por su bisoñez como gestor y relaciones públicas, o como experto seleccionador de voces, toda vez que bien puede rodearse -de hecho así lo ha anunciado- por un buen equipo de colaboradores.

Los problemas son otros. El primero, un compromiso en Canarias que puede impedirle concentrarse en Sevilla. El segundo, no haber trabajado apenas con una formación tan conflictiva como la ROSS, y por ende desconocer las partes implicadas si va a existir la imprescindible sintonía mutua. El tercero es ser su padre una de las figuras más influyentes del mundo musical español, y ser éste buen amigo no ya sólo del citado Marset (quien presuntamente se va a encargar del libreto de su próxima ópera), sino también del mismísimo presidente de gobierno y de su melómana consorte, lo que convierte inevitablemente al joven Pedro -con razón o sin ella- en sospechoso de haberse beneficiado de presuntos favores personales, y en blanco perfecto para quienes no sientan afecto por su progenitor, por el jefe del Ejecutivo o por el PSOE en general. Dicho de otra manera: estaba claro que por mucho talento que con el tiempo Pedro Halffter demuestre tener y por muy renovador que sea su perfil, las propias circunstancias personales arriba referidas iban a minar su labor desde el momento mismo de su nombramiento. Bueno, en realidad ha sido desde antes: la publicación de presuntas anécdotas más o menos tenebrosas sobre la personalidad del joven artista y sobre su supuesta ignorancia sobre asuntos operísticos no se hicieron esperar ni un instante (otra cosa es la fiabilidad que a cada uno les merezcan tales noticias y sus respectivas fuentes).

Ahora las perspectivas no son muy halagüeñas, en gran medida porque no parece terminar de llegar esa amplia dotación económica prometida desde el gobierno central. Por otro lado, el nombramiento de Remedios Navarro, antigua administrativa de la Filarmónica de Málaga, como nueva Directora Gerente, no parece haber aportado nada en especial, mientras que la esforzada Directora de Producción de los últimos años, Alessandra Panzavolta, ha de buscar un punto de encuentro entre sus propios criterios y los de Pedro Halffter, detrás del cual se encuentra -no queda nadie que lo ignore- la poderosa agencia artística Musiespaña. Lo que está claro es que Halffter debe presentar cuanto antes un sólido proyecto de futuro que sustituya al conjunto de vaguedades y buenas intenciones que ha hecho llegar a la prensa. Un proyecto con el que demuestre ser merecedor de los puestos que ocupa y con el que marque un nuevo y fructífero rumbo para Sinfónica y Maestranza, demostrando que es él la gran esperanza para la música en Sevilla. Y es que si no acierta muchos terminaremos diciendo aquello de "¿qué he hecho yo para merecer esto?". Esperemos que haga buen uso del poder que ha concentrado en sus manos y terminemos todos, tirios y troyanos, quitándonos al sombrero. Desde FILOMÚSICA le deseamos la mejor suerte.