Revista mensual de publicación en Internet
Número 61º - Febrero 2.005


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"NI CHICHA NI LIMONÁ" 

Por Rubén Flórez Bande

          

¿Por qué de un tiempo (largo) a esta parte tienen tan mala prensa los Carmina Burana de Carl Orff? ¿Por qué las corrientes -llamadas- de vanguardia se ensañaron con esta obra? ¿Por qué hoy en día se siguen ensañando con ella? ¿Quizás porque es una de las piezas que sirven como acceso al mundo de la música "artística"? ¿Porque peca de efectismos? ¿Porque no pretende trascender? ¿Porque Orff musicaliza los textos a su gusto sin tener nada que ver con las músicas originales?... Muchas más preguntas se me ocurren sobre el maltrato al que se somete a esta obra, y aún no he conseguido una respuesta convincente.

Está claro que no estamos ante la gran "cantata profana" del siglo XX, para eso, y en un estilo similar, encontramos mucho más conseguido el Alexander Nevsky de Prokofiev (que, no nos olvidemos, es una adaptación de una banda sonora, de una película, y tampoco es que tenga mucho de trascendental). Tampoco es, claro está, una de las "grandes" obras del siglo XX, pero sí hay que reconocerle su popularidad; seguramente, muchos de ustedes conocen de gente que se ha acercado a la música "artística" gracias a algo tan directo y de tanto "gancho" como el "O Fortuna" inicial. Quizás por eso se ha despreciado esta música, por ser demasiado "popular".

Otros la tildan de intrascendente, y con eso se quedan tan anchos, y qué razón tienen, los textos encontrados en el monasterio benedictino de Beuren, del siglo XII en su mayoría, hablan de una "filosofía del pueblo" con canciones de amor, sátiras, danzas, canciones de taberna, etc; y esto, claro está, no es trascendental, seguramente los bávaros que las compusieron tampoco esperaban trascender. Pero bueno, no quiero abrir un hilo de discusión sobre estas obras, que a mí me gustan y disfruto con ellas, igual que me aburro con otras "políticamente correctas"

Pues a los Carmina Burana vamos, y de la mano de Sir Simon Rattle. Uno se plantea más preguntas a la llegada de este disco: ¿Este es el nuevo repertorio de Rattle en Berlín? Espero que no porque, sin olvidar el también recién salido Messiaen, poco "nuevo" repertorio ha grabado, y ciertamente comparando las programaciones de Abbado y las de Rattle, mucho más innovador era el maestro italiano, ya que no solamente programaba a "amigos" sino que recorría un amplio espectro de la producción actual (la de su época). ¿Por qué entonces estos Carmina? ¿Quizás por qué tengan "gancho"? Quién lo sabe... Pero vamos a los resultados.

Uno se imagina que teniendo a una orquesta como la Filarmónica de Berlín delante, esto tiene que sonar espectacular... pues no, señoras y señores, ya desde el comienzo y salvo cierta "ráfaga" efectista, esto carece de espectáculo. Ya el mismo arranque, con el archiconocido "O Fortuna" defrauda, ya que parece que lo está dirigiendo Harnoncourt, cortes en las frases, calderones exagerados, etc ¿Quizás el nuevo planteamiento historicista en la música del siglo XX?... ya tuvimos suficiente con aguantar su Beethoven (el de Rattle, digo).

El resto de la interpretación se mueve por la rutina, en una versión muy oscura: ¿quién puede hacer sonar "Primavera" como si fuera un otoño? Pues Rattle: todo marrón, todo gris, todo ocre, no hay luminosidad... ¡qué desaprovechamiento de orquesta!, nada que ver con la versión de Ozawa en los ochenta, con la misma Filarmónica de Berlín. Los coros cumplen (Coro de la Radio de Berlín, Coro Estatal de Niños y Coro de Niños de la Catedral) atentos a todas las (pobres) indicaciones de la batuta. En la parte de "Sobre el prado" planea el Rattle sutil, casi inaudible (la grabación, para los años que corren, tampoco es que sea una maravilla) que no consigue motivar en ningún movimiento; nunca he escuchado tan desganado el "Tendero, dame colorete" ni tan poco vivaz el "Si todo el mundo fuera mío".

Pero no todo van a ser peros, claro, lo mejor de esta grabación es "En la taberna". Esta selección de piezas tienen aquí una muy buena traducción desde el inicial "Ardiendo en mi interior" hasta el final "Cuando estamos en la taberna". Rattle es el único que consigue hacer sonar a la orquesta y coros como si fueran "borrachos", pero en el buen sentido de la palabra, alargando las notas e hinchando las sílabas el coro, nasalizando en ciertos pasajes, rajando los metales en algunas de sus partes, jugando con los ritmos y sacando cierto toque grotesco en algún pasaje, lo que hace de esta parte la más amena del disco.

La cosa vuelve a la "otoñalidad" y al poco colorido en "La corte del amor", algo ñoña, en el que el "¡Dulcisimo!" queda mal parado, por una insuficiente Sally Matthews. Y es que el reparto tampoco es que sea de lo mejor, por ejemplo, la citada soprano se muestra apurada en todas sus intervenciones, mucho mejor aquí una Hendricks con Mata en RCA, una Janowitz con Jochum en DG o una Auger con Muti también en EMI. El tenor Lawrence Brownlee (que después de estas interpretaciones de los Carmina, grabadas en vivo el día 29 y 31 de Diciembre de 2004, vendría a Madrid para cantar el Almaviva en el segundo reparto del Barbero de Sevilla en el Real) también se encuentra algo apurado, volviendo a preferir a Stolze con Jochum o a van Kesteren con Muti. En cuanto al barítono Christian Gerhaher poco se le puede criticar, su intervención "En la taberna" es modélica, pero claro, nos hace añorar a un Dieskau. Lástima, pues, que teniendo los medios no se consiga una versión que tenga algo que decir. Un Rattle muy anémico, nada que ver con el Rattle de Birmingham.

Versión pues que queda entre los compañeros de su generación bastante bien situada, sin ser eso mucho decir, ya que compite con un joven Chailly algo precipitado, y con un Thielemann de "piloto automatico". Para versiones a conocer, pues las de toda la vida: Muti, Dorati, Ozawa, Jochum...

Punto aparte es la presentación del disco, tanta prisa tenían por lanzarlo que el libreto viene sin el minutaje de los diferentes tracks, y no hay una duración total del disco, o sea que libreto y portada, ya estaban impresos antes de grabar el disco (algo parecido hicieron con la 5ª de Mahler también por Rattle en su debut en Berlín, pero allí al menos ponían una duración aproximada, aquí ni eso). Al final las prisas, nunca son buenas.


REFERENCIAS:

ORFF: Carmina Burana
Sally Matthews (soprano), Lawrence Brownlee (tenor), Christian Gerhaher (barítono)
Coro de la Radio de Berlín (dir: Simon Halsey)
Coro Estatal de Niños de Berlín
Coro de Niños de la Catedral de Berlín
Orquesta Filarmónica de Berlín
Director: Sir Simon Rattle

EMI 0724355788825