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Número 61º - Febrero 2.005


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ÉRASE UNA NARIZ SUPERLATIVA

 

Jerez, Teatro Villamarta. 5 de febrero de 2005. Shostakovich: La nariz. Ópera de Cámara de Moscú. Vladimir Agronsky, director musical. Boris Pokrovsky, director de escena.

Por Fernando López Vargas-Machuca.  

Posiblemente no se cuenta La Nariz entre lo mejor que compusiera Dmitri Shostakovich: si hemos de hacer honor a la verdad, el último tercio de la partitura termina resultando algo reiterativo. Pero se trata a todas luces de una obra fresca, atractiva y llega de imaginación, buena muestra de la absorción de las vanguardias estéticas por parte de un compositor joven y lleno de talento que aún no sabía que habría de sufrir un execrable acoso moral  que terminaría obligándole a realizar un involuntario giro en su trayectoria. El Teatro Villamarta de Jerez ha tenido la feliz idea de ofrecernos la oportunidad de disfrutar en directo de esta creación en una producción a cargo de la misma compañía que, allá por 1975 y en presencia del anciano compositor, realizara la única grabación en disco de la partitura: la Ópera de Cámara de Moscú, que aún hoy se halla dirigida en lo escénico por el ya nonagenario Boris Pokrovsky.

Habida cuenta de la dificultad escénica y musical de la página, no podemos calificar los resultados sino como excelentes. Con una escenografía única de bastante simplicidad y unos cuantos elementos de atrezzo, Pokrovsky construye un espectáculo teatral engrasado como un reloj en el que sus múltiples piezas funcionan con singular perfección. Admirable en este sentido la complicadísima coreografía de los numerosos cantantes/actores que a lo largo de más de dos horas se mueven por el escenario con admirable sentido del ritmo y minuciosa integración con la parte musical, logrando mantener en todo momento la atención con una propuesta original y llena de vida, pero coherente y bien planificada, sabiendo no confundir agilidad con caos gratuito ni creatividad con narcisismo (o sea, todo lo contrario que el bochornoso Barbero de Sevilla de Emilio Sagi en el Teatro Real).

Musicalmente el nivel fue muy notable. Al frente de una buena pero no excepcional orquesta, Vladimir Agronsky ofreció una lectura adecuadamente ácida e incisiva, tímbricamente descarnada, llena de ironía y sarcasmo, que recordaba no poco al estilo de quien dirigiera a la agrupación en el referido registro de la obra, el mismísimo Gennadi Rozhdestvensky. Fue admirable la coordinación con los cantantes, quienes además de actuar sobre la escena como verdaderos actores profesionales, mantuvieron el tipo en lo vocal con gran dignidad; a veces, más que eso, sobre todo en lo que a las voces graves se refiere. Eugeni Bolutchevski estuvo sencillamente irreprochable en su encarnación del infortunado Kovaliov, el presumido funcionario que ha de recorrer toda la ciudad en busca de su furtivo y rebelde apéndice nasal. Lo único que hay que lamentar de la velada es que el normalmente cálido público jerezano no supiera reconocer que se encontraba ante un espectáculo de calidad superlativa:  por desgracia, una obra de 78 años de antigüedad sigue siendo demasiado moderna para muchos.

 

Web del Villamarta: www.villamarta.com