Revista mensual de publicación en Internet
Número 61º - Febrero 2.005


Secciones: 

Portada
Archivo
Editorial
Quiénes somos
Entrevistas
Artículos
Crítica discos
Bandas sonoras
Conciertos
El lector opina
Web del mes
Suscribir
Buscar
 

 

PARSIFAL al Gran Teatre del Liceu

Por Ovidi Cobacho Closa, Historiador del arte (Catalunya).


·       
Autor: Música y libreto de Richard Wagner.
·       
Intérpretes: Plácido Domingo (Parsifal), Violeta Urmana (Kundry), Matti Salminen (Gurnemanz), Bo Skovhus (Amfortas), Sergei Leiferkus (Klingsor), Theo Adam (Titurel). Orquesta Simfònica y Cor del Gran Teatre del Liceu; Cor de Cambra del Palau de la Música.
·       
Dirección musical: Sebastian Weigle
·       
Dirección escénica: Nikolaus Lehnhoff
·       
Escenografía: Raimund Bauer
·       
Iluminación: Duane Schuler
·       
Vestuario: Andrea Schimdt-Futterer
·       
Coreografía: Denni Sayers
·       
Producción: Lyric Opera of Chicago; San Francisco Opera; English National Opera (Londres)
·       
Escenario y fecha: Gran Teatre del Liceu, 13 – II- 2005. 

 

Nuevamente, ha llegado al gran Teatre del Liceu de Barcelona una reposición del Parsifal wagneriano – cabe recordar que este escenario fue el primero en representar esta obra del compositor alemán (legalmente), la medianoche del 31 de diciembre de 1913, después de que prescribiera la prohibición que el propio compositor impuso para que solamente se representara  en el templo de Bayreuth hasta 1914. En la presente ocasión, el elenco vocal no podía ser más tentador para el público liceísta: Plácido Domingo, Violeta Urmana y Matti Salminen, tres de los grandes intérpretes más apreciados por el coliseo barcelonés. Y la expectativa no defraudó, sino que se saldó con triunfo resonante.

A la cabeza del reparto, el tenor español Plácido Domingo demostró, una vez más, la extraordinaria capacidad y amplitud de su voz para incorporar nuevos papeles, cantando y encarnando en esta ocasión –y a pesar de no ser un heldentenor- un Parsifal  vigoroso, de gran poderío, nobleza vocal y calidez de timbre. No fue menos la espléndida Kundry de Violeta Urmana, radiante en todo momento, con una exquisita línea de canto y gran contundencia vocal en todo el registro, quien nos ofreció una emotiva lectura del personaje en toda su complejidad. Matti Salminen volvió a triunfar por segunda vez en esta temporada, después de su magistral Boris Godunov,  con un Gurnemanz de gran intensidad y profundidad vocal, conmovedor en su narración del primer acto y en la intervención del tercero, a lo que cabe sumar una contundente presencia escénica. El Amfortas de Bo Skovhus nos deleitó con un canto inteligente y vibrante, de notable calado dramático. Contundente y de gran relieve, la intervención de Sergei Leiferkus en el breve papel de Klingsor. No faltó tampoco un histórico, aunque limitado vocalmente por la edad, Theo Adams como Titurel, en el que ha sido su debut en el Liceu y posiblemente su despedida con este papel. Muy eficaz, el resto de reparto integrado por los caballeros y las muchachas flor, así como la labor de los coros.

A la brillante interpretación vocal se sumó también una cuidada y atenta lectura de la partitura a cargo de Sebastian Weigle, que demostró conocer bien la obra del maestro alemán, explorando toda su riqueza temática y tímbrica, con una notable intervención de la orquesta del teatro. La producción y la dirección escénica apuntó una lectura desacralizada del drama wagneriano, interpretando la obra bajo postulados existencialistas y alejándose de su carácter más ceremonial y ritualístico. Para ello se ha apostado por una escenografía de gran sobriedad, resuelta con una inmensa rampa curva que sirve de marco a los diversos ambientes y suprimiendo parte de los símbolos y acciones rituales, como el cáliz y la ceremonia de consagración. Con ello, se pierde algo de la fuerza dramática original de la obra, quedando un poco desdibujada la intencionalidad de algunas escenas y también un tanto ambigua la solución de algunos aspectos dramáticos -como el hecho de presentar un Amfortas más cercano a la demencia que a la desesperación y de cambiar la suerte de éste por la de Kundry, al final de la obra. La iluminación fue eficaz y el vestuario entre una estética orientalista y Stars War. Al final, el resultado global fue muy notable, a pesar de que la noche de la estrena un sector del público abucheara a los responsables de la producción escénica.