Revista mensual de publicación en Internet
Número 56º - Septiembre 2.004


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SEVILLIAN WARS
EPISODIO I: LA AMENAZA FANTASMA

Por Fernando López Vargas-Machuca.

 

Hace no mucho tiempo, en una ciudad no muy lejana situada a las orillas del Guadalquivir, cualquier forma de vida musical más o menos compleja ajena a la Semana Santa, a la Feria y a los Toros era prácticamente inexistente. Sólo el esfuerzo de algunos sufridos pioneros (la Orquesta Bética Filarmónica primero, el Festival de Música Antigua y los Encuentros de Música de Cine más tarde) hacían ver al aficionado que existían otras dimensiones musicales a las que había que abrirles camino para que la en otros siglos culta y cosmopolita metrópolis empezarse a ponerse al día. Entonces llegaron la Orquesta Sinfónica, el Teatro de la Maestranza y aquella Expo'92 de interminables colas en la taquilla, resultando que, al menos en apariencia, existía un amplio y muy entusiasta público dispuesto a transformar lo que era un solitario desierto en un refrescante vergel donde los eventos musicales brotaran por doquier para saciar la sed de óperas, recitales y conciertos.

Pero claro, donde hay riqueza -o presunta riqueza- se desatan las ambiciones, sean de tipo "terrenal" o de tipo "espiritual". Así que en pocos años el mundillo musical de la ciudad terminó convirtiéndose en una permanente fuente de conflictos protagonizados por políticos entrometidos, artistas problemáticos, agentes ambiciosos, gerentes controvertidos, músicos reivindicativos, críticos de variopinto pelaje y, claro está, sufridos melómanos merecedores de mayor atención. Por poner un ejemplo de actualidad, ahí está el muy comentado proceso de coordinación -que no de fusión- entre la ROSS y el Teatro de la Maestranza, el nombramiento de Pedro Halffter como nuevo titular de la orquesta y la próxima asunción por parte de éste de las riendas del coliseo hispalense, cambios criticados con dureza por un manifiesto firmado conjuntamente por siete críticos de los trece que cubren -cubrimos- las temporadas sinfónica y lírica de la ciudad andaluza.

Pero todas estas circunstancias las abordaremos con más detalle en los próximos número. Lo que ahora vamos a relatar es otra guerra paralela, la que gira en torno al más famoso mito operístico sevillano: Carmen. El protagonista de tales conflictos ha sido el polémico empresario Michael Ecker, responsable de aquella mediocre Turandot en la Ciudad Prohibida que pudimos conocer a través del DVD. Ecker obtuvo hace ya tiempo el permiso y el apoyo del Ayuntamiento hispalense (PSOE más los nacionalistas del PA, que ocupaban la concejalía de cultura) para realizar de la ópera de Bizet en los presuntos lugares de la acción. Y decimos presuntos porque en realidad sólo sería "auténtica" la Plaza de Toros de la Maestranza; dada la dificultad de instalar un escenario frente a la Fábrica de Tabacos, el Parque de María Luisa se utilizaría para los tres primeros actos mediando la oportuna escenografía.

Lorin Maazel y Carlos Saura serían los directores congregados para la ocasión, mientras que el múltiple elenco estaría formado por grandes estrellas internacionales, encabezadas por Angela Gheorghiu. Paralelamente se celebrarían conciertos sinfónicos y recitales tanto en el Teatro de la Maestranza como en un ámbito tan poco apropiado como El Palenque (al aire libre, dentro de la antigua Expo), contando con figuras tales como Sir Colin Davis, Rostropovich, Lang Lang o Vengerov. Ni que decir tiene que los precios de las entradas eran desorbitados -los de Carmen alcanzaban el medio millón de las antiguas pesetas-, y que el público preferente era el integrado por acaudalados melómanos europeos dispuestos a contratar costosos paquetes turísticos en las agencias de viaje. Tras las pasadas elecciones municipales el Ayuntamiento (ahora con el PSOE gobernando junto a IU) reafirmó su total apoyo al proyecto, repitiendo el alcalde su entusiasmo ante el mismo como posible escaparate de la ciudad.

 

Estrellas fugaces

Poco a poco empezó a verse que la respuesta del público no era la esperada y que la empresa de Ecker no mostraba la suficiente liquidez. La petición de un millonario aval al consistorio hispalense desató las dudas más que razonables ante la viabilidad del proyecto, sucediéndose las cancelaciones de algunas de las estrellas invitadas (Olga Borodina, Filarmónica de Nueva York) hasta llegar a la anulación total del mismo bajo la excusa de no encontrar sustituto idóneo para Maazel, que sufre de conocidos problemas de salud. ¿Consecuencias? Pues que se ha puesto en evidencia la escasa fiabilidad empresarial -por decirlo suavemente- del señor Ecker, que el ayuntamiento ha hecho el ridículo de una manera espantosa... y que muchos aficionados hemos suspirado de alivio ante la cancelación de un evento que no sólo nos parecía cateto y de nulo interés artístico, sino que además ha bloqueado en el Maestranza la realización de títulos de ópera vinculados a Sevilla, al quedar éstos reservados al citado empresario para otros futuros proyectos faraónicos. En resumen, una auténtica "amenaza fantasma" tan peligrosa como difícil de combatir.

Dado que algunos turistas decidieron mantener su viaje a Sevilla en las fechas previstas, el nuevo y controvertido Delegado de Cultura del Ayuntamiento, Juan Carlos Marset, reaccionó añadiendo algunos espectáculos a la emblemática Bienal de Flamenco, prolongando las veladas musicales veraniegas en los jardines de los Reales Alcázares y creando un miniciclo de tres conciertos en el Maestranza bajo el título "Es un placer SEVILLA": dos con la Filarmónica de Dresde bajo la batuta de Frühbeck de Burgos y uno de la Orquesta de Cámara de Praga con la lujosa presencia de Rostropovich.

Los resultados artísticos los comentamos en otro lugar de este mismo número de FILOMÚSICA. Lo que aquí toca es aplaudir al Ayuntamiento por ofrecer una respuesta que nos parece sensata y correcta, habida cuenta del escaso tiempo disponible para reaccionar y el conservador perfil del público al que presuntamente se hallaban destinados estos conciertos. Pero también debemos reprochar duramente al Consistorio el dineral invertido en el concierto de Rostropovich: abonar al artista 100.000 euros (según la oposición, porque otras fuentes elevan la cifra hasta 150.000) por sólo veinticinco minutos de actuación, incluida la propina, nos parece un disparate.

 

Nuevas fantasmadas

Tras unas semanas de espera para asegurarse de que, como era de prever, Ecker no lograba presentar garantías económicas sólidas para  intentar de nuevo materializar su Carmen, el Ayuntamiento ha tenido a bien -otra opción hubiera sido descabellada- romper definitivamente cualquier lazo con el empresario austriaco. La respuesta de este último, que sigue erre que erre con su proyecto, no se ha hecho esperar: acudir a los tribunales. Pues bien, que lo haga. De momento los melómanos nos hemos librado de su incómoda presencia. A ver si así dejan de dormir el sueño de los justos aquellos Barbero y Don Giovanni hace tiempo previstos en el Maestranza, paralizados por el presunto compromiso verbal de reservarle los "títulos sevillanos" a este señor. Por su parte, el citado Marset ha manifestado su intención de organizar para el año que viene, desde el propio Ayuntamiento, un festival de música clásica en Sevilla. Nos parece una excelente idea, siempre que se lleve a cabo con tiempo, inteligencia, rigor y criterios sólidos desde el punto de vista tanto comercial como artístico. Ojalá que así sea, y no se quede en una mera fantasmada. Con las de Ecker ya tenemos de sobra.

 

Enlace recomendado: http://www.carmen-in-sevilla.com/