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Número 54º - Julio 2.004


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ORIENTACIONES PARA FAMILIAS CON NIÑOS MENORES DE 6 AÑOS

Por Isabel Francisca Álvarez Nieto.

El pasado mes de junio recibía la carta de una lectora, madre de una niña de casi tres años, que mostraba su preocupación por la falta de centros de música para educación infantil.

Este hecho me hizo reflexionar, ya que, ciertamente, la entrada en los conservatorios oficiales de música o en cursos preparatorios, coincide en la mayoría de los casos con el inicio de la escolaridad obligatoria, a los 6 años; esto desestima el período de la educación infantil para sensibilizar aspectos como el oído o la vocalización.

Este desamparo gubernamental no deja de causar estupor entre los maestros de Educación Infantil, que entendemos esta etapa como fundamental desde todos los campos que se estudie (emocional, psicomotor, cognitivo, lingüístico, social ).

Que la educación se divida en unas etapas concretas, no es casual, cada una de ellas se corresponde en líneas generales con unos ritmos madurativos específicos. Dentro de este marco de desarrollo, se sabe que la expansión y ramificación neuronal tiene mayores posibilidades hasta los 6 años, si bien parece que hasta los 12 continúa con cierta rapidez.

Visto esto, todavía llama más la atención ese vacío educacional para esta etapa fundamental, aunque, así las cosas, lo que sí se hace imprescindible es la estimulación cerebral del niño/a a través de los sentidos, de juegos adecuados, del lenguaje, ... y de la música.

Recientes estudios desarrollados por la Universidad de Heidelberg (Alemania), revelan que el área cerebral encargada del procesamiento de los sonidos es mayor y más sensible en los que ejercen la música profesionalmente, que cuentan además con un 130% más de materia gris, que en el resto de los mortales.

Pero, no pretendo hablar de profesionalización musical, sino de educación musical. Por que la música es, básicamente, comunicación, una fuente de experiencias estéticas y de expresión, una realidad estructurada y es consustancial a la persona (Vicente Sanjosé Huget).

La sociedad actual, desbordada por la información, demanda una educación que sobrepase el espacio físico del aula, lo que vuelve la mirada a los padres. Y es que desde el hogar se puede y debe reforzar musicalmente, dando a escuchar, desde que son muy pequeños, música clásica, étnica o folclórica.

El período de 0 a 6 años no tiene por qué desaprovecharse musicalmente cuando no existen centros apropiados para ello, los padres pueden hacer mucho hasta que llega el momento del ingreso en el conservatorio, como muestra, las siguientes sugerencias:

¨     Introducir el elemento sonoro dentro de las rutinas cotidianas: la nana para dormir, las canciones para amenizar los pesados viajes en coche, para la hora del baño, para vestirse y desvestirse, etc.

¨     Trabajar la memoria auditiva con pequeños dictados de ritmos variados en los que tengan que imitar el sonido de tres golpes con los pies, de palmadas, de repiques con los dedos, de palmas en las rodillas o la combinación de éstos.

¨     Inventar canciones para desarrollar la creatividad (hemisferio derecho): los padres comenzarán a tararear una melodía inventada y los peques deberán terminarla (hacerles ver que, al igual que en un cuento, una melodía debe tener un comienzo, el que hará el padre o la madre, un desarrollo y un final, el que se encargarán de hacer ellos).

¨     Realizar dictados musicales en los que se busque la creatividad de manera que el padre o madre realice ejercicios con pies, manos, dedos, etc. que el nene/a tendrá que imitar y al que deberá añadirle algo de su cosecha.

¨     Interpretar canciones en las que intervengan varios personajes; cada niño/a o grupo realizará uno, aunque se pueden dejar partes comunes. Esto les servirá para fijar su atención y tomar conciencia de cuándo deben empezar y cuándo deben finalizar. Si se hace en grupo resulta muy interesante, pues todos deben comenzar y terminar a la misma vez, si no los fallos se notan más. Ej.: con la canción Una señora gorda.

¨     Llevarles a conciertos didácticos de los que se organizan, expresamente para niños, desde diversas entidades. Estas excursiones normalmente también son realizadas desde los colegios siempre que se tiene oportunidad.

¨     Familiarizarles con instrumentos de fácil manejo para ellos, como el tambor, las castañuelas, el triángulo, la flauta dulce, la caja china simple y tubular, la carraca, etc.

¨     Acompañar una canción con instrumentos de manera continua o combinada (sólo en determinados momentos de ésta).

¨     Cantar canciones infantiles en las que progresivamente se vaya sustituyendo una parte (quedando ésta sin sonido) por su escenificación o, sencillamente, por un instrumento. Ej.: con la canción Mi barba tiene tres pelos.

¨     Presentar a las siete notas musicales contándoles por ejemplo un cuento, en el que son siete hermanas, donde DO es la más chiquitita (representarlo) y SI la más grande. Que fluya la imaginación.

¨     Aprender una poesía sencilla, que al niño/a le guste y trabajar con ella, recitándola de manera muy grave y de manera muy aguda, muy rápido o muy lento...

¨     Trabajar la respiración haciendo sonidos, por ejemplo el de las notas musicales, durante todo el tiempo que se aguante a la misma altura, comprobar que si se suelta todo el aire al principio tenemos que parar antes.

¨     Tomar conciencia del ritmo con ejercicios como el siguiente: las personas que hagan el ejercicio elegirán un movimiento en posición sentada, bien el balanceo hacia delante y hacia atrás o movimientos con los brazos o las manos, pero siempre el mismo, a la misma velocidad y continuamente. Sin perder el ritmo un participante deberá describir algún instrumento, que los demás, también sin perderlo, tendrán que adivinar.

¨     Contarles cuentos musicales (les encantan): se trata de contar cuentos en los que los sonidos, por ejemplo del viento, de la risa, de los pies al caminar, se sustituyen por instrumentos musicales que puedan simularlos.

¨     Realizar ejercicios de relajación bucal después de trabajar con instrumentos como la flauta dulce o simplemente después de haber cantado. Uno de ellos puede ser el de cerrar la boca y mover la lengua por todos sus recovecos (a los niños/as les gusta bastante este ejercicio, especialmente si les decimos que la lengua es un serpiente que busca un sitio por donde escaparse, por lo que no podemos abrir la boca. Aunque, al finalizar esto, se puede dejar escapar a “la serpiente” y trabajar estirando la lengua y los labios hacia delante todo lo que se pueda, hacia arriba y hacia abajo, de un lado al otro, etc.).

Además de estos fáciles ejercicios (y muchos otros que se les puedan ir ocurriendo), los padres que quieran profundizar más y dar a sus hijos una enseñanza más reglada, pueden acudir al empleo de métodos y prácticas didácticas para la enseñanza de la música, desarrollados por figuras de reconocido prestigio por su contribución a la pedagogía musical como S. Suzuki, C. Orff, E. Willems, E. J. Dalcroze, Z. Kodaly o J. Wuytack. 

 

Bibliografía consultada:

Sanjosé Huguet, V. (2004): ¿Menos música y más matemáticas?. Diario Las Provincias, 4 de junio. Valencia.

Quintana, J. Mª. (1993): Pedagogía familiar. Narcea. Madrid.