Revista mensual de publicación en Internet
Número 53º - Junio 2.004


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Ópera de verdad

Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum. 

La noche y la palabra. Ópera con música de José Manuel López López y libreto de Gonzalo Suárez. Intérpretes: David Rubiera (Hernán Cortés); Antoni Comas (Moctezuma); Pilar Jurado (Malinche); Tomás Pozzi (Bufón azteca); Alfonso Blanco (Bufón español). Grupo Instrumental y Coro del Proyecto Guerrero. Director musical: Juan Carlos Garvayo. Dirección de escena: Andrés Lima. Teatro de La Abadía. Madrid, 27 y 28 de mayo de 2004.  Coproducción de Música de Hoy y Teatro de La Abadía.

El Proyecto Guerrero es una empresa artística que aborda cada año proyectos más ambiciosos bajo la dirección de Xavier Güell. Esta temporada, junto a su ciclo habitual de conciertos, ha presentado dos ópera de gran interés: La tradición oral de Mauricio Kagel, en el Círculo de Bellas Artes, y La noche y la palabra, un estreno absoluto presentado en el Teatro de La Abadía de Madrid. Es una obra con música de José Manuel López López y libreto de Gonzalo Suárez que se presenta como “una ópera al ritmo trepidante de los tambores. El encuentro entre Moctezuma y Cortés, sobre textos extraídos de las crónicas castellanas y transcripciones de náhuatl, se convierte ante nuestra mirada, en una fábula trágica”. Sorprende el arranque en la bella lengua de los indios mejicanos y la elección de actores y cantantes con suaves acentos latinoamericanos, un acierto que constituye un sugerente homenaje a la diversidad de nuestra lengua. La música de López es trepidante y dramática, pero también irónica. En algo más de hora y media despliega una enorme variedad de ambientes y sonoridades, todas ellas unidas por un común frenesí y por una apabullante intensidad. Hay una potente amplificación, electroacústica, tres cantantes, dos actores, un coro de ocho cantantes y un doble conjunto de diez músicos, separado por el escenario. Es admirable la perfecta asociación que el compositor hace de todos ellos, estableciendo notables intercambios. La puesta en escena es impactante. El escenario queda delimitado por una pantalla gigante antecedida de una lámina de agua, en la que brillan las imágenes,  y que pasa del reposo a la agitación extrema para acabar empapando a todos los intérpretes y a algunos espectadores de la primera fila. Las imágenes de la pantalla, firmadas por José Manuel Broto, son muy coloristas, pero algo banales y repetitivas. La iluminación es muy sofisticada y genera un sinfín de efectos diversos, entre lo que cabe destacar los reflejos del agua en las paredes de la sala, o el diálogo de los dos juegos de timbales con una baile de luces inferiores, homenaje a la película Fantasía, el primer viodeoclip de la historia de la música.  El espectáculo es una apuesta por la integración de las tecnologías (electroacústica, iluminación, teatro, vídeo) en la ópera, uniendo el lenguaje audiovisual moderno con la tradición teatral. Es una apuesta discutible, agresiva y provocadora, acometida desde la saturación como elemento de cohesión con un resultado exitoso. Muchas propuestas actuales cuestionan la esencia de la ópera pero esta obra es, desde su modernidad, y sin lugar a dudas, intrínsecamente una ópera, un espectáculo musical lleno de sentido dramático que unifica sobre la escena variadas técnicas artísticas. De los intérpretes podemos decir que todos se “mojan”, en sentido literal y figurado. Se meten en sus personajes con verdadera entrega y desgarro. Sobresalió por su presencia escénica y voz excepcional Pilar Jurado en el papel de Malinche. Junto a ella, realizaron un excelente trabajo los cantantes David Rubiera y Antoni Comas, así como los actores Tomás Pozzi y Alfonso Blanco. Los músicos del Proyecto Guerrero ejecutaron una impecable interpretación bajo la atenta dirección de Juan Carlos Garvayo. El coro estuvo acertado, a pesar de sus dificultades de circulación por el reducido espacio y la sobreabundancia de elementos. Todo fue abrumador, lo escénico y lo musical. El público quedó anonadado, como sin duda pretendieron lo autores.