Revista mensual de publicación en Internet
Número 51º - Abril 2.004


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En el cajón de los recuerdos
Sección del apócrifo (humor-tragedia)

Por Antonio Pérez Vázquez. Lee su curriculum.
T
odos tenemos recuerdos asociados a determinadas canciones que han marcado el transcurso de nuestras vidas. La primera vez que fuimos al dentista, una boda, el primer amor,... fechas señaladas que vuelven a la memoria cuando escuchamos estas canciones que han marcado esos momentos tan especiales.

Nunca podré olvidar la primera vez que fui al dentista, los nervios me impedían quedarme quieto, no paraba de moverme en la silla y la mirada se me desviaba en todas direcciones. Por el hilo musical de la consulta se podía oír las cuatro estaciones de Vivaldi. Y si con eso pretendían tranquilizar a la gente, conmigo no lo estaban consiguiendo en absoluto. Me imaginaba corriendo por un bosque en otoño con todas las hojas grises. Lo malo es que no quería imaginármelo, yo quería estar allí y no en aquella condenada consulta.

El día que se casó mi tío también fue especial para mí. Y es curioso que una canción como la marcha nupcial (de la que no tengo ni la más remota idea de quién la compuso, por eso soy el apócrifo de la revista), que hemos estado escuchando durante toda nuestra vida en multitud de ocasiones, hiciera que se humedecieran los ojos de la emoción.

Canciones que escuchamos en la niñez que nos hacen remontarnos a esos momentos en los que no nos importaba nada y en los que aún no teníamos preocupaciones, la vida aún no nos había enseñado de lo que era capaz realmente. Cuando ahora, curtidos en mil batallas, volvemos a oír esas canciones nos sentimos trasladados a esos años y los recuerdos hacen su aparición. Veranos de vacaciones, amigos que ya no vemos,...

A veces, cuando hace mucho tiempo que no vemos a una persona (o por desgracia no podremos volver a verla) podemos hacer que su recuerdo sea más real si escuchamos una melodía que significa o significaba algo para los dos.

Es curioso, pero este hecho se repite incluso para colectivos enteros, sin irnos más lejos podemos fijarnos en los himnos nacionales. Una misma composición es capaz de hacer sentir a millones de personas que se encuentren desperdigadas por el mundo un sentimiento patriótico de unidad que convierte en trivial la distancia que les pueda separar de su tierra natal.

Pero después de todo lo dicho podemos llegar a la conclusión de que en realidad no es sólo la música lo que tiene algo especial; somos nosotros, nuestras vivencias, eso que nos hace diferentes entre sí. Una misma canción puede significar cosas totalmente diferentes dependiendo de la persona.

Todos tenemos nuestra canción, una canción con alguien y una canción con todos.