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Número 49º - Febrero 2.004


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EL SEÑOR DE LOS ANILLOS, EL RETORNO DEL REY - HOWARD SHORE

Por Joaquín R. Fernández


No éramos pocos los que en su día recibimos con cierto escepticismo la noticia de que Howard Shore se haría cargo de la banda sonora de la trilogía de "El Señor de los Anillos". A pesar de la calidad de algunas de sus obras (que van desde la ternura de las notas de "Sra. Doubtfire. Papá de por Vida" hasta la congoja y el desasosiego que nos produjo su música en "El Silencio de los Corderos"), este autor jamás se había enfrentado ante un reto tan colosal como el que en su día le propuso Peter Jackson. Se trataba, ni más ni menos, de condensar en una trilogía toda una serie de temas que tendrían que quedarse obligatoriamente grabados en la mente del espectador, convirtiéndose así en recuerdos imborrables de una increíble epopeya fantástica que dudo pueda superar algún cineasta en el futuro.

Si bien en "El Señor de los Anillos, La Comunidad del Anillo" quizás Shore enfatizaba con demasiado entusiasmo las heroicidades de los protagonistas (el uso de la fanfarria que los representaba se empleaba con una exagerada grandilocuencia), lograba empero un acabado perfecto tanto en sus componentes intimistas como en los más siniestros y tenebrosos. En "El Señor de los Anillos, Las Dos Torres" el autor de "Seven" reutilizaba gran parte del material ya conocido, aunque, desde mi punto de vista, con arreglos más adecuados y comedidos y con la incorporación de piezas tan sublimes como aquella que representaba al pueblo de Rohan o la que nos describía el ataque de los ‘ents’ contra Isengard o el de Gandalf y Éomer contra las hordas del mal que asediaban a los moradores del Abismo de Helm.

Ahora, "El Señor de los Anillos. El Retorno del Rey" incorpora pocas novedades musicales con respecto a sus predecesoras, pero en su conjunto nos hallamos ante una obra que se convierte en un fiel complemento de las briosas imágenes que transitan ante nuestros atónitos ojos y que incluso llega a brindarles un hálito mágico y especial que se adentra con fuerza en el alma del espectador/oyente. «A Storm is Coming» es el corte que abre el compacto, comenzando con unas hermosas y pacíficas notas que nos describen a Sméagol y a Déagol, tornándose luego más oscuras cuando observamos los dramáticos acontecimientos que definitivamente servirán para transformar a aquél en Gollum.

Es sólo el inicio de una banda sonora que nos brindará emociones muy variadas, como la epatante descripción musical de Minas Tirith, justo cuando Gandalf y Pippin llegan a la ciudadela, o el posterior encendido por parte de éste de las almenaras, que servirá de punto de partida para que otras piras de la Tierra Media lancen su fulgor hacia el cielo y avisen así a los hombres de Rohan de que Gondor solicita su ayuda («The White Tree»). El arrojo de las tropas del rey Théoden se puede escuchar en «The Ride of the Rohirrim», siendo también una de las piezas centrales de la partitura «Anduril», momento en el cual se forja la espada que luego portará Aragorn, fundiéndose aquí el maravilloso tema élfico de Rivendel con el que Shore ha compuesto para identificar a tan mítica arma.

La tenebrosidad y la lobreguez aparecen representadas por fragmentos tan perturbadores y amenazadores como «Minas Morgul», «Cirith Ungol» y, en especial, «Shelbos Lair», cuyos terroríficos compases nos anuncian la llegada de la temible Ella-Laraña. Por su parte, los momentos dramáticos del filme se desarrollan a través de una tristeza tan desgarradora como la que hallamos en «The Steward of Gondor», donde contemplamos atónitos cómo un padre deja marchar hacia la muerte a un hijo mientras el apenado canto de Pippin lacera nuestro corazón con sus funestas palabras. No quisiera olvidarme tampoco de «Twlight and Shadows», hermoso instante en el que Arwen se percata de que aún brilla una luz entre las nieblas o «The Black Gate», probablemente una de las mejores pistas del disco. La música refleja aquí la desazón que carcome a Frodo en el último tramo que le queda por recorrer antes de llegar al Monte del Destino, mas Sam le alienta con palabras hermosas acerca de La Comarca y lo carga sobre sus espaldas para que así su amo pueda llevar a cabo la misión que se les encomendó. El uso del tema que da pie a la canción «Into the West» es prodigioso, al igual que la anterior aparición de los instrumentos de viento.

Pero "El Señor de los Anillos, El Retorno del Rey" es también un inmenso espectáculo, una brutal batalla final en la que dos fuerzas contrapuestas lucharán por el dominio de la Tierra Media. Shore recurre a los coros con especial pericia («The Fields of Pelennor», «The End of All Things»), sin olvidar en ningún momento los pasajes dramáticos de la historia y sus personajes. Los tres últimos temas del disco se transforman en un remanso de paz tras las agitadas notas que en gran medida se habían adueñado hasta entonces de la partitura. «The Return of the King» y «The Grey Heavens» conforman una sucesión de increíbles melodías que terminan transformándose en una emotiva despedida, escuchándose un buen número de temas de la saga, en especial aquellos que hacen referencia a los hobbits, a la comunidad que partió de Rivendel con una inequívoca misión y a Gondor, lugar en el que comienza el reinado de los hombres.

La preciosa canción «Into the West», quizás interpretada por la equivocada voz de Annie Lennox, supone el punto y final de una obra que ha llenado los sueños de millones de personas en todo el mundo. Peter Jackson y Howard Shore han rendido un merecido tributo a la prodigiosa prosa de Tolkien y a ese universo de quimeras e ilusiones del que algunos tanto precisamos para vivir.