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Número 45º - Octubre 2.003


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ENSAMBLAJE MUSICAL

Por Ismael González Cabral. Periodista y Crítico Musical.

          

Dentro del arte contemporáneo, muchos han sido los hallazgos que en materia formal se han consolidado durante el siglo XX. Uno de los que ha encontrado más desarrollo en autores de muy diferente estética es el denominado ensamblaje. Desde los grandes murales cargados de piezas industriales de Wolf Vostell, pasando por los pequeños y coloristas montajes en madera de Kurt Schwitters, hasta las matéricas y abstractas composiciones en ensamblaje de Tàpies.

Refiriéndonos a la música, el citado término es habitualmente suplantado por el de collage. Así ocurre cuando por ejemplo nos referimos a la Sinfonía de Berio, donde citas de la tradición clásica conviven en un discurso de vanguardia. También el propio Vostell hablaba de “decollages” cuando aludía a algunas de sus apasionantes obras electrónicas.

Sin embargo, tras la escucha del reciente disco de Col-Legno dedicado a Carlos H. Veerhoff (1926), deberíamos de sustituir el término collage, por uno tan cercano a la plástica, como es ensamblaje. Y es que en su Sinfonía nº6 ‘Desiderata’ de 1996, los materiales, muchos y de diversa procedencia, no están fundidos. Por el contrario existe una clara voluntad de que todos y cada uno de los ingredientes sean fácilmente identificables por el oyente. Como lo son por ejemplo los materiales que emplea Tàpies en sus ensamblajes. Donde allí son maderas, metales, y cuerdas, aquí es una orquesta, un coro, tres solistas vocales, y un recitador que parecen estar situados en un mismo tiempo, pero cuyos lenguajes están muy alejados en la forma.

De lo anterior se deduce que en los casi cincuenta minutos que dura la Sinfonía, hay tiempo para perderse y encontrarse. Ahora bien, no estamos, contrariamente a lo que pudiera parecer, ante una obra cuyo lenguaje se adscriba a vanguardia alguna, actual o pasada. El mundo sonoro, los mundos habría que decir, de Veerhoff están más cercanos a los postulados estéticos de un Hans Werner Henze – piensen en su Sinfonía nº9 -, que a la mezcla más radical y desestructurada del ambicioso Satyricon de Bruno Maderna.

Veerhoff, como ya se ha podido comprobar en algún disco anterior dedicado a la a su música de cámara, no pierde de vista las formas del pasado. Sus referentes los sitúa en Strauss y Petterson. Por ello su orquesta, por más arsenal que maneje, no deja de estar anclada en una tradición que se remonta ya muy lejos.

Recomendado con reparos, la música de Veerhoff agradará a quienes busquen en la composición actual el mismo sentido trágico y romántico de autores de siglos pasados. Sorprendentemente, la pieza coral que abre el disco, Alpha – Zeta, sí articula un lenguaje aristado que se mueve bajo los designios de la lectura de letras y fonemas. Finalmente, el disco es cerrado por un Pater Noster para coro y orquesta que recuerda en exceso al último Penderecki, cuya interpretación, al igual que en las obras anteriores, parecer estar dicha con convencimiento y con una profunda identificación con la partitura.

REFERENCIAS:

Carlos H. Veerhoff: Alpha – Zeta. Simphony nº6 ‘Desiderata’. Pater Noster.

Elizabeth Hagedorn, soprano. Andreas Scheibner, barítono. Hermann Christian Polster, bajo. Boris Carmeli, recitador.

Chor des Mitteldeutschen Rundfunks. Johannes Meister, director.

Sinfonieorchester des Mitteldeutschen Rundfunks. Leopold Hager, director. Michael Gläser, director (Pater Noster)
 

Distribuido en España por: DIVERDI

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