Revista mensual de publicación en Internet
Número 43º - Agosto 2.003


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SECCIÓN DEL APÓCRIFO:

"La música es universal"

Por Antonio Pérez Vázquez. Lee su curriculum.

En este mundo en el que vivimos son muchas las lenguas que se hablan, son muchos los países diferentes y mentalidades diversas. La única constante común entre todo este océano de diversidad es la música.

Recientemente, a través del testimonio de un amigo que ha viajado al extranjero (me remito al artículo anterior, mis fieles lectores sabrán a lo que me refiero) y a través de este medio tan bien avenido que es internet, me he ido informando de todas sus vicisitudes.

Concretamente estoy hablando de Estados Unidos, un país multirracial donde puedes encontrarte con gente de todos los colores (nunca mejor dicho) cada uno con sus acentos característicos y sus costumbres singulares. Un lugar donde el mestizaje esta a la orden del día.

Un chico nuevo, en un país nuevo, es normal que no sepa ni tenga con quién hablar. Se acerca a un joven rubio y delgado, que parece estar perdido como él. Tras preguntarle dónde esta la biblioteca el muchacho se limita a señalarle con el dedo, resulta que no hablaba mucho inglés. Era alemán y no tenía un dominio del inglés lo suficientemente avanzado para entablar una conversación en condiciones.

"Espero que no me haya mandado al retrete." Pensó en voz alta nuestro aventurero. Tras seguir la dirección que le habían indicado entró en una especie de salón de actos presidido por un impresionante piano de cola. Ni corto ni perezoso, nuestro héroe se acercó al piano, comprobó que estaba correctamente afinado y comenzó a tocar una de sus piezas preferidas. Las notas sonaban con mucha fuerza, el piano era estupendo y mientras más tocaba mejor se sentía.

Las notas salían fuera del auditorio y llenaban las salas del exterior. Mientras, al piano, el chico nuevo no paraba de tocar. Incluso se permitía la licencia de improvisar sobre obras que él mismo había compuesto. Se estaba divirtiendo y lo transmitía en cada nota que salía de la caja de resonancia del enorme piano.

Tras media hora ininterrumpida de éxtasis musical, la música deja de sonar. Pero ahora el auditorio no estaba vacío. Al contrario, durante el tiempo que había durado la música la gente había estado entrando poco a poco hasta completar prácticamente todo el aforo.

Un aplauso espontáneo hace que nuestro protagonista salga del trance en el que se había sumergido. Levanta la vista y saluda tímidamente con la mano. Había tocado en multitud de conciertos y el público no le asustaba, pero esto no estaba previsto y no sabía que lo estaban escuchando. Una sensación de calidez invadió todo su cuerpo y las mejillas se le sonrojaron levemente. Estaba sorprendido y abrumado.

Finalmente, los aplausos terminaron y la gente comenzó a salir. Pero algunos se acercaron para preguntarle quién era y dónde había aprendido a tocar de esa manera. Ya no estaba solo, su música había hablado por él. Claro y alto.

"Esto no es la biblioteca." Es el joven alemán, que le estrecha la mano y se presenta. Se llama Hans y hoy también es su primer día. Ya no estaban solos.

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Este artículo va dedicado a toda esa gente emprendedora que esta fuera de su país para la que no existen horizontes y a las que siempre les gusta subir el listón.