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Número 44º - Septiembre 2.003


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Theodor W. Adorno y la Educación Musical Crítica (y III) 

Por Luis Ibáñez Luque. Lee su curriculum.

En los dos números anteriores, hemos reflexionado acerca de la necesidad de descubrir (o redescubrir) la pedagogía musical de Adorno y su concepción de la música. En esta última entrega, se ofrece al lector un esbozo final con sus conclusiones pedagógicas. 

1.    Educación para la emancipación musical.[1] 

[...] El individuo sólo se emancipa cuando se desgaja de la inmediatez de relaciones que en modo alguno son naturales.[...][2]

[...] Emancipación significa en cierto modo lo mismo que concienciación, racionalidad. Pero la racionalidad es siempre también, y esencialmente, examen de la realidad, y ésta entraña regularmente un movimiento de adaptación.[...][3]

 

Llegado este momento, ya se han podido dilucidar bastantes ideas sobre lo que debería de ser la enseñanza de la música para Adorno. A continuación, dicha visión se verá completada con cuestiones bastante más específicas que nos pueden ayudar de cara a una práctica docente en la que lo más importante sea la formación del individuo en la sociedad y la crítica de los valores que hay inscritos en la música, que pertenecen y afectan también a su sociedad.

La educación musical de Adorno se va a referir, igual que todo su pensamiento, a un determinado tipo de crítica social e histórica en la que el individuo debe ser capaz de analizar la realidad que le rodea con el fin de actuar sobre ella. Dichas ideas son aplicables a cualquier tipo de educación y a individuos de cualquier edad, pero, al aclarar Adorno que se deben aplicar desde el principio de la escolarización, nos vamos a referir más bien a la enseñanza que se debe transmitir desde la escuela, aunque es también perfectamente aplicable a la enseñanza musical en Conservatorios o Escuelas de Música, desde el primer contacto del alumno con la música hasta los estudios superiores.

Desde la crítica al concepto de escuela-instituto-universidad (al modo tradicional) y a la figura del maestro-profesor-catedrático es de la que parte el pensamiento de Adorno, llegando a afirmar que la escuela es la primera fuente de alienación social con la que se encuentra el individuo, comenzando ya desde muy temprana edad con la alienación que sufriremos a lo largo de nuestra vida:

 

[...] El niño es arrancado [...] en el jardín de infancia, de la comunidad primaria, de las relaciones inmediatas, acogedoras, cálidas, y experimenta súbitamente en la escuela, por vez primera, el shock (trauma) de la alienación; la escuela es para la evolución del individuo particular el prototipo casi de la alienación social [...].[4]

 

      A este respecto, añade Adorno una crítica bastante severa a la figura del profesor tal como es entendido hoy en día, al afirmar que la autoridad objetiva (en enseñanza) no existe... llamándonos la atención quizá en que todos (profesores y alumnos) debieran aprender y enseñar algo (su autonomía y su consciencia crítica) a lo largo del proceso de enseñanza y aprendizaje.[5] Así, el profesor de música no se debe limitar a ofrecer datos significativos de la historia de la música, sino que debe en todo momento motivar hacia la reflexión (que es la que en realidad motiva al alumnado, aclara Adorno[6]). Dicha motivación, indica Adorno que debe consistir principalmente en elevarse por encima de las cosas. La función del profesor de música debe de ser la de compartir sus críticas acerca de la historia (o de un determinado repertorio de obras vocales o instrumentales) con el alumnado, a la vez que sus visiones al respecto han de estar en continua revisión.

Y es que lo que se puede ver más claro en la pedagogía de Adorno son sus ideas acerca de la historia, que se pueden aplicar directamente en la enseñanza de la historia de la música, incluyendo también a sus protagonistas (o más bien culpables, para Adorno), aunque lo más importante para el filósofo son todas las circunstancias de muy diversa índole que rodean a las personas:

 

[...] Con la frase de que lo único que cuenta son las personas y de que todo depende de ellas, achacan a las personas lo que es debido a las circunstancias, de modo que éstas prosiguen en la penumbra [...].[7]

 

Se trataría aquí de ir llamando la atención del alumno sobre las causas sociales que han provocado un determinado tipo de música a lo largo de la historia. Nos podemos preguntar, por ejemplo, ¿por qué Bach escribe música religiosa?, ¿por qué existe el movimiento trovadoresco?,  ¿por qué Beethoven llama a su tercera sinfonía “heroica”?, etc... pero sin dejar de entrelazarlo todo con las circunstancias sociales y políticas que lo rodearon, que lo justifican. Todo se puede resumir en una sola pregunta: ¿por qué la música es como es en cada época?, pero no sólo basándonos en cuestiones estrictamente musicales, sino partiendo siempre del hecho de que la mayoría de los compositores deben su música a su época (¿Y cómo era esa época?). Incluyendo también a aquellos compositores que podemos considerar “revolucionarios”, ya que se enfrentaron a algo ya existente en su sociedad (¿cómo y por qué se enfrentaron a dicha sociedad?).  En el ámbito de la estética, también se podría, y se debería enseñar una Historia de la Estética con este sentido crítico y este compromiso social. Se trataría, sobre todo, de asumir los “por qués”, las causas:

 

[...] El pasado sólo habrá sido superado el día en que las causas de lo ocurrido hayan sido eliminadas. Y si su hechizo todavía no se ha roto hasta hoy, es porque las causas siguen vivas. [8]

 

La cita anterior se puede relacionar directamente con el análisis de las causas que hacen que la música de tradición “clásica” que viene  del siglo XVIII sigan estando totalmente vigentes en nuestra sociedad (como nos muestran simplemente las programaciones de conciertos y el alejamiento entre música y público producido en este siglo). La única música que es comprendida, o que entiende el público en general, es la de tradición “clásico-romántica”, ya que en realidad las motivaciones de los músicos de otros tiempos siguen siendo las que realmente llegan al público: en el fondo, las causas son las mismas. Ante ésto, y para superar dichas causas, surge la necesidad de hablar a los alumnos de ésto, mostrándoles cuáles son dichas causas sociales y enseñándoles a valorar los tipos de música del siglo XX que se encuentran fuera de esta tradición. No se trataría de que se opusieran a nuestro patrimonio musical, sino de que fueran realmente conscientes de todo lo que hay en el fondo de la cuestión. Se trata de fomentar una educación que, en palabras de Adorno, lleve al descrédito.[9]

Hay que dejar bien claro, como indica Adorno, que cada época produce las personalidades que socialmente necesita[10], por lo que debemos desvelar a los alumnos las causas de que existan determinadas personalidades musicales a lo largo de la historia (sea a favor o en contra de dicha historia), y ésto sólo lo podremos conseguir aportando perspectivas globales, buscando relaciones culturales entre los hechos: la cultura viva consiste precisamente en ser capaz de percibir relaciones como las que existen entre la filosofía de la vida y la pintura impresionista.[11]

Debido a la importancia que tiene en todo este proceso la capacidad de reflexión, Adorno llega a cuestionar el concepto de examen, que está en contra de todo tipo de reflexión que siempre debe de complementar a la ciencia.[12] El verdadero intelectual de la música es para Adorno el que es capaz de aportar perspectivas globales que jamás se pueden ver en un examen. Es necesario, clama Adorno, sobre todo “ser persona” en el más amplio sentido de la palabra.[13]

En última instancia, Adorno habla de que para poder reflexionar acerca de cualquier tipo de conocimiento, antes se tiene que vivenciar, ya que la experiencia va siempre muy ligada a los conceptos de racionalidad o consciencia:

 

[...] Se hacen experiencias musicales en la temprana infancia cuando en el dormitorio, metido ya en la cama y teniendo que dormir, se escucha con oídos bien atentos y sin permiso cómo en la sala de música se está tocando una sonata para piano y violín de Beethoven. Si a uno se le ofrece esta experiencia mediante un proceso, ya regulado él mismo, se plantea la duda de si conseguirá realmente la misma profundidad del nivel de experiencia. [...]

[...] El mayor defecto con el que hay que enfrentarse hoy consiste en que las personas no son ya realmente capaces de experimentar, sino que entre ellas y lo que ha de ser experimentado se interpone activamente esa capa estereotipada a la que hay que oponerse [...]. Ésto va íntimamente unido al concepto de racionalidad o al de consciencia. [...][14]

 

Es sorprendente observar cómo esta propuesta de experiencia sonora de Adorno sigue estando plenamente vigente, e incluso se nos ofrece como innovación, dentro de la pedagogía musical actual. Para constatar este hecho, basta con coger cualquier revista de educación musical (Música y educación, Eufonía...), cualquier reciente publicación sobre pedagogía musical, o cualquiera de las aportaciones de Willems, Dalcroze, Orff, Kodaly... considerados actualmente los grandes referentes de la pedagogía musical.

En definitiva, la experiencia musical tiene un sentido tan importante en Adorno porque si el individuo no a experimentado el sonido por sí mismo (sea de un modo activo, mediante la producción de sonido; o pasivo, mediante la audición), difícilmente se podrá formar juicios concretos acerca del mismo.

La escuela (o el profesor de música) tendría en este sentido la misión de descubrir los estereotipos existentes que impiden la unión entre música y experiencia para poder reflexionar sobre ellos. Un ejemplo de dichos estereotipos puede ser, por ejemplo, el hecho de que en los conservatorios se enseñe el lenguaje musical primero de un modo teórico y después se practique con el instrumento; o el que se empiecen a dar rasgos estilísticos o de obras musicales concretas de una determinada época o compositor sin haber escuchado antes dicha obra o, de la época referida. O, en un nivel superior, la aversión de los jóvenes a escuchar música “clásica”. Contra ésto habría que luchar, ya que el juicio de que “la música clásica es un rollo” no les pertenece. Es algo que viene promovido por una sociedad que, mediante otros tipos de música más bien comercial, promocionan los valores que le interesan para su perpetuación. Este acercamiento a la historia de la música se debe realizar partiendo de la música que los alumnos escuchen. Así, por ejemplo, en la música “pop” se encuentran gran cantidad de esquemas tonales y rítmicos, así como de temáticas (amorosas, de la vida cotidiana, etc...) que fácilmente encuentran su precedente en la historia de la música y del lenguaje musical.

Incluso dentro de la música de su época (“clásica” y “no clásica”), se le debería enseñar cuál es la música “buena” y la “no tan buena”, en cuanto a valoración artística, histórica, estética... y cuales son los valores que proporciona dicha música. En cuanto al juicio acerca de si dichos valores son válidos o no válidos, aunque el profesor debiera dar claves para su reflexión,  es el alumno el que debe en todo momento formarse su propia opinión al respecto.

En otro nivel, la reflexión también se debe realizar en lo que se refiere a la técnica de la música: el lenguaje musical, las estructuras y formas musicales, los géneros y estilos musicales... (desde la Enseñanza Primaria hasta la Universidad pasando por los Conservatorios), mostrando que dicha técnica siempre está al servicio de un determinado concepto de sociedad y de individuo. Se trataría de poner de manifiesto que no existe la técnica “pura”, sino que se introduce para conseguir muy distintos fines expresivos, sociales o morales:

 

[...] Las personas tienden a tomar la técnica por la cosa misma, tienden a considerarla como un fin en sí misma, como una fuerza dotada de entidad propia, olvidando al hacerlo que la técnica no es otra cosa que la prolongación del brazo humano. [...][15]

 

En definitiva, como indica Adorno, el profesor de música debe proporcionar al alumno cuantas más experiencias musicales sean posibles, para, a partir de dichas experiencias, proporcionar pautas y criterios para la reflexión.

Las instituciones educativas, por su parte, en lugar de quedarse en el “todo está mal”, deben reflexionar acerca de lo que conviene hacer, cuestionándose qué rumbo debe llevar la educación musical. En cuanto a la dificultad del cambio, nos indica Adorno que debiéramos:

 

[...] Reflexionar sobre el fenómeno de lo fácil que resulta la represión precisamente en el fervor de la voluntad de cambio; que los intentos de transformar eficazmente nuestro mundo en tal o cual aspecto específico se ven expuestos de inmediato a la aplastante fuerza de lo existente y parecer estar condenados a la impotencia. Es posible que quien quiera transformar sólo pueda hacerlo en la medida en que convierta esta misma impotencia [...] en un momento de lo que piensa y quizá también de lo que hace.[16]

 

Resumiendo las ideas principales de Adorno acerca de la pedagogía musical, debemos subrayar las siguientes aportaciones:

 

-         Educación como superación del pasado y de las causas de la historia de la música.

-         Importancia del compromiso social de las instituciones educativas: educación musical para actuar en el mundo, más que para repetir modelos.

-         Necesidad de autocrítica del sistema educativo.

-         Invalidez del concepto de profesor como autoridad objetiva.

-         Invalidez del concepto de examen, ya que la ciencia debe complementarse siempre con la reflexión.

-         Hay que destacar sobre todo las circunstancias que rodean a la música, no sólo a las personas.

-         El profesor y las instituciones deben aportar perspectivas globales, con la necesidad principal de “ser personas”, por encima de intelectuales de la música.

-         La educación debe llevar al “descrédito” respecto a lo que se nos ofrece como música “buena” o como sociedad “buena”.

-         Motivación del alumno entendida como reflexión a partir del hecho musical, elevándose por encima de las cosas.

-         Crítica ideológica constante de la función y los tipos de música que nos transmiten los medios de comunicación de masas.

-         Necesidad de vivenciar la música, el hecho sonoro, y realizar la reflexión a partir de dicha experiencia.

-         Necesidad de reflexión sobre el material y la técnica musical, no entendidos como un fin en sí mismos, sino como un medio utilizado por el ser humano y la sociedad a lo largo de todas las épocas.

                                       

2.    Reflexión final: nueva música para un nuevo mundo.

 

Con la expresión que contiene el título de este último punto, se pretende hacer una llamada de atención hacia algo que impregna todo el pensamiento de Adorno. Si a nivel metodológico lo más importante de Adorno es la dialéctica, a nivel conceptual lo más destacable del filósofo alemán es su idea de compromiso social. Adorno parte de la idea de que todo es sociedad, todo está dentro de un determinado contexto, incluyendo la cultura y el arte, y analiza las diferentes relaciones existentes entre sus partes, que sólo tienen sentido de manera global para él.

Pero el análisis de las relaciones no nos debe de dejar igual. Adorno siempre “se moja”. Siempre defiende un modelo de sociedad sobre todo más justa y más igualitaria, para lo que el arte tiene una función primordial. Es digno de destacar la cantidad de ejemplos musicales (aquí recogidos) que utiliza en sus artículos y sus charlas radiofónicas sobre pedagogía, por encima de asignaturas o parcelas del conocimiento que la tradición considerada más importantes para la formación del individuo, como puedan ser las materias tradicionalmente llamadas “instrumentales”: el lenguaje y las matemáticas, principalmente. Para Adorno, al igual que para la mayor parte de la pedagogía crítica, la música ocupa un lugar primordial en cuanto a la formación del individuo, sobre todo en lo que a valores y actitudes sociales se refiere. En este punto, se debe aclarar que Adorno no cree tanto en la “instrucción musical”, entendida como la simple transmisión de datos referentes al lenguaje musical, a la historia de la música o a la música actual. Más bien, el filósofo alemán defiende el análisis y la reflexión sobre dichos datos, de cara a que el individuo actúe con total consciencia y en consecuencia a unos determinados valores que debe admitir o rechazar. La educación musical nos debe hacer sobre todo más libres respecto a la sociedad que nos rodea... y procurando, aunque sean muchas las trabas que nos lo impiden, actuar sobre ella con un determinado compromiso que el individuo debe elegir de manera totalmente autónoma y libre.

Quizá la perspectiva de Adorno pueda resultar a veces, según se muestra en sus textos, un tanto catastrofista, pero hay que entender el período histórico al que pertenece (período de entreguerras, segunda guerra mundial, postguerra y guerra fría) para justificar dicha postura. De todos modos, Adorno no sólo introduce pautas para cambiar la sociedad de su tiempo, sino también para cualquier sociedad de cualquier momento. Si bien es cierto que la situación actual no es tan catastrófica como la que llevó a la segunda guerra mundial, también es cierto, como insiste Adorno en multitud de escritos, que las causas que llevaron a dicho desastre aún no han desaparecido, ya que seguimos creyendo en un modelo de sociedad parecido: consumista, capitalista, explotadora, ciencifista, alienante, progresista, etc... Mientras no desaparezcan las causas, no podremos hablar de una sociedad mejor, aunque se nos insista tanto desde todos los ámbitos en la idea de progreso. Además, las ideas de Adorno no solo son aplicables a la gran barbarie producida en la segunda guerra mundial, sino también a todas las pequeñas “barbaries” que nos rodean tanto a nivel individual como a nivel global.

Aunque Adorno habla, muy seguro por cierto de que nunca se va a conseguir, de que la música acabará si existe una sociedad perfecta, quisiera destacar el deseo real de Adorno de que esta música “acabara”, algo hasta cierto punto utópico e inimaginable. Adorno plantea principalmente la Nueva Música (de Schönberg) como crítica de la existente para conseguir un Nuevo Mundo, la Nueva Sociología como nueva forma de entender la sociedad, y la Nueva Educación Musical como una nueva educación en valores y actitudes críticas frente a la sociedad,  siendo así considerado como uno de los padres de la pedagogía crítica, una de las corrientes pedagógicas más importantes y reveladoras del siglo XX.  

 

3.    Bibliografía.

 

-         ADORNO, T.W.: “Disonancias. Música en el Mundo dirigido”, Libros de Música, 8, Madrid, Rialp, 1966.  

-         ADORNO, T.W.: Educación para la emancipación, Madrid, Morata, 1998.

-         ADORNO, T.W.: “El alea”.

-         ADORNO, T.W.: “El compositor dialéctico”, 1934.

-         ADORNO, T.W.: Introduction to the sociology of music, New York, Continuum, 1989.

-         LISTON, D.P. y ZEICHNER, K.M.: Formación del profesorado y condiciones sociales de la escolarización, Madrid, Morata, 1993.

-         MORGAN, R.P.: La música del siglo XX, Madrid, Akal, 1999 (2ª ed.).

-         PARCERISA, ARTUR: “¿Qué es el currículum oculto?”, Eufonía Didáctica de la Música, El currículum oculto en educación musical, nº 17, octubre 1999, 9 - 10.

-         VV.AA.: Enciclopedia Larousse de la Música, Barcelona, Argos-Vergara, 1987.

 


 

[1] El título de este epígrafe, está sacado de la obra de Adorno que es la base de este artículo. La expresión “emancipación musical” hace alusión a la idea de emancipación en Adorno, según la cual el individuo se debe crear sus propias opiniones...  para actuar también en consecuencia con la sociedad que nos rodea.

[2] ADORNO: Educación para la emancipación..., 43.

[3] ADORNO: Educación para la emancipación..., 96.

[4] ADORNO: Educación para la emancipación..., 75.

[5] ADORNO: Educación para la emancipación..., 120.

[6] ADORNO: Educación para la emancipación..., 46.

[7] ADORNO: Educación para la emancipación..., 20.

[8] ADORNO: Educación para la emancipación..., 29.

[9] ADORNO: Educación para la emancipación..., 126.

[10] ADORNO: Educación para la emancipación..., 88.

[11] ADORNO: Educación para la emancipación..., 40.

[12] ADORNO: Educación para la emancipación..., 44 – 45.

[13] ADORNO: Educación para la emancipación..., 34-35 y 37.

[14] ADORNO: Educación para la emancipación..., 99 – 101.

[15] ADORNO: Educación para la emancipación..., 88.

[16] ADORNO: Educación para la emancipación..., 127.