Revista mensual de publicación en Internet
Número 43º - Agosto 2.003


Secciones: 

Portada
Archivo
Editorial
Quiénes somos
Entrevistas
Artículos
Crítica discos
Bandas sonoras
Conciertos
El lector opina
Web del mes
Tablón anuncios
Suscribir
Buscar
 

 

VI SEMANA DE MÚSICA ANTIGUA DE GIJÓN

Por Angel Riego Cue. Lee su Curriculum.

Por sexto año consecutivo se celebró en Gijón en el mes de julio la Semana de Música Antigua, un evento que comprende actuaciones de solistas y conjuntos destacados en este campo junto con cursos, seminarios y hasta un taller de construcción de instrumentos. Gran parte de las actuaciones son además gratuitas, todo un lujo al alcance de cualquiera, y el interés que despierta esta iniciativa se puede comprobar en las largas colas que se forman ante la entrada de la Colegiata de San Juan Bautista (donde se celebran los conciertos gratuitos).

Este año he asistido a todos los conciertos excepto los tres primeros: María Luz Alvarez y Jesús Sánchez (17 de julio), Jill Feldman e Il Concerto delle Viole (18 de julio) y The Harp Consort con Andrew Lawrence-King, ofreciendo el espectáculo "Luz y Norte" (18 de julio, el único "de pago" de los tres y que se celebró en el Teatro Jovellanos). De estos últimos intérpretes conocía el disco del mismo título aparecido en Deutsche Harmonia Mundi, con lo que hay que esperar que el repertorio fuera similar, es decir, danzas españolas del siglo XVII.

Curiosamente, parece que los conciertos "de pago" del Jovellanos son los que han ofrecido un repertorio más "popular", quedando lo más "exquisito" para los gratuitos. Así, aparte del reseñado de "Luz y Norte", que si es lo mismo que el CD se movería en esta órbita, el 25 de julio pudimos asistir a un concierto de "Le Poème Harmonique" cuyo título genérico era: "Il Fasolo". Venecia en el siglo XVII. De los cantos de carnaval a la ópera veneciana. Los componentes vocales de este grupo demostraron ser excelentes cantantes-actores, dotados además para el ballet, escenificando una historia ambientada en el Carnaval veneciano con músicas del XVII, de la que es una lástima que no se incluyera el texto en el programa ni se sobretitulara, a pesar de lo cual se ganaron la simpatía del público. A destacar el detalle de actuar a la luz de una hilera de velas, minuciosamente encendidas al comienzo (aunque eso sí, los músicos llevaban atriles con luz eléctrica).

El otro concierto del Jovellanos al que asistí fue el ofrecido por el grupo "La Correnta" el 25 de julio, y aquí ya se aparta del repertorio que podríamos llamar "popular", pues lo ofrecido era un programa de música española de los siglos XVI-XVII, de autores como Cabanilles, Juan Hidalgo, Santiago de Murcia o Francisco Guerrero, con gran abundancia de villancicos y obras de tema religioso, aunque tampoco faltaron danzas instrumentales. Escuchando la interpretación del grupo que dirige Juan Carlos Rivera nos recordaba a los conocidos discos de Jordi Savall dedicados a los Cancioneros españoles, incluso los modos interpretativos de la soprano Ana Huete traían cierto recuerdo a Montserrat Figueras. La interpretación fue en general de buena altura y nos descubrió músicas de enorme belleza como ¡Ay amor, ay ausencia! de Juan Hidalgo, con texto de Calderón de la Barca; una vez más hay que repetir, aunque suene a tópico, el desconocimiento que tenemos los españoles de nuestro propio patrimonio musical.


En cuanto el resto de los conciertos, gratuitos y celebrados en la Colegiata de San Juan Bautista, el primero al que asistí fue el celebrado el 20 de julio, un recital de clave interpretado por Jacques Ogg, con obras de iban desde Frescobaldi y su discípulo Froberger, hasta Weckmann, Kuhnau, d'Anglebert y Muffat. La precisa interpertación de Ogg fue acompañada por algún comentario suyo sobre las biografías de los compositores, lo cual agradeció el público.

El 21 de julio tuvo lugar el que era posiblemente el concierto "estrella" de toda la Semana, el de los hermanos Pierre y Jerome Hantaï, clavecinista y violagambista, respectivamente, con un programa que comprendía dos Suites de Marais y dos Sonatas de Bach. Su interpretación, virtuosa pero también poética e imaginativa, demostró por qué ambos están situados en la elite de la interpretación barroca actual.

El 23 de julio le tocó el turno al laudista Robert Barto, con un programa de música alemana del XVIII, centrada fundamentalmente en Weiss, y con obras también de Conradi y Falckenhagen. En este recital lo más "reseñable" fueron los ruidos externos que interrumpieron la delicadísima música de Weiss, desde cohetes de fiesta hasta un recital de canción asturiana en la cercana Plaza Mayor; parece increíble que no se haya tenido en cuenta que la Colegiata no está precisamente insonorizada a la hora de programar dos eventos el mismo día a la misma hora y situados a tan corta distancia, algo en lo que se debieron tomar medidas pues en los días sucesivos no se volvió a repetir. Se dio el simpático detalle de que (si no lo entendí mal) un gaitero al que durante la primera parte se oyó desde el exterior, en la segunda estaba sentado entre el público escuchando a Barto.

El 24 de julio pudimos escuchar en la Colegiata a nuestra aportación autóctona a la música antigua, el ensemble langreano "Forma Antiqva", compuesto por jóvenes músicos que han estudiado con algunos de los solistas extranjeros presentes en la Semana (Ogg, los Hantaï, etc.), y que ofrecieron un programa titulado "Francia versus Italia": música francesa en la primera parte (Marais, Duphly, Couperin) e italiana en la segunda (Marini, Piccininni, Frescobaldi, Falconiero). Nuevamente hay que destacar el entusiasmo y las ganas que le echan estos jóvenes intérpretes, aunque en lo que se refiere a madurez interpretativa no todo el conjunto está a la altura de los hermanos Zapico, verdadera "alma" de la agrupación, que también interpretaron, como de costumbre, piezas en solitario y a cuyo padre (fallecido el pasado año) estuvo dedicado el concierto. En todo caso, los "nervios de la actuación en directo" se notaron más, en general, en estos jóvenes que en los músicos más veteranos que actuaron otros días.

Por fin, el 26 de julio fue el concierto de clausura, a cargo de alumnos que habían participado en los seminarios que tuvieron lugar en paralelo a estos conciertos, y a los que pudimos escuchar tocando mano a mano al lado de figuras como Kees Boeke o Jerome Hantaï, quien asimismo probó una viola de gamba construida en la semana que duró el taller de luthiers, y a quien pudo encontrarse entre el público asistente en todos los conciertos donde no intervenía, algo que en menor medida también ocurrió con otros artistas, que podían reconocerse entre el público en conciertos donde no tocaran ellos, un detalle más de "accesibilidad" dentro del ambiente cordial que presidió toda esta Semana.