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Número 42º - Julio 2.003


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Theodor W. Adorno y la Educación Musical Crítica (I)

Por Luis Ibáñez Luque.

Puede resultar paradójico el hecho de que, sin haber escrito nada Adorno acerca de la pedagogía musical propiamente dicha, se pueda o se deba analizar su pensamiento al respecto. Sin embargo, muchas razones nos inclinan a pensar en lo razonable de dicha propuesta.

 

1.    ¿Por qué la Educación Musical en Adorno?.

 

En primer lugar, hay que aclarar que las ideas pedagógicas que aquí se exponen   pertenecen a una recopilación de conferencias radiofónicas que Adorno realizó en la Radio de Hesse (Alemania), y que van desde 1959 a 1969. Además, hay una serie de conferencias sobre pedagogía que el filósofo realizó en el Consejo coordinador de la Colaboración entre cristianos y judíos, en la Casa de Estudiantes de Frankfurt y en el Instituto para la Investigación en Educación de Berlín[1] (que el propio Adorno quiso publicar y que son aproximadamente de la misma época). Esta recopilación de artículos nos muestra, como se verá más adelante, el enorme interés que el autor tenía en el tema de la educación musical socialmente comprometida.

Otro motivo bastante loable acerca del porqué de un modelo de enseñanza musical en Adorno está simplemente en la base conocimiento científico. Y es que, al tratarse de escritos sobre pedagogía general, siempre se pueden aplicar a cualquier tipo de conocimiento que se quiera transmitir pedagógicamente, en este caso, la música. Esta unión entre música y pedagogía cobra un sentido aún mayor al tratarse de Adorno, ya que todo el pensamiento de este filósofo gira en torno a una concepción social del individuo, de la música y del mundo... además de llamar la atención acerca del compromiso social de todos los agentes que intervienen en la sociedad. Si a todo esto unimos, además, su concepción dialéctica de la filosofía y de la historia, que hunde sus raíces en el materialismo histórico de Marx, todo cobra un mayor sentido, ya que, para Adorno, esta asociación entre la educación y la música no sólo no resultaría arbitraria, sino del todo necesaria (con la dialéctica como intermediaria). La música, al fin y al cabo, se haya siempre insertada en un determinado modelo de sociedad, de individuo y transmite un determinado tipo de cultura, valores, intereses estéticos... que siempre han de estar en conexión con el resto de factores que configuran dicha sociedad.

Así, por ejemplo, Adorno se decanta por Schönberg, como señala en su artículo El compositor dialéctico (1934), porque la música romántica, según él, nos devuelve a los espíritus del pasado. Schönberg, por su parte, muestra una nueva forma de enfrentarse al material sonoro, además de estar en desacuerdo (indica Adorno) con la evolución o la idea de progreso, como de hecho demuestra el desarrollo de su obra, ya que una obra no tiene nada que ver con otra. Es un autor que lucha por encontrarse a sí mismo, en contacto con la realidad. Así, habla Adorno de que:

 

Después de Schönberg la historia de la música no será ya un destino fatal, sino que estará subordinada a la consciencia humana [...], que se modifica a sí misma a medida que se modifica la realidad de que ella se sabe dependiente y en la que ella a su vez interviene [...].[2]

 

Valga ésto como adelanto de su concepción de la música. Pero es sorprendente la obvia relación existente entre esta afirmación puramente musical y otras, también de Adorno, pero que pertenecerían más bien al campo de la pedagogía general:

 

¿Qué significa superar el pasado?.[...] Lo que se busca es trazar una raya final sobre él, llegando incluso a borrarlo, si cabe, del recuerdo mismo. [...] El pasado sólo habrá sido superado el día en que las causas de lo ocurrido hayan sido eliminadas. Y si su hechizo todavía no se ha roto hasta hoy, es porque las causas siguen vivas.[3]

Yo diría que la educación debe hoy más bien preparar para actuar en el mundo que intentar hacer llegar tal o cual modelo rector determinado de antemano [...].[4]

 

El hilo argumental del presente artículo va a consistir en hallar puntos de unión semejantes al anterior, además de reinterpretar los conocimientos aportados por Adorno en cuanto a pedagogía general, extrapolándolos hacia el ámbito de la educación musical. Por este motivo, hay que comenzar aclarando algunos conceptos que, aunque pertenecientes al campo de la pedagogía (y posteriores a Adorno), desde el principio encontrarán su equivalente en el pensamiento de Adorno. Posteriormente, nos adentraremos en el pensamiento musical “puro” (si es que hay algo en Adorno que no esté en relación con todo lo demás) del filósofo para concluir con un análisis musical de las propuestas pedagógicas realizadas por Adorno.

La idea principal en torno a la educación musical, como en casi todo Adorno, es la de cambio. Y la necesidad de cambio la encontramos ampliamente justificada en todas las instituciones encargadas de la educación musical a todos los niveles. El concepto de educación musical de Adorno afectaría a todos los niveles educativos, desde la Enseñanza Primaria a la Universitaria, y desde el Maestro de escuela hasta el Catedrático de Universidad, pasando por los Conservatorios y Escuelas de Música.

 

2.    Algunas aclaraciones pedagógicas.

 

Quisiera comenzar haciendo algunas aclaraciones sobre lo que se denominan “tradiciones” pedagógicas, que implican diferentes corrientes y modos de entender la enseñanza. Por una parte, encontramos lo que sería una corriente academicista, que se basa en la creencia de que existe un único saber objetivo que hay que transmitir necesariamente porque es el único válido para el desarrollo del individuo. En segundo lugar, estaría la tendencia “progresista”, que se basa en el análisis de las dificultades del individuo a la hora de adquirir un determinado tipo de aprendizaje. Y, por último, encontramos la corriente en la que podemos encuadrar plenamente, y sin miedo a equivocarnos, a Adorno: la pedagogía “crítica”.[5] Como afirman Liston y Zeichner, dicha tradición define la educación como un elemento crucial a favor de una sociedad más justa[6] . Ahora lo realmente importante no son los conocimientos ni el modo en que son transmitidos, sino más bien los valores sociales de cualquier tipo de conocimiento:

 

[...] Sólo en la tradición reconstruccionista social [crítica] las creencias sociales y políticas de los profesores y su conocimiento del contexto social de la escolarización ocupan un lugar destacado en las deliberaciones acerca de lo que constituyen buenas razones para la acción educativa.[7]

 

Y Adorno también llama nuestra atención respecto a la necesidad de una crítica o reflexión acerca de los contenidos:

 

La chapucera fusión de apropiación de material empírico [...], de material aprendido de memoria y declamación cosmovisional, muestra que el nexo entre cosa y reflexión se ha roto [...].[8]

 

Las funciones generales del profesor de música, y respecto a la música “juvenil” en concreto, que nos indica Adorno, también van totalmente en esta línea. Adorno, en definitiva, nos habla de que el poder tiende siempre a promover valores educativos (o musicales) que tiendan a su propia perpetuación, escondiendo la verdadera realidad subyacente (engañando al individuo) y utilizando cuanto tenga a su alcance, llámese escuela o medios de comunicación de masas, además del hecho de que el individuo no hace nada por salir de esta manipulación:

 

[...] Un profesor de música, no proviniente, por una vez, del movimiento de música juvenil, podría analizarles [a los alumnos] alguna canción de moda, mostrándoles por qué una canción de este tipo, o incluso una pieza del movimiento musical, es incomprensiblemente peor [...] que un cuarteto de Mozart o de Beethoven o que una pieza realmente auténtica de la nueva música. Intentos [...] de ir despertando [...] la consciencia del hecho de que los hombres son siempre engañados, porque el mecanismo de la inmadurez y de la minoría de edad es hoy el del [...] mundo que quiere ser engañado elevado a escala planetaria. [...]

[...] O inmunizarlos [el profesor a los alumnos] [...] contra ciertos programas [...] tan comunes en la radio, en donde los domingos a primera hora se les invita a escuchar una música radiante, como si viviéramos, como se dice tan bellamente, en un “mundo sano”, lo que no deja de constituir, por cierto, una genuina representación de angustia. También podría leérseles alguna vez una revista ilustrada, haciéndoles ver hasta qué punto se explotan en ellos sus carencias afectivas. [...][9]

 

Otro concepto que se debería aclarar, perteneciente a dicha corriente pedagógica actual, también tiene un claro precedente en Adorno. Se trata del concepto de “currículum oculto”. En este sentido, es muy esclarecedor un artículo de Artur Parcerisa en el que se muestran las ideas clave en torno al concepto de “currículum oculto”:

 

El currículum oculto es transmitido por el propio profesorado de manera inconsciente. [...] Hay que diferenciarlo de otras influencias educativas [...] como las procedentes de la educación informal (publicidad, televisión, etc...).[10][...]

Siempre existe un currículum oculto porque el profesorado no puede dejar de influir en su alumnado de múltiples maneras, muchas de ellas no conscientes [...] (por ejemplo, prestando más atención a los chicos que a las chicas o mostrando una actitud autoritaria o excesivamente permisiva).[...]

El currículum oculto transmite, por encima de todo, valores y actitudes. [...][11]

 

En este sentido, Adorno plantea el análisis de los valores transmitidos por los medios de comunicación, con una intención manifiestamente oculta. Aplicado a la música, se trataría de analizar los tipos de música, y los valores que conllevan los diferentes géneros musicales, para dilucidar la conveniencia o no de que socialmente se promuevan. Es el profesor el que, desde su ámbito, debe adoptar una postura crítica y reflexiva acerca de la música en los medios de comunicación. Afirma Adorno que la ideología televisiva muestra la tentativa de

 

[...] Inculcar en las personas la falsa consciencia y las deformaciones y ocultaciones de la realidad presentándoles una serie de valores, como tan bellamente suele decirse, de cuya validez positiva efectiva les persuaden dogmáticamente, en tanto que la formación cultural [...] [La televisión] debería, por el contrario, capacitarlas para ponderar su problemática y formarse un juicio propio y autónomo al respecto. [...][12]

 

En lo que se refiere a los valores musicales de esta música “estatal” que se nos quiere transmitir, y contra la que debe luchar siempre la escuela, Adorno afirma que dicha música es considerada o más bien “vendida” como la ideal. Los otros tipos de música (pertenecientes más bien a estratos sociales más bajos) son más “realistas”, según el autor.[13] Desde este punto de vista, la escuela debería demostrar que dicha cultura estatal, como indica la cita textual, es también cuestionable, y que en cuanto a música, cultura o sociedad el individuo debe siempre ser crítico y formarse una opinión propia.

Como se puede apreciar, los conceptos de “pedagogía crítica” y “currículum oculto”, aunque posteriores a Adorno, son totalmente válidos para encuadrar lo que sería su perspectiva de la enseñanza musical. Él tiene muy claro que para ser profesor de música, por encima de todo hay que ser profesor, en el sentido de que todo tipo de educación (reglada o informal) nos tiene que ayudar a ser cada vez más personas. Adorno  en ningún momento habla de “recetas” a la hora de actuar en clase: si se tienen que enseñar tales o cuales contenidos, o si se tiene que hacer de esta u otra manera. Hacer ésto sería ir en contra de la propia crítica que defiende Adorno y también la corriente señalada de la pedagogía crítica. Nuestro filósofo más bien se inclina por aportar una serie de ideas o actitudes a la hora de enfrentarse a la enseñanza en general. Por este motivo, y como se verá más adelante, sus ideas acerca de la historia, por ejemplo, son muy aplicables a la enseñanza de la historia de la música. O su idea de educar a partir de la experiencia (que da la impresión de tener influencias de la psicología), también muy coherente con el sentido y el significado del lenguaje musical. 

 


 

[1] Todos estos escritos los encontramos en ADORNO, T.W.: Educación para la emancipación, Madrid, Morata, 1998.

 

[2] ADORNO, T.W.: El compositor dialéctico, 1934, 54.

[3] ADORNO, T.W.: Educación para la emancipación..., 15 y 29.

[4] ADORNO, T.W.: Educación para la emancipación..., 94.

[5] LISTON, D.P. y ZEICHNER, K.M.: Formación del profesorado y condiciones sociales de la escolarización, Madrid, Morata, 1993, 27-61.

[6] LISTON y ZEICHNER: Formación del profesorado..., 51.

[7] LISTON y ZEICHNER: Formación del profesorado..., 61.

[8] ADORNO: Educación para la emancipación..., 39.

[9] ADORNO: Educación para la emancipación..., 125.

[10] De todos modos, la pedagogía crítica suele analizar dicha “educación informal” con el fin de compensar sus efectos desde la escuela.

[11] PARCERISA, ARTUR: “¿Qué es el currículum oculto?”, Eufonía Didáctica de la Música, nº 17, octubre 1999, 9 – 10.

[12] ADORNO: Educación para la emancipación..., 53.

[13] ADORNO, T.W.: Introduction to the sociology of music, New York, Continuum, 1989, 60.