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Número 39º - Abril 2.003


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CINE ESPAÑOL Y MÚSICA: ALBERTO IGLESIAS

 Por Ignacio J. Doña Ciézar.  Profesor Superior de música.

      Seguramente no haya en este mundo mayor sensación de tranquilidad que la que debe de tener un nominado al premio Goya a la mejor música original, si sabe que ese año tiene como competidor en la categoría a Alberto Iglesias. Y decimos tranquilidad porque, claro, las probabilidades de irse a casa de vacío, sin recoger ningún premio, son altísimas (por no decir todas).

      Esa tranquilidad de la que hablamos la volvieron a tener este año los compositores nominados en esta categoría. La historia se repitió una vez más, y Alberto Iglesias obtuvo su 6º Premio Goya por la partitura de la película de Almodóvar “Hable con ella”. Su mérito es mayor si pensamos que ha conseguido los seis galardones en un intervalo de sólo diez años, y todavía más al recordar que ha sido nominado en un total de siete ocasiones (sólo una vez, por tanto, se quedó sin el premio).

     Si nos fijamos en las críticas aparecidas en la prensa al día siguiente a la entrega de premios, podemos leer: “Fiasco para Almodóvar, que solamente consigue un Goya de los siete a los que aspiraba”; “Los lunes al sol gana 5 - 1 a Hable con ella”. Es cierto que, por lo general, el cine de Almodóvar es más premiado fuera de nuestro país que dentro. Pero el director manchego apostaba sobre seguro: sabía que por muy mal que le fuera la noche, su película no se iría de vacío; siempre le quedaría el consuelo de al menos un Goya, el de Alberto Iglesias. Y es que, de un tiempo a esta parte, este compositor es sinónimo de éxito. Como muestra, un botón: la B.S.O. de “Hable con ella” se ha mantenido durante muchas semanas entre los diez primeros discos en las listas de ventas de Francia, superando a trabajos de cantantes tan “vendedoras” como Celine Dion.


Alberto Iglesias

    Haciendo un recorrido rápido por la biografía de Alberto Iglesias                encontramos algunos datos sugerentes. Leemos que nace en San Sebastián  en 1955; estudia piano, armonía y contrapunto en su ciudad; más tarde, recibe lecciones de composición y piano de F. Schwartz en París y estudia técnicas de composición electroacústica con G. Brnçic en los estudios Phonos de Barcelona. Como intérprete, lo más destacable es el período de 1981 a 1986, cuando formó un dúo estable de música electrónica con el también compositor Javier Navarrete, que les llevó por varias giras en las que interpretaban sus propias composiciones.

     El inicio de la relación de Iglesias con el cine viene ligado al mundo de los cortometrajes, donde se adentra de la mano de su hermano José Luis y del director vasco Montxo Armendáriz. El salto al largometraje se produce no mucho tiempo después, con su colaboración en la película “La conquista de Albania” (1984), del director Alfonso Ungría, y posteriormente realiza el que es reconocido como su primer trabajo de gran entidad: la partitura compuesta para “La muerte de Mikel”, de Imanol Uribe. A partir de ahí su relación con el cine se regulariza, componiendo la banda sonora de películas como “El sueño de Tánger” (1986), de Ricardo Franco, “Adiós, pequeña”, donde repite trabajo con Imanol Uribe, “Luces de bohemia”, de Miguel Ángel Díez y algunas otras menos conocidas como “La playa de los perros” (José Fonseca, 1986) o “Lluvia de otoño” (José Ángel Rebolledo, 1988). Todas ellas películas con resultados bastante desiguales en su época, donde la música del donostiarra pasa desapercibida, quizá por la falta de ediciones discográficas de sus obras.

      Con la llegada de los 90, Alberto Iglesias da un salto cualitativo en su producción musical. Este salto llega a partir de su asociación con el director vasco Julio Medem, sin duda uno de los más importantes e influyentes del reciente cine español. Su colaboración ya había empezado unos años antes, por ejemplo, en el mediometraje “Martín” (1988), producido por Elías Querejeta, con el que Medem se da a conocer. Este dúo compositor – director se ha repetido en todas las películas de Medem (cinco hasta el momento), dando y obteniendo unos resultados espléndidos. El propio director no se cansa de repetir que sería muy difícil afrontar un nuevo proyecto sin la colaboración de su compositor de cabecera. La gran expresividad y potencia dramática de su cine han encontrado en Alberto Iglesias a un fenomenal vehículo de expresión.

      En 1991 comenzarían su colaboración con el debut en el largometraje de Medem, “Vacas”, donde Iglesias compone una magistral descripción sonora del bosque, lugar central a partir del cual nace y muere la historia y sus personajes, cada uno con su distintivo tema melódico. En la banda sonora se incluyen, además, numerosos efectos de sonido asociados a la música. Por esta película Julio Medem es galardonado con el Goya a la mejor dirección novel, y Alberto Iglesias es reconocido con su primera nominación al Goya a la mejor música original, donde cae ante la banda sonora de José Nieto para “El maestro de esgrima”.

 

     Los buenos resultados se repiten en la segunda película del director vasco: “La ardilla roja (1993), que supone la confirmación de todas las expectativas que apuntaba su ópera prima. El film resulta ser un éxito de público y también de crítica, siendo premiada en el Festival de Cannes. La amnesia fingida y el enigmático mundo de la protagonista, Elisa (encarnada por la fabulosa Enma Suárez) son reflejados en la película con el apoyo de una música profunda y obsesiva. Iglesias hace uso durante todo el desarrollo de la película de la txalaparta, instrumento tradicional vasco de percusión hecho de madera, como medio de expresión de esa obsesión tan particular que describe Medem. La banda sonora contiene además una canción, “Elisa”, escrita por el propio protagonista (Nancho Novo) que va adquiriendo distintos significados según avanza la trama del film. La edición de la banda sonora fue muy singular para la época, incluso criticada en alguna ocasión, ya que contenía varios fragmentos de diálogos acompañando a la música original. “La ardilla roja” supone el primer Goya para Alberto Iglesias (1993), que se toma la revancha del año anterior imponiéndose a José Nieto. Al mismo tiempo, obtiene el reconocimiento nacional e internacional por su excelente partitura.

     La fama adquirida con estas películas abre al donostiarra nuevos campos: es requerido a partir de ese momento por varios directores españoles para trabajar en sus películas. Así, compone para Carlos Saura la música de su película “Dispara” (1993), una banda sonora en apariencia densa que, al igual que en “La ardilla roja”, también conecta con el mundo interior de una protagonista que en este caso busca su propia salvación. Fragmentos como “Pieza III” o “Pieza IV” son un claro ejemplo del uso y dominio de Iglesias de la composición para cuerdas. En 1996 llega la oportunidad de trabajar con otro director vasco, Daniel Calparsoro, en la película “Pasajes”. En esta ocasión, la partitura es de corta duración, y se ciñe sólo al trabajo con instrumentos de cuerda: se emplean únicamente tres violoncellos y un contrabajo, que expresan la desolación y tristeza de la realidad del personaje central de la película (protagonizado por Najwa Nimri). El resultado es una muy buena banda sonora, con un tratamiento musical de este singular cuarteto de cuerda lleno de lirismo que merece la pena ser escuchado.

    Un año antes, en 1995, tras el trabajo en la películaUna casa en las afueras”, de Pedro Costa, se inicia la segunda de las grandes y exitosas asociaciones cinematográficas de Alberto Iglesias: es reclamado por Pedro Almodóvar para participar en su película “La flor de mi secreto”, como relevo de su compositor habitual, Bernardo Bonezzi. Esta colaboración se repetiría en todas las siguientes películas de Almodóvar: “Carne trémula”, “Todo sobre mi madre” y la reciente “Hable con ella”. El manchego se confiesa, al igual que Medem, gran admirador de las creaciones de Iglesias, y cuenta ineludiblemente con él desde hace ya ocho años para cada uno de sus nuevos proyectos cinematográficos. 

     La colaboración se inicia con la mencionada “La flor de mi secreto” (1995), para la que Alberto Iglesias compone una banda sonora basada en un trío de dos violas y un violoncello. Al igual que en “Pasajes”, escribe muy poca música para la película. En ella, y conectando con varias de sus partituras anteriores, refleja intensamente el dolor que manifiesta la protagonista (Marisa Paredes) durante toda la obra. En ocasiones, esta intención va musicalmente unida a guiños y reminiscencias del tango (como ejemplo, el corte titulado “Tango de Parla”), motivos que se repetirán unos años después en la aclamada “Todo sobre mi madre”. Este recurso no es casual; el propio autor manifiesta al respecto: La música tiene que tener la apariencia del decir, y músicas como el tango poseen una gran articulación melódica, además de estar cargado de pasión”. 

     La siguiente película de Julio Medem, “Tierra” (1996), cuenta, cómo no, con la participación del compositor vasco. Un nuevo Goya reconoce el trabajo de Alberto Iglesias en una gran película protagonizada por Enma Suárez, Carmelo Gómez, Silke y Nancho Novo, y que compite en el Festival de Cannes de 1996, obteniendo gran éxito en toda Europa. Medem apunta ya como uno de los más reconocidos y prestigiosos directores españoles, y su fama viene acompañada de un fuerte impulso en la distribución de sus películas. La música que Iglesias adivina en las imágenes de “Tierra” es una música absolutamente expresiva, que ayuda a entender el desarrollo de los personajes y que describe el vacío y el tormento de las relaciones entre ellos. Una banda sonora escrita en un estilo post-romántico aparentemente denso, pero de líneas melódicas muy sugerentes y evocadoras.

      La fama viene acompañada de un intenso trabajo en estos años: también en 1996 Iglesias figuró como miembro del jurado en la edición nº 44 del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, su ciudad, junto a figuras de la talla de los directores Abbas Kiarostami, Mike Figgis o la actriz portuguesa (y también directora) María de Medeiros.

      Y los proyectos cinematográficos no paran: 1997 es el año de “La camarera del Titanic”, del director catalán Bigas Luna y de “Carne trémula”, su segunda colaboración con Pedro Almodóvar. Ambas bandas sonoras tienen en común un carácter de nostalgia y evocación, en el primer caso unido al amor recreado y no olvidado del personaje de la camarera, encarnada por Aitana Sánchez-Gijón, y en el segundo poniendo música al dolor y los celos del protagonista masculino, David (Javier Bardem).

      “Los amantes del círculo polar” (1998) supone el cuarto encuentro en el largometraje de Alberto Iglesias y Julio Medem. El resultado es un rotundo éxito de taquilla, así como de premios en numerosos festivales internacionales, lo que supone la definitiva consagración de Medem. El vasco fabrica una película extraordinariamente bella, que expone la casualidad como hilo conductor de las vidas de los personajes y como motor de sus encuentros y desencuentros. La banda sonora es quizá uno de los mejores trabajos de Iglesias y también uno de los más elaborados (trabaja en él unos cuatro meses). Recrea un ambiente musical muy ligado a las atmósferas del ártico, que acompaña con perfección a la gran belleza plástica de las imágenes que llenan la película. La música toma especial relevancia en su relación con los dos personajes principales, Ana y Otto: sus silencios, su introversión y el lenguaje de sus miradas son captados e interpretados por Iglesias, que los arropa con una música envolvente y llena de matices. Por este trabajo es galardonado con su tercer premio Goya, así como con el reconocimientos a su banda sonora en festivales internacionales de cine.

     Tras el trabajo en “Los amantes…”, llegaría el “boom” internacional de Pedro Almodóvar con “Todo sobre mi madre” (1999), sin duda la obra cumbre del director manchego hasta el momento en cuanto a temática. El éxito acompaña a la película desde el primer momento: premio al mejor director en Cannes, un César francés, un David de Donatello italiano, dos premios BAFTA ingleses, tres Premios Europeos del Cine, un Ondas, un Globo de Oro, seis premios Goya… un total de más de 40 galardones, hasta alcanzar el punto máximo de reconocimiento con el Oscar a la mejor película extranjera. La música que Alberto Iglesias compone para la película se lleva un Goya y un premio de la Academia de la Música española. Una música llena de emoción y de belleza melódica, que acompaña como parte inseparable al extraordinario dramatismo de las mejores escenas de la película. Las composiciones de Iglesias saltan desde atmósferas jazzísticas hasta grandes instrumentaciones para orquesta (la banda sonora fue grabada por la Orquesta Filarmónica de Praga, dirigida por Mario Klemens, con la producción musical de Lucio Godoy).

     En la banda sonora se incluyen, además, dos canciones de Dino Saluzzi ("Gorrión" y "Coral para mi pequeño y lejano pueblo") y una del senegalés Ismael Lô, "Tajabone", que enmarca uno de los inolvidables momentos del film: la llegada de la protagonista a Barcelona (una magistral Cecilia Roth dando vida a Manuela en, seguramente, el papel de su vida), y su paseo por la ciudad más visible y más oculta, por la más atractiva y por la más desconocida.

     Como curiosidad, hay que mencionar que Almodóvar rechazó la primera versión de la banda sonora, teniendo Iglesias que replantear de nuevo el trabajo. Sobre este tema, el autor comenta: “No voy a decir que no me fastidie que un director rechace un trabajo que he hecho pensando que es el más adecuado. Pero soy consciente de que los directores buscan lo mejor para la película y por la forma en que me lo dijo Almodóvar entendí que había que cambiar la música. El músico en el cine está en la sombra y eso a mí no me molesta”. El resultado fue una banda sonora muy aplaudida, que incluso sonó en algunas quinielas como posible candidata a ser nominada al Oscar (como parte de la vorágine de fama y reconocimiento de Almodóvar en Estados Unidos). El Goya a la mejor música original concedido a Iglesias fue uno de los más aplaudidos y merecidos en la noche de la gala de entrega de premios del cine español.

     En el año 2000 llega un reconocimiento singular: es galardonado con el Premio “Ricardo Franco” en el Festival de cine español de Málaga. Por este motivo, el festival le dedicó una retrospectiva, proyectando diez de las películas que han contado con su participación, y el compositor estrenó en el Teatro Cervantes de la capital malagueña su obra “Habitación en Do”, especialmente compuesta para el certamen. En su obra, Iglesias realiza una reflexión sobre la relación existente entre el cine y la música, utilizando en ella fragmentos de grabaciones de voces entre las que se encuentra la del actor John Malkovich. Esta colaboración no es casual, dado que en ese momento el compositor vasco ya estaba inmerso en el proyecto de debut en la dirección de Malkovich: “The dancer upstairs” (“Pasos de baile”), protagonizada por Javier Bardem y Juan Diego Botto. El rodaje de la película y el trabajo musical que Iglesias realiza en ella se producen en el año 2000, pero la película no se estrena en España hasta hace escasamente seis meses (septiembre de 2002).

     “Lucía y el sexo” (2001) es, hasta el momento, el último encuentro cinematográfico de Iglesias y Julio Medem. Nuevamente el director dibuja una historia compleja, llena de conexiones íntimas y ocultas entre los personajes. La acción queda dividida esta vez en dos lugares, la ciudad y la isla. El compositor también usa dos esquemas fundamentales a la hora de realizar la banda sonora: por un lado, utiliza melodiosos valses para acompañar el encuentro y la relación entre los dos protagonistas, Lucía y Lorenzo (Paz Vega y Tristán Ulloa), y por otro recurre a atmósferas hipnóticas creadas por sintetizador para recrear el ambiente de la isla, destino inicial y final al fondo de la historia. Estos sonidos llenan pistas como “¡Lo adivinas todo!” o “Bajo la isla”, que envuelven a la perfección escenas de gran belleza visual e inesperados encuentros.

      En la edición de 2002, Alberto Iglesias gana nuevamente el Goya por su banda sonora para esta película, lo que empieza a convertirse ya en una costumbre. Con este premio, iguala a José Nieto, que con cinco galardones ostentaba el liderazgo en esta categoría hasta ese instante. El momento de superarle estaba cerca: sólo habría que esperar un año.

      En “Hable con ella” (2002), Iglesias realiza el que quizá sea su mejor trabajo de los realizados para Pedro Almodóvar. La banda sonora viene acompañada, al igual que en “Todo sobre mi madre”, por varias canciones seleccionadas por el manchego, que se enganchan al discurso de la película (interpretadas, entre otros, por Caetano Veloso o Ellis Regina). En cuanto a la música de Alberto Iglesias, el propio Almodóvar declara en la carátula del disco que “la música (...) sirve de techo y de suelo a los personajes y arropa la acción como porosa manta de cachemira en una fría noche invernal”. Una banda sonora llena de emotividad melódica, en la que el autor manifiesta su maestría absoluta en el uso de las cuerdas (“Jordania”), incluso recurriendo en alguna ocasión a los valses (al igual que en “Lucía y el sexo”) en piezas como “El grito”. Destaca sobremanera esa pequeña joya en lo visual en forma de cortometraje mudo que Almodóvar inserta en la película: “El amante menguante”, protagonizado por Paz Vega y Fele Martínez (una curiosidad: ambos casualmente compañeros de viaje de Medem como protagonistas de “Lucía y el sexo” y “Los amantes…”, respectivamente). Esta “licencia” de Almodóvar se convierte también en una joya musical por obra de Alberto Iglesias. El compositor elige para acompañar a estas imágenes una maravillosa composición para cuarteto de cuerda de casi nueve minutos que, por sí sola, vale un Goya. El resultado global es una de las partituras más conseguidas de Alberto Iglesias, que además consigue una gran difusión internacional de la mano del gran reconocimiento que Almodóvar obtiene por su película. Un nuevo “saco” de premios que aún no se ha terminado de rellenar, pero que tiene su cumbre con el Oscar al mejor guión original y la nominación como mejor director del año. Esperamos con ansia los próximos encuentros en la gran pantalla de estos dos grandes protagonistas del cine español.

     El último trabajo estrenado de Alberto Iglesias ha sido la música para el documental “Comandante” (2003), un recorrido por la figura de Fidel Castro dirigido por Oliver Stone, hecho en forma de entrevista - diálogo entre el comandante cubano y el director. Este documental fue presentado muy recientemente en la sección Panorama de la 53ª edición del Festival de Berlín.

      Lejos del mundo del cine, encontramos la tercera gran asociación de Alberto Iglesias, que tiene que ver esta vez con la danza. Ha colaborado a lo largo de la década de los 90 con el bailarín y coreógrafo Nacho Duato, que ha montado varios ballets sobre su música y los ha incluido en el repertorio del Ballet Nacional de España, obteniendo grandes éxitos en teatros de todo el mundo. A propósito de esta colaboración, Iglesias afirma: “Me gusta pasar del cine a la danza y viceversa. En la danza sucede al revés que en el cine: comienzo yo y termina el coreógrafo, y es un trabajo que tiene también un componente plástico muy grande, pero la música también posee gran contenido. En el cine me tengo que adaptar a las imágenes que me dan y a veces sintetizar las ideas, trabajando rápido; y en la danza, no tanto”. Un ejemplo de la música de Iglesias para danza es su obra “Cautiva” (compuesta de 1987 a 1991, y editada en disco en 1992), escrita sobre textos de Ezra Pound y James Joyce, donde contó con la colaboración instrumental, entre otros, de Javier Paxariño o Eduardo Paz.

     ¿Y qué ocurrirá en los premios Goya del año próximo? Parece que este año no estrenarán película ni Medem ni Almodóvar, así que, en principio, Alberto Iglesias deja este año el campo abierto para otros compositores españoles… pero sólo en principio, porque llegan noticias de su actual trabajo en la banda sonora de “Te doy mis ojos”, la nueva película de la actriz y directora Icíar Bollaín, que recientemente acaba de finalizar su rodaje y cuyo estreno está previsto para principios de este verano. Muy pronto veremos el resultado, en unos pocos meses.
     No obstante, echemos un vistazo a lo más inmediato que se nos avecina en la pantalla: según lo visto y oído en el trailer de la película, seguramente merezca la pena acercarse a ver, a partir del día 27 de abril, la ópera prima de Antón Reixa: “El lápiz del carpintero”, basada en la famosa novela del escritor gallego Manuel Rivas. La banda sonora de la película corre a cargo de Antón Seoane, componente del grupo musical gallego Milladoiro. Esperemos también oír el trabajo de Manuel Villalta para “El oro de Moscú”, debut como realizador del gran actor Jesús Bonilla (con estreno el 28 de marzo). Pero aguardamos con expectación noticias sobre la siguiente aparición del gran compositor Roque Baños. ¿Será éste el gran año para el murciano? Ya ha anunciado su talento en numerosas ocasiones (“La comunidad”, “800 balas”…), y en pocas ocasiones defrauda. Ha sido ganador de un Goya, a la mejor canción original, en la edición recientemente celebrada. Esperemos la confirmación de cara al público de una de las más firmes realidades en este campo del cine español. Y también en forma de premios… si es que Alberto Iglesias se lo permite algún año de estos, claro.