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Número 39º - Abril 2.003


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MI ABUELO, EL BARÍTONO VICENTE BALLESTER

Por Ondina Ballester.


 Vicente Ballester

Una vez leí en un listado de nombres propios, con explicación de su significado, que el nombre de “Vicente tiene su origen en el latín “vincere” y quiere decir “vencedor”, “victorioso”. A Vicente le encanta la aventura, el riesgo y todo lo imprevisible y tiene un carácter alegre, optimista y positivo. Es tenaz y ambicioso en su profesión...”.

Desgraciadamente, no he conocido a mi abuelo pero, por lo que sé, esta definición parece escrita pensando en él. ¡Lástima que no pudiera completarla viviendo más años!

Vicente, que nace a finales de Diciembre de 1887, es el cuarto hijo de una familia en la que sobreviven nueve hijos. Varios de sus hermanos fueron artistas plásticos: escultores, dibujantes, etc. Pero él, que también dibujaba y muy bien -sobre todo era un gran caricaturista, actividad que mantuvo siempre- se lanzó además desde muy joven al mundo de la farándula -como le gustaba decir. Y también se definía a sí mismo, en una entrevista muy posterior, como de espíritu aventurero y chirigotero.

En 1904, fallece el padre. Con parte de su familia se traslada a Barcelona donde trabaja de jornalero y estudia canto. A los 24 años se casa y poco después con su esposa, su madre y algunos hermanos, se marcha a París, donde trabaja de dibujante y toma clases de canto con el prestigioso tenor polaco Jean de Reszke. Según declaraciones suyas -que no he podido comprobar- cantó Aïda en un teatro de los Boulevards de París y Cavalleria Rusticana e I Pagliacci en el Teatro Olimpia, que no es el que conocemos actualmente. 

A principios de 1914, mi abuela regresa a Barcelona, donde en Mayo nace su primer hijo. Mientras, Vicente se va a cantar a Italia. Debuta en Agosto pero el estallido de la Primera Guerra Mundial le trunca lo que hubiese podido quizá ser un buen inicio de su profesión. Vuelto a Barcelona, actúa durante un tiempo en diversos teatros y también en otras ciudades cercanas, cantando tanto ópera como zarzuela. Parece ser que en esos momentos ya sólo se dedica al canto. Ha dirigido sus pasos definitivamente hacia esta profesión, por lo que al ser contratado por la compañía de zarzuelas del “Teatro Ruzafa” de Valencia, se dirige allí con su mujer y su hijo. Finalizada en Enero de 1916 la temporada en ese teatro, Vicente, que ha recibido un contrato del Teatro Martí de La Habana, cruza por primera vez el charco para ir a cantar a Cuba. Su mujer espera su segundo hijo y no viaja con él, se queda en España, de dónde nunca querrá irse, a pesar de los reiterados pedidos de Vicente.

  En el Teatro Martí actua ininterrumpidamente desde Febrero hasta Mayo de 1916, cantando zarzuelas y operetas, pasando después al Teatro Nacional hasta el 10 de Julio. Siempre con el mismo elenco, canta la última quincena de Julio en el Teatro Payret. Una de sus compañeras en esta primera aventura cubana, és la cantante mexicana Mimi Derba, quien años más tarde -ya dedicada al cine- compartirá cartel con la sobrina de Vicente, Manolita Saval, que se convertirá en una actriz estable de la cinematografia mexicana.

  En ocasión de su marcha a Nueva York, contratado para el Teatro Rialto, hace gala de lo que será una constante en su carrera: su gran don de gentes, simpatía y sencillez (eso sale de la pluma de todos los periodistas que tienen un mínimo trato con él y que le consideran de inmediato “su amigo”); desde el barco que le lleva a la ciudad de los rascascielos, escribe una carta para despedirse del público y la prensa habaneros, agradeciéndoles toda la bondad y el apoyo y simpatía que le han demostrado. Esta carta sale publicada en los principales periódicos de la capital cubana.

  Actúa durante un mes en el Teatro Rialto de Nueva York, donde tuvo mucho éxito, según consta en varios artículos de periódicos que poseo. El Director del Rialto le hizo un contrato indefinido pero, ante la oferta de la “Boston National Opera” aquél no quiso ser un freno en su carrera y le dejó ir, con la condición de que, “al acabar su temporada en Boston y Chicago regresara al Rialto para mantener con su presencia el alto nivel de la compañía de su primer empresario”. No tengo información de si se cumplió tal requisito.

  Con la “Boston National Opera” recorrió Norteamérica y llegó a Toronto, Canadá. Es en esta formación dónde comparte cartel por primera vez con sus compatriotas María Gay y José Mardones. También están Riccardo Martin y Maggie Teyte.

  Unos meses más tarde, forma parte de la “Cosmopolitan Opera Company”. Sólo me constan tres únicas representaciones de “Rigoletto”, junto a Francesca Milena, Fely Clement y F. Montefini, en el “Garden Theater” de Nueva York. La crítica del periódico especializado “Musical Courier” es excelente.

  El siguiente paso es formar parte de la “Compañía Mexicana de Opera” dirigida por Miguel Sigaldi, durante el último trimestre de 1917, repartiéndose funciones entre los teatros “Arbeu” y la Plaza de Toros “El Toreo”. Allí fue el protagonista de operas tales como I Pagliacci, Carmen, Lucia di Lammermoor, Aïda, Cavalleria Rusticana, Rigoletto y La Favorita. De nuevo comparte cartel con Maria Gay y Maggie Teyte. También se registran funciones con Giovanni Zenatello, Edith Mason, José Mojica, Rosa Raisa y con sus compatriotas Hipólito Lázaro y Andrés Perelló de Segurola, entre otros. De nuevo las críticas son muy favorables. Uno de los periódicos observa que, “por primera vez y contraviniendo las ordenanzas, Vicente Ballester tuvo que bisar el prólogo de Pagliacci”. Otro periódico dice: “Vicente Ballester se ha apoderado por completo de nuestro público”.

  La siguiente información, en orden cronológico, que poseo lo ubica de nuevo en Cuba, con la “Compañía de Opera de Adolfo Bracale”, durante un mes y medio en los teatros “Nacional” y “Payret”, con las óperas Rigoletto, I Pagliacci y Lucia di Lammermoor. Con Edith Mason, de nuevo, canta junto a los españoles José Palet y Amador Famadas. En La Habana le conocen, le recuerdan y se nota que le aprecian. Las críticas hablan de su “ascenso” al mundo de la ópera desde que se fue y alaban su voz y su buen hacer. Mi abuelo, que es su mejor promotor, al llegar a La Habana va a visitar en la redacción de un periódico (al menos hay uno que da la noticia) a sus “amigos”. Las críticas a sus actuaciones son todas elogiosas, resaltan el recibimiento que le hace el público habanero que le recuerda, las veces que tiene que salir a escena después de cada acto y la gran calidad de su voz y su interpretación. Esta última cualidad será también una constante en las críticas que recibirá a lo largo de su corta carrera: a la calidad de su voz y su buen cantar, destacan (quizá por inusual en aquellos tiempos) el gran actor que es.

  En 1918 hay un primer contrato con el Metropolitan Opera House de NuevaYork, pero en aquella ocasión no llegó a cantar.

  Quizá por falta de información que pueda aclararlo, ocurre algo a continuación que no sé como explicar: las siguientes noticias de mi abuelo lo sitúan a finales de Julio de 1918 en Santiago de Cuba cantando de nuevo zarzuela y opereta. Con esta Compañía, la que a veces consta a su nombre en algunos periódicos y otras a nombre de Santiago García, recorre además Villuendas y Guantánamo. De esta etapa también las críticas son elogiosas, admirativas, cariñosas y en la misma línea de siempre: grandes facultades vocales unidas a una sencillez y simpatía poco corrientes.

  No tengo ninguna información más hasta febrero de 1919. Dada su prematura muerte y que estuvo varias veces enfermo, no sé si estos vacíos –y aún tengo más lagunas históricas- se deben a que yo no he podido dar con la información o bien, a que no hubo actuaciones. Es algo que, de momento, me es imposible explicar.

  Estas nuevas presentaciones son –otra vez- sólo en ópera: Rigoletto, La Bohème, Pagliacci, Cavalleria, Il barbiere di Seviglia, entre otras. La compañía: Mancini Gran Opera Co. Sus compañeros en esta ocasión: Lucía Fernández Flores, Flora y Marta Melis, Bianca Saroya, Riccardo Martin, Nadine Legat, entre los principales. Las actuaciones tienen lugar en la República Dominicana y Puerto Rico. Cuento con mucha información periodística de esta etapa en la que se repite la tónica de siempre en cuanto a crítica favorable como cantante y persona simpática dónde las haya. En estas entrevistas mi abuelo, en algunas cosas inventa su biografia (o quizá tendría que decir exagera, aumenta, calla, varía, etc.); y algo más: no sólo se hace amigo de los periodistas con los que trata, sino que luciendo su faceta de dibujante, les hace y regala caricaturas de sí mismo, del entrevistador y a veces de sus compañeros. Debieron crearse situaciones muy distendidas y divertidas como comenta un periodista, que entrevista a la cantante mejicana Lucía Fernández Flores y mi abuelo hace la caricatura que luego sale en el periódico, haciendo además comentarios y preguntas a su compañera. O como, en otra ocasión, mientras el periodista le entrevista, él hace la caricatura del dibujante, mientras éste se la hace a él.

  En “El Imparcial”, de San Juan de Puerto Rico, en la entrevista de Dalmau Canet, bajo su propia caricatura escriben: “Ballester no necesita que nadie lo pinte. Como Caruso, coge el lápiz y traza en un momento su propia caricatura”. Dalmau, nuevo incondicional de mi abuelo, escribe también:

  “... Como le ocurrió en La Habana, se hará popularisimo en Puerto Rico, debido a su sencillez, a su alegría, a su carácter, bien distinto del de esos artistas de ópera que hablan en voz baja para que no se les estropee la voz y que llevan el cuello de la americana subido después de la función. Ballester es como Lázaro. Los amigos le dicen que cante y se arranca por soleares o por una jota, sin hacerse de rogar”.

  Me he permitido reproducir este párrafo porque representa una muestra de la gran mayoría de la información periodística que poseo y porque puede describir mejor su manera de ser y de conectar con los demás. Y, en realidad, también coincide con los pocos comentarios que recuerdo -siendo yo muy niña- que me hacía la hermana de mi abuela, mucho más joven que ella.

  Lo siguiente que sabemos de él es con su nueva compañía, con la que fielmente irá colaborando hasta el final: la “San Carlo Opera Company” del Maestro Fortune Gallo. La gira es por las principales ciudades de Canadá y Estados Unidos, y sus compañeros en aquella ocasión fueron Queena Mario, Giuseppe Agostini, Leon Rothier, Manuel Salazar, Stella de Mette, Alice Homer, Bettina Freeman, Romeo Boscacci, Ada Paggi, Sophie Charlebois, Marcella Craft, entre otros, durante toda la temporada, desde septiembre de 1919 hasta mayo de 1920.

  De la poca información que poseo, favorable como siempre, es evidente que Rigoletto fue su interpretación cumbre, seguida del Tonio de I Pagliacci. Las críticas todas excelentes y, como ya los tiene acostumbrados, mi abuelo obsequia a algunos periódicos con caricaturas de él mismo o de alguno de sus compañeros.

  Después de algunas actuaciones sueltas, por las que de nuevo cosecha grandes elogios como cantante y como persona, empieza una nueva temporada con la “San Carlo” desde septiembre de 1920 hasta abril de 1921, básicamente con los mismos compañeros, algunos nuevos como Consuelo y Mª Luisa Escobar, Giuseppe Inzerillo, Anna Fitziu, y recorriendo prácticamente toda la geografia norteamericana y el Canadá. De nuevo críticas excelentes tanto a su canto como a su interpretación y a la seguridad que trasmite a sus compañeros de reparto.

  Una información novedosa, relacionada quizá con su futura enfermedad, es un artículo de “El Paso Morning Times”, de diciembre de 1920. Al hablar de las figuras que acaban de llegar: “Vicente Ballester [...] dijo que no estaba en sus mejores condidicones para cantar. Esta queja, dijo Fortune Gallo, demuestra que está normal. Ballester se queja cada noche de alguna dolencia de garganta, pero luego sale a escena y canta las arias de barítono como sólo Ballester puede hacerlo”.

  Acabada la temporada con la “San Carlo” mi abuelo es contratado para actuar en el Teatro Colón, de Buenos Aires para la temporada 1921. Inicia su actuación en Julio con la Lucia, junto a su compatriota María Barrientos y Giulio Crimi. Siguen unas 18 actuaciones más y otros compañeros son Giovanni Martinelli, Ada Paggi, Claudia Muzio, Ninon Vallin. De estas actuaciones no tengo ninguna referencia periodística. Sólo unas páginas del “Album Recuerdo” del propio Teatro Colón, en una de las cuales hay una pequeña semblanza de los artistas. La biografía de mi abuelo, de nuevo con cierta fantasía, le sitúa en sus inicios en Viena, donde parece no haber estado nunca.

  No reaparece con la “San Carlo” sino con la “Chicago Opera Association” de Mary Garden, de Diciembre de 1921 a finales de Enero de 1922. Tres “Barberos” -dos en Chicago y uno en Nueva York- y un concierto. Sus compañeros en esta ocasión: Amelita Galli-Curci, Tito Schipa, Virgilio Lazzari y Maria Ivogun. La crítica de Chicago descubre a mi abuelo, con titulares espectaculares y haciendo como siempre grandes elogios tanto a su voz como a su manera de estar, de cantar, de actuar y encomia su juventud y encanto personal. Un periódico en lengua española reproduce varias críticas de otros de Chicago, todas elogiosas.

  No tengo más noticias de él hasta Junio de 1922. En este lapsus hizo el viaje a España que recuerdan sus hijos. El menor sólo recuerda éste; su hijo mayor recordaba otros dos anteriores. Pero éste debió ser el último, intentando llevar con él a su familia a América, antes de la probable ruptura de la pareja. El viaje queda confirmado por los periódicos de Junio de 1922 que comentan el precioso traje de torero para “Carmen” que se ha traído de España –confeccionado por una de sus hermanas que era sastra.

  La siguiente aparición es en el “Stanford Stadium University” de Palo Alto (San Francisco). Según información provinente de los periódicos, este llamado “Festival de Opera” era “...el ensayo de un plan elaborado por el Director de orquesta Gaetano Merola y Frank Carroll Giffen para establecer una sede de ópera en San Francisco, con coros y orquesta permanentes, de manera que puedan contratarse las estrellas de otras ciudades para varias óperas, y puedan encontrar compañía, música y decorados esperándoles aquí”.

  Las apariciones de mi abuelo que me constan en este festival son cinco. Sus compañeros: Bianca Saroya, Ina Bourskaya, Giovanni Martinelli y Leon Rothier. Durante este tiempo, participa en una importante emisora de radio, cantando varias arias y siendo portada del periódico “San Francisco Call & Post”.

  Es numerosísima la información que tengo de estas actuaciones y, como siempre, son sumamente elogiosas hacia su arte, su simpatia, su interpretación, etc. Algunos le recuerdan de sus anteriores apariciones con la “San Carlo” y lo presentan como favorito de los aficionados de San Francisco. Si hay que juzgar por todas estas críticas, mi abuelo era una de las máximas estrellas de la compañía y uno de los artistas mas queridos personalmente por público y periodistas. Debía tener un carácter juguetón y bromista, parece que esto es fácil de deducir. Pero hay otro comentario periodístico que parece confirmarlo: El “The Bulletin” de San Francisco, saca en portada el mes de Mayo de 1922, una foto de los principales artífices de esta ópera al aire libre que tendrá lugar en Stanford: el Director, Gaetano Merola, las dos sopranos, Bianca Saroya e Ina Bourskaya, el bajo francés Léon Rothier y mi abuelo. En el texto, el cronista, entre otras cosas, comenta sobre Rothier que “...causó sensación porque acarreaba en una mano tres cajas llenas de una clase especial de pan que no puede comprar aqui y que necesita tener, y en la otra un sable del siglo XVII que utiliza en Fausto”. Mi abuelo debió bromear con el pan y el sable del bajo ya que, según cuenta el periodista: “...Rothier negó haber traído el sable con él para rebanar el pan e insistió que no cabía en ninguna maleta y tenía miedo de que pudiese perderse. No llames la atención sobre mi pan y mi sable – le dijo a Vicente Ballester – o si no yo me meteré con esta tontería de pequeño fonógrafo que siempre llevas contigo para divertirte.”

  Después de la experiencia en Palo Alto, va por primera vez, como cantante de la “Chicago Opera Association.”, a las veladas de ópera, también al aire libre, en Ravinia Park, cerca de Chicago. Desde finales de Junio a los primeros días de Septiembre, canta en más de 30 ocasiones. Por primera vez coincide con su compatriota Graziella Pareto. Las críticas en periódicos y revistas especializadas son de nuevo muy elogiosas.

  A mediados de Septiembre de 1922 inicia una nueva temporada con la “San Carlo ...” con Rigoletto en el “Century Theatre” de New York, pero no la termina. A finales de noviembre atiende el contrato que le hace su ex compañero y paisano Andrés Perelló de Segurola, para actuar en México con Miguel Fleta. A pesar de tener a su lado a un divo de la envergadura de éste último, mi abuelo recibe en los periódicos los mismos elogios de siempre; a la altura de los que se hacen del tenor.

  Las actuaciones duran un mes, hasta finales de Diciembre. De nuevo medio año sin noticias. Cuando reaparece es con las veladas de verano al aire libre en Ravinia Park con la Chicago Opera Cº. Se vuelve a encontrar con su compatriota Graziella Pareto, con Tito Schipa, Leon Rothier y coincide por primera vez con Giacomo Lauri-Volpi. De nuevo un gran éxito y grandes críticas. Reproduzco un pequeño resumen del “Chicago Herald”: “Cuanto más se le oye, más uno lamenta que la Chicago Civic Opera le haya perdido en beneficio del Metropolitan donde cantará el próximo invierno”.

  Efectivamente firma un contrato. Pero tampoco cantará, esta vez debido a una gravísima enfermedad. Un año ausente de los escenarios. Cuando reaparece es de nuevo en el Ravinia Park. Además de la Pareto, coincide esta vez con la valenciana Lucrecia Bori, de nuevo Rothier, Lauri-Volpi, y Giovanni Martinelli, entre otros. Las críticas son excelentes y entusiastas; por ejemplo, la hecha por el prestigioso Edward Moore, que entre otras cosas comenta que “...ahora que ha recuperado la voz, es tan bueno como lo fue entonces”.

  Acabada su temporada con la “Chicago Opera”, aparece con el Metropolitan Opera House de Nueva York. Por fin, pues, hay contrato y cumplimiento del mismo entre mi abuelo y el Met. Allí se encuentra con antiguos compañeros y con otros con los que coincide por primera vez: Leon Rothier, Florence Easton, Amelita Galli-Curci, Miguel Fleta, Queena Mario, José Mardones, Giacomo Lauri-Voilpi, Rosa Ponselle, Beniamino Gigli, Feodor Chaliapin, entre otras grandes figuras. Las primeras actuaciones son con la llamada “Opera Caravanin” y después en la sede del Met en Nueva York. La temporada va desde mediados de Noviembre de 1924 hasta finales de abril del 25, con el concierto de cierre. En medio hay un concierto como solista en el “Carnegie Hall” de la misma ciudad. Parece ser un indicio de la enfermedad que le llevaría a la muerte y que le obligó, en los últimos tiempos, a abandonar la ejecución de óperas enteras haciendo sólo conciertos.

  De nuevo toda la información, anterior a su aparición como después de ella, es muy elogiosa y menciona el retraso en su debut debido a su enfermedad. Se le considera el mejor barítono del mundo en aquellos momentos. Pero desgraciadamente está llegando al final de su carrera y de su vida (¿Lo sabe él?). Firma el contrato para la próxima temporada con el Met. Mientras tanto realiza algunas actuaciones sueltas en algunos importantes teatros del pais: Otello, Rigoletto y Cavalleria Rusticana con la “Los Angeles Opera Association”, junto a Maria Kurenko, Charles Hackett y Rosa Raisa, y, sobre todo muchos conciertos como solista, salvo uno que realizó con la soprano rusa Maria Kurenko. El último de estos conciertos de los que tengo información es a principios de noviembre de 1925 y, de nuevo, nada hasta Mayo de 1926, en el teatro Nacional de La Habana, también en un concierto. Cuando llega a los muelles del Arsenal, en La Habana, le espera una multitud de amigos y admiradores, con representación de la colonia española y principalmente la valenciana. La profusión de información que tengo sobre esta ida a Cuba es increíblemente elogiosa y cariñosa y nos ayuda, una vez más, a través de la pluma de aquellos periodistas, a conocer el personaje: “...V.B. es un hombre cultísimo y simpático. Tiene un don de gentes que solamente se nota en los privilegiados que lograron ver mucho mundo...”

  La revista “Cine Mundial” se hizo eco del paso de mi abuelo por Cuba y del homenaje que le tributaron. Y anuncian que, para el año próximo habrá ópera de la buena en Habana: una compañia formada por figuras del Met, la Boston, La Philadelphia y la Chicago “[...] o sea un elenco de primer orden. Y no puede ser otra cosa, ya que el Director Artístico de la misma será V.B.”. Este era quizá el proyecto final de mi abuelo quien, tal vez debido a sus problemas de salud, ya no quería continuar como cantante de ópera. Naturalmente ésto no pudo concretarse, ya que falleció antes.

  Antes de efectuar el viaje a España -del que no regresaría- para ver a su familia y realizar dos conciertos en su ciudad natal, Valencia, se despide del público americano, como guest start con la que resultó ser su compañía de ópera más estable, la “San Carlo Opera Cº”. Un Rigoletto y un Otello en el Century Theatre de Nueva York, en Octubre de 1926, el día antes de partir para su país. Las críticas a su actuación son, como siempre excelentes y nada parece presagiar mala salud.

  El 26 de Octubre llega a Valencia, precedido de grandes titulares, fotos y artículos en los periódicos de la capital levantina. Es la llegada del hijo pródigo, de la celebridad, del valenciano ilustre, etc Tiene que dar dos conciertos, a principios de noviembre. Pero sólo dará uno. Del segundo, los periódicos no vuelven a hablar. La familia recuerda que no estuvo muy bien en este primer concierto. La salud de mi abuelo debió empeorar. En estos momentos, mi abuela y sus dos hijos marchan a Barcelona. Mi abuelo queda al cuidado de su familia y de la que, por aquellos tiempos, era su compañera.

  Ningún periódico recoge nada de su enfermedad ni posterior fallecimiento el 3 de octubre de 1927, poco antes de cumplir los 40 años. Al gran despliegue de su llegada, sigue un absoluto silencio.

  Las famosas riadas que hubo años después en Valencia, que destruyeron los archivos municipales, los de los juzgados, los eclesiásticos y otras valiosas fuentes de información, hacen que no haya habido manera de saber las causas exactas de su fallecimiento.

  La “especial” situación con su esposa legal y el fallecimiento de ésta un año y medio después, siendo mi padre y su hermano muy jóvenes y viviendo en Barcelona, alejados de la familia de mi abuelo, hace que la historia de este evidente gran cantante no haya podido conservarse y transmitirse como hubiese merecido.

  Aunque hayan pasado ya muchos años, espero, dentro de mis posibilidades y las ayudas que me proporcionan medios como Filomúsica, que las personas interesadas por el mundo de la ópera le conozcan aunque sea un poquito.

  Nota: Para más información sobre la vida, grabaciones y lugares de actuación de Vicente Ballester puede visitarse: http://www.geocities.com/vicentballester/homepage.htm