Revista mensual de publicación en Internet
Número 35º - Diciembre 2.002


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La Bruja de Chapí

Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum. 

 La Bruja, zarzuela en tres actos. Música de Ruperto Chapí. Libro de Miguel Ramos Carrión y Vital Aza. Milagros Martín y Carmen Serrano (La bruja); Susana Cordón y Silvia Velásquez (Rosalía); Marta Moreno (Magdalena); Carmen Belloch (La superiora); Carlos Moreno, José Ferrero y Jorge de León (Leonardo); Julio Morales y Carlos Durán (Tomillo); Abel García (El inquisidor); Carlos Brú (El cura). Orquesta de la Comunidad de Madrid y Coro del Teatro de la Zarzuela. Dirección musical: Manuel Galduf y Lorenzo Ramos. Dirección de escena: Luis Olmos. Coreografía: Fuensanta Morales. Teatro de la Zarzuela, del 27 de noviembre a 11 de diciembre.

La Bruja de Chapí es una zarzuela con aires de ópera que se queda en una fábula infantil. La partitura es magnífica, exuberante, y llena los tres actos con su imponente presencia. Va desde momentos dramáticos hasta otros ligeros. Casi no hay partes habladas, con lo que la pieza está más cerca de una ópera que de una zarzuela. Sin embargo la música no consigue salvar las deficiencias del argumento, cuyo desarrollo está lleno de tropiezos y altibajos. Es una sucesión de escenas que busca el efecto dramático con tanto afán que acaba por malograrlo. La intervención de dos escritores, las supuestas prisas del estreno y el abrupto final tampoco ayudan mucho. La propuesta escénica de Luis Olmos opta, muy sabiamente, por asumir las inconsistencias con naturalidad, desde una perspectiva ingenua y desenfadada. Renuncia a buscar el tono verdiano al que tal vez aspiraron los autores y opta con acierto por enfatizar la línea cómica. El montaje resalta la espectacularidad con los cambios de decorados indicados en las acotaciones, con movimientos de coros y unas coreografías oportunas y muy vistosas. La escenografía recuerda a la de un teatrito de cartón recortable. Está perfectamente ejecutada y muy bien iluminada por Juan Gómez-Cornejo. La dirección de escena Luis Olmos, la dramaturgia y la plástica son estupendas, mientras que la parte musical es solo correcta. Los cantantes son buenos profesionales, aunque no siempre se les entiende la letra, lo cual entorpece el seguimiento de la trama en algunos momentos. Destacan las intervenciones de los actores (siempre excelentes en este género) y, sobre todo, la interpretación que el cantante Julio Morales hace de Tomillo, con una voz estupenda, una actuación solvente y una dicción modélica. Los tempi no están centrado y hay algunos desajustes con la orquesta achacables a la rotación de cantantes batutas. Este título obtuvo en su estreno un éxito resonante pero no ha tenido una supervivencia demasiado afortunada en la cartelera histórica. Es una obra que lejos de ser redonda, mezcla aciertos con grandes fallos. Esta nueva producción del Teatro de la Zarzuela ha sabido resaltar lo mejor: distrae y amplía nuestro conocimiento del género, al margen de los títulos habituales.

  Próximos espectáculos del Teatro de la Zarzuela

 

  Enero                    El niño judío, producción del Teatro de la Zarzuela (2001).

 

  http://teatrodelazarzuela.mcu.es/spa/programacion/index.htm