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Número 35º - Diciembre 2.002


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HARRY POTTER Y LA CÁMARA SECRETA - John Williams

Por Joaquín R. Fernández.  

 

 

Apremiado por su abultada agenda, John Williams se ha visto en la obligación de dejar que otro de sus colegas -en este caso William Ross- se haga cargo de la adaptación de la partitura que el autor de "Minority Report" ha escrito para la esperada secuela de una de las películas más exitosas de la Historia del Cine. Si bien esta banda sonora es una brillante continuación de lo que ya habíamos escuchado en "Harry Potter y la Piedra Filosofal", la sorpresa que nos había producido la anterior entrega se ha disipado por completo, añadiéndose ahora un factor que, incomprensiblemente, dificulta el disfrute de esta obra como elemento estrictamente cinematográfico.

Me refiero, además, a algo que no suele ser habitual, y es el hecho de que el deleite que produce la audición del compacto es mayor que el que se obtiene cuando se oye la música con las imágenes, puesto que, por desgracia, el montaje de sonido en la película presenta un escaso volumen de la música, pasando desapercibida en momentos en los que su presencia ayudaría a hacer más intenso el devenir del filme.

El primer corte del disco es «Prologue: Book II And The Escape From the Dursleys», una coherente introducción que, por supuesto, incluye el tema central de la saga, una deliciosa melodía que ya se ha ganado por derecho propio un puesto de honor entre todas las míticas composiciones que Williams nos ha regalado desde que trabaja en el mundo del cine. En «The Chambers Of Secrets» encontramos una sutil variación de esta pieza, pues aquí se vuelve oscura e inquietante, más acorde, pues, con el argumento de la propia película.

 Las aportaciones más novedosas de esta entrega las encontramos en «Fawkes The Phoenix», una brillante pista que rezuma vitalidad en cada una de sus notas y que pronto se distingue como una de las músicas más representativas del compacto; por su parte, «Gilderoy Lockhart» es una típica descripción del atolondrado personaje interpretado por Kenneth Branagh, mientras que Dobby, el elfo doméstico, también cuenta con su propio tema musical, «Dobby The House Elf», aunque no está a la altura del carisma que destila esta criatura que, sin pretenderlo, meterá en buenos problemas a Harry Potter.

 Los espectaculares pasajes de acción son definidos por Williams con su habitual elegancia, otorgándoles dignidad en los momentos más emocionantes que dramáticos del relato («The Flying Car»), e intercalándolos con el tenebrismo de algunas de las imágenes del filme, tal y como sucede cuando Harry y Ron son atacados por decenas de arañas gigantes («The Spiders»). La inevitable lucha final («Dueling The Basilisk») es descrita a través de una furiosa y atronadora orquesta en la que se van intercalando los temas del Fénix y el central de la saga, en una cascada de sonidos que rompe en un apoteósico empleo de coros mayoritariamente femeninos.

 La oscuridad de la trama, que tampoco es mayor que la de su precedente, como tantas veces se ha repetido, se puede comprobar en algunos fragmentos musicales de la banda sonora («Meeting Aragog», «Meeting Tom Riddle»), existiendo un inquietante y dosificado uso de los coros, que se integran a la perfección con los desasosegantes acordes de Williams.

 En definitiva, si bien no aparecen en el compacto algunos fragmentos musicales que sí encontramos en la película, y aunque en general la banda sonora no aporta excesivos añadidos al fabuloso trabajo que Williams ya nos brindó en "Harry Potter y la Piedra Filosofal", no cabe duda de que nos encontramos ante otra agradable obra del maestro que, por si fuera poco, se completa con un interesante disco multimedia que hará las delicias de los aficionados a las aventuras de este mago nacido de la imaginación de J. K. Rowling.