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Número 34º - Noviembre 2.002


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FELIPE PEDRELL: CRISOL DE LA MÚSICA ESPAÑOLA

Por Paula Coronas Valle. Lee su curriculum.

La Historia de la Música Española no siempre hace justicia a sus propios compositores. Muchos de ellos son “esos grandes desconocidos” , de los que solemos escuchar sus nombres, incorporados sin más remedio al carro de la gloria, pero a veces, olvidadas sus vidas y sus trayectorias: Ignorados sus méritos.

Este es el caso del controvertido personaje de Felipe Pedrell, considerado por los expertos como el resurgidor de la escuela nacionalista española en pleno siglo XIX. En efecto, fue éste músico catalán del que aún hoy siguen planteándose cuestiones o dudas, el enlace más directo entre nuestros grandes polifonistas de los siglos XVI y XVII y los albores del siglo XIX, momento en que se pone de moda el estudio del folklore. Pero, ¿qué ocurre entonces?. No siempre es bien realizado dicho estudio, es decir, muy probablemente, cae en manos de aficionados o profesionales poco cualificados. Así que advertimos como tarea nada fácil el trabajo compilatorio de canciones y danzas populares como fuente de ese “incipiente nacionalismo” que asomaba a la vida musical de principios del XIX.     

En este sentido recordamos las duras palabras con las que Pedrell enjuicia la dejadez o falta de profesionalidad de los músicos en general: “Pero en este despertamiento repentino de folklore(hay que decir la verdad aunque sea dolorosa)los músicos, lo que se llaman los músicos profesionales, fuera de contadísimas excepciones, no figuran para nada, absolutamente para nada. No tengo la pretensión temeraria de hacer investigaciones respecto a esa dejadez culpable. Además que sólo hay una: la de la incultura artística, y ésta hace innecesaria toda otra investigación”.

No desprovisto de cierta razón, Pedrell propicia con dominio de la técnica sin lugar a dudas y con intuición de compositor, un análisis bastante más riguroso y exhaustivo en el tratamiento de lo autóctono.

Según Oscar Esplá “ gracias a la etapa nacionalista, los músicos llevan en el alma el sentido de la raza, sintiéndolo como de su pueblo, y sus obras se alimentan con la misma savia que la del folklore nacional, aún cuando, deliberadamente, quieren ignorar el canto popular y cuando adoptan las formas técnicas más generales”.

Este comentario que hace el  músico levantino deja bien claro que ésta aportación fonética del lenguaje propio de cada país impregna plenamente la producción del compositor que convive con las emociones de cada región. Por ello y precisamente preconizando estos valores folklóricos, se sitúa Felipe Pedrell en la grandeza y en la excelencia de la creación de una verdadera Escuela de raíz española.

Nacido en Tortosa el 18 de Febrero de 1841, Pedrell inicia su andadura siendo niño de coro en la catedral de su ciudad bajo la dirección de un buen músico, el padre Juan Nin. De este forma traba conocimiento con la antigua polifonía española e italiana del siglo XVI, cuya austeridad y estructura singular influenciaron en gran medida su arte posterior.

En cuanto al estudio del piano y la composición, es Pedrell un autodidacta. Paralelamente  a su parcela de investigación del folkore popular  comienza a dar sus primeros pasos.         

En 1873 ocupa el cargo de subdirector de la Orquesta del Circo desplegando por estos años una actividad importante en el estreno de sus óperas: “El último Abencerraje”(1874) y “Quasimodo”(1875). Posteriormente (1876) consigue una pensión para estudiar en Roma y un año más tarde a París.

Durante este período da a conocer una serie de obras religiosas y sinfónicas de relevancia: Sinfonía Milá, Marcha Triunfal, los ciclos de canciones Orientales y Consolations, Lo cant de la montanya, y la ópera El Rey Lear y Cleopatra.   

Su interesante enriquecimiento en materia de musicología lo constituyen títulos tan significativos como su publicación Salterio Sacrohispano, la revista Notas musicales y literarias o la antología Hispaniae Schola musica sacra, cuyo primer tomo lo dedica a Cristóbal de Morales, uno de nuestros más ilustres polifonistas del pasado.

Continuando con esta inmensa labor especializada se suceden innumerables trabajos de investigación , ensayos, artículos y publicaciones , entre los que destaca La música religiosa en España de singular valor.

Si tuviéramos que situar los contornos de la madurez pedrelliana hablaríamos seguro de su composición Los Pirineos, famosa trilogía sobre poema del catalán Víctor Balaguer. Un año después escribirá Por nuestra música, especie de tratado en el que desea aclarar sus ideales estéticos. Aparece también por estos años el Diccionario técnico de la música(inacabado). Tras este somero repaso al listado de obras científicas y formales del músico de Tortosa, nos encontramos con el colofón a su carrera: Cancionero musical popular español(1922). Fue publicado en cuatro volúmenes, cada uno de ellos centrado en materias específicas,  que supone una valiosísima muestra de recopilación de canciones ertenecientes no únicamente al folkore español. También figuran páginas anónimas o de autor conocido extraídas del pasado histórico-musical.      

Si importante es su papel como divulgador musical, crítico y musicólogo, no menos esencial resulta su labor pedagógica iniciada en el año 1894 en el que gracias al profesor Monasterio consigue incorporarse al ejercicio de la docencia en el Real Conservatorio de Madrid. Conviene aclarar llegado a este punto, que previamente, Albéniz y Granados ya se habían beneficiado a través de su doctrina nacionalista, viéndose pronto influenciados por su postulado.

El fuerte talante autocrítico de Pedrell  llevó a este músico rebelde incluso a la destrucción de propias partituras, considerándolas en ocasiones de escaso valor. Aún así, muy extenso se califica su legado musical que recoge composiciones clasificadas dentro de muy variados géneros: Corales, Canciones, Sinfonías, Óperas, páginas pianísticas...

Sus últimos años de vida fueron apagando la llama de su aliento creador, al mismo tiempo que su carácter intolerante y un tanto adusto fueron deteriorando el entorno de vida del maestro(tal vez, la muerte de su única hija contribuyera a perjudicar su ya difícil situación anímica).              

Murió en Barcelona el 19 de Agosto de 1922.                              

Quizás la tristeza de los postreros años del artista catalán estuvieran marcados por la incomprensión y la soledad de un Pedrell no considerado y en muchos casos , con razón o sin ella, devaluado como compositor.          

En esta polémica discusión se arrojan diversas versiones que llegan casi todas a la misma conclusión. Como bien conocedor de su verdad artística, Higinio Anglés, discípulo del maestro, comenta al respecto”su limitación estuvo en querer abarcarlo todo y reformarlo todo”.

Grandes eruditos  de la talla de Henri Collet, Adolfo Salazar o el actual Carlos Gómez Amat coinciden en la misma teoría que concede al músico su valor como recopilador  e investigador de la esencia española no  siendo considerado compositor como tal.

En una línea de búsqueda incansable hacia el sentimiento artístico más puro encontramos  a esta figura musical que en ocasiones se queja del tratamiento que recibe: “Ni en Cataluña ni en el resto de España se me ha hecho justicia. Se ha querido rebajarme constantemente diciendo que yo era un gran crítico y un gran historiador, pero no un buen compositor. Y no es verdad: soy un buen compositor. No pido respeto para mi edad: lo pido para mi obra. Que se la oiga, que se la estudie y que se juzgue.”

No cabe dudas de que el “Wagner español”,denominado así por algunos en relación a su admiración hacia el genial músico nacionalista alemán, fue objeto de controversias. Su poliédrica figura ha despertado entre la crítica más severa una oleada de reacciones: Unos ven en él al gran padre doctrinal del nacionalismo español, otros, al folklorista hispano más sobresaliente del siglo XIX.  Su emblemático carisma divulgador de artículos y opúsculos le ha situado en la cúspide de la investigación musical. Pero la mejor forma de canalizar su ideal estético fue a través de sus más destacados seguidores: Albéniz, Granados, Falla... Ellos consiguieron continuar la estela pedrelliana llevándola a su máximo esplendor. Y si por algo luchó hasta el final fue por la autenticidad de un estilo propio y genuino, recuperador de la escuela española. Nada menos que el gaditano Manuel de Falla apunta estas palabras cálidas y emotivas hacia su maestro, en un artículo necrológico publicado en la Revue Musicale en febrero de 1923: “ Nosotros, los que hemos sido estimulados y guiados por la obra musical de Pedrell, se puede afirmar que ella, por sí sola, habría bastado para provocar el renacimiento del arte musical español”.

Para todos Felipe Pedrell se nos manifiesta como la imagen omnipresente del artífice de un movimiento histórico-cultural encargado de recuperar nuestras raíces. La hondura de su proyecto cristalizó en la valiente y original  senda por la cual han discurrido tantos . Entre sus herederos, gratitud infinita.

FOTOS:

1ª.- Felipe Pedrell.
2ª.- Isaac Albéniz.