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Número 34º - Noviembre 2.002


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EMMANUEL CHABRIER: GUÍA PARA ESCUCHAR A UN OPERISTA INFORTUNADO (1)

Por Mario Arkus.

          

Gai comme les pinsons et mélodieux comme les rossignols. 1
Verlaine

"¡Mi pobre padre no sabía ya nada! ¡Aplaudía como si se hubiera ejecutado la obra de otro! Mientras los bravos de la multitud llegaban a él, reía por nada, puerilmente. Todos miraban hacia donde estábamos; desde la sombra de un rincón, mi madre sollozaba y nosotros llorábamos juntos al ver sus lágrimas. Él no se enteraba de nada, estaba como sin pensamiento y sin fuerzas. Fue la hora más terrible de mi vida". Así se expresaba André, segundo hijo de Emmanuel Chabrier, acerca de la experiencia vivida cuando, después de muchos años de ser ignorada en este teatro, Gwendoline llegó a la Opéra de Paris. Era el 27 de diciembre de 1893, cinco meses después, Chabrier moriría.

Este episodio quizá sea el más representativo de los infortunios sufridos por el compositor francés a lo largo de su vida. Sin embargo, es de destacar que sus biógrafos señalan un punto en común en su creación musical: la alegría. Lucien Rebatet, en Une Histoire de la Musique, hace un paralelo con los numerosos amigos que Chabrier tenía entre los pintores impresionistas: "Más próximo todavía de esos pintores que Bizet, compartía con ellos el gusto por los colores claros en una época en la cual nos olvidamos hasta qué punto se cultivaba la tristeza: la negrura de Zola y de todos los románticos naturalistas, los gemidos de los simbolistas, los furores frenéticos de León Bloy, las amargas banalidades del Théâtre Libre, los melodramas de los pintores oficiales, la nostalgia de las canciones de Henri Duparc, la inconsolable bruma de Ernest Chausson".

Refiriéndose a las composiciones de Chabrier, el musicólogo Martin Cooper dice: "Esta concepción de la música como un vehículo para el humor frívolo era de hecho una novedad. Y, en su forma, esas miniaturas constituían una alternativa a los poemas sinfónicos y dramas líricos de los wagneristas y a las sinfonías y cuartetos de los franckistas".

La alegría surgía de la música de Chabrier como surge de las composiciones más simples -aún cuando su escritura fuera de gran sofisticación- lo que marcaba un estilo muy diverso de la seriedad pomposa de sus contemporáneos. Camille Saint-Saëns (1835-1921) recién en 1886 realizará esa broma musical -y también crítica aguda a la solemnidad de la música de su tiempo- que es el Carnaval de los animales.

En este sentido, halló un estilo propio -aún cuando se lo considere como integrante del grupo de los "wagneristas"- ya que logró superar las influencias germánicas en sus composiciones y crear una música que orientó con un sello inconfundible a varios compositores que lo sucedieron.

Intentaremos aproximarnos a su producción para la escena -operetas y óperas- que contienen, sin lugar a dudas, las páginas más memorables de toda la música que haya escrito; por ello mismo, resulta inexplicable una indiferencia tan marcada hacia éstas durante tantos años.




Formación y primeras influencias

Emmanuel Chabrier nació el 18 de enero de 1841 en Ambert, Puy de Dôme, centro de la región de Auvernia. Una zona de la que él decía que "no ha producido más que brutos o gente ingeniosa..." y agregaba: "¡yo hice mi elección!". Hijo de una familia burguesa, su padre era el abogado Jean Chabrier y su madre, Marie-Anne Eveline Durozay, una aficionada a las artes y la música, de la que el niño asimiló tempranamente el gusto por éstas. A la edad de seis años comenzó sus estudios de música con Manuel Zaporta, un español, refugiado carlista, que se había instalado en Ambert. Se dice de su primer maestro -profesor y músico muy por encima del nivel de otros instalados por ese entonces en Auvernia- que influenció en el gusto y conocimiento de Chabrier por la música hispánica. Hay referencias de que por aquel entonces también toma lecciones con otro músico español asentado en la región: Antonio Pitarch y Fabra. En 1881 cuando el compositor realizó un viaje a tierra española, tal influencia se vería plasmada en forma plena, junto a sus nuevos souvenirs de voyage, en la rapsodia España, compuesta al año siguiente.

Como pianista fue considerado un niño prodigio y compuso una serie de danzas para este instrumento a la edad de ocho años, que se publicaron casi en forma inmediata en 1849. Cuando en 1851 su familia se mudó a Clermont-Ferrand, capital de Auvernia, continuó su formación musical con el violinista polaco Tarnowsky, bajo cuyas enseñanzas compuso una serie de danzas a la manera checa o polaca.

Luego del traslado de la familia a París en 1856, el joven Chabrier comenzó sus estudios de Derecho y al concluirlos, en 1861, entró como supernumerario en el Ministerio del Interior. No quiso abandonar el cargo hasta 1880, ya que, pese al bajo salario, le proporcionaba la suficiente autonomía económica para poder plantarse frente a un empresario o a un editor y sostener una negativa a sus posibles caprichos o pedidos. En la Ciudad Luz continuó sus estudios de piano con Edouard Wolff, de violín con Richard Hammer y de composición con T. E. Senet y Aristide Higuard.





Música para la escena: Intentos y fracasos

Chabrier era un hombre con grandes inquietudes por la poesía y la pintura. Su círculo de amigos comienzó a enriquecerse con numerosos personajes de las artes que se encontraban compartiendo la vida cultural del París de aquellos años: Jean Richepin, José María de Heredia, Catule Mèndes, Villiers de l'Isle-Adam y Edouard Manet, entre otros. En el salón del editor Lemerre, punto de encuentro donde hizo amistad con los poetas parnasianos y simbolistas y con los pintores de la naciente escuela impresionista, fue presentado en 1864 al poeta Paul Verlaine (1844-1896), considerado como el maestro de la escuela Simbolista 2 . Ambos trabaron amistad y acordaron colaborar en la realización de una ópera bufa: Vacouchard et Fils Ier. La misma quedará inconclusa, pero en los números que Chabrier musicalizó ya se advierte lo que será su estilo cómico maduro: originalidad sin precedentes, tratamiento de la música ligera con gran complejidad de escritura y amplio colorido musical con sugerencias temáticas del tipo de las que Verdi introducirá en su Falstaff.

El libreto de Verlaine es sumamente cáustico contra la burguesía y su supuesta actitud vital "seria", mientras que el músico aporta un nuevo estilo de abordar el género: una elaboración cuidadosa como en la mejor de las obras serias. Años más tarde el poeta recordará emotivamente su colaboración con el compositor, en un soneto en el que dice: "Chabrier, un querido amigo y yo, escribíamos palabras para vos, que le dabais las alas".

En 1873 se casa con Marie Alice Dejean, con quien comienza una vida de hombre de familia sin ninguna aventura ni contratiempo marital, hasta el comienzo de la triste enfermedad -una parálisis general progresiva- que lo llevará a la muerte. Tiene con ella dos hijos a los cuales se dedicará como el mejor de los padres. "No vivo más que para ustedes y por ustedes", dirá a su mujer en una carta, inquieto por el futuro de sus hijos, ante los primeros síntomas de su mal.

Por aquellos años, Chabrier encuentra un tema para la composición de una nueva opereta, en la parade chinoise en un acto, Fisch-Ton-Khan ou L'Orphelin de Tartarie de Thomas M. F. Sauvage y Jules H. G. de Lurieu 3 , y le propone a Verlaine una segunda colaboración. De esta opereta se sabe muy poco y se conservan sólo algunos fragmentos que -como veremos- su autor reutilizó en otras obras. Se estrenó el 29 de marzo de 1873 en el Cercle de L'Union Artistique, pero pasó sin pena ni gloria. Durante los años subsiguientes, varios proyectos se ven frustrados: Una ópera seria, Jean Hunyade (1867) y las comedias Le Sabbat (1877) y Les Muscadins (1880).

Durante la Segunda Exposición Universal de París -inaugurada por Napoleón III y que tuviera lugar entre abril y noviembre de 1867- Chabrier tuvo la oportunidad de escuchar música gitana, experiencia que lo dejó fascinado. Halló un tema para una ópera seria en un episodio de la historia húngara: las andanzas de János Hunyadi (c. 1407/9-1456), un noble de una familia venida a menos, que se hizo mercenario, organizó su ejército propio, luchó contra el imperio otomano y, en una meteórica carrera, se convirtió en uno de los principales terratenientes de su país, siendo coronado su hijo Matías Corvinus como rey de Hungría y Bohemia.

El argumento podría dar suficiente material para producir muchas melodías con reminiscencias de la música bohemia. Este tema tampoco pasó inadvertido a Vincent D'Indy (1851-1931), quien, años después, se inspiró en él para componer la sinfonía Jean Hunyade (1874). El libreto le fue encargado al periodista, publicista y dramaturgo Henri Fouquier (1838-1901), sin embargo no prosperó y Chabrier decidió abandonarlo.

Con la comedia Les Mouscadins sucedió algo distinto. El compositor se hallaba vivamente interesado en completar la obra, pero, el libretista Jules Claretie 4 (1840-1913) no respondió a sus reiterados pedidos para que le entregase el texto definitivo. Se dice que recíbia del escritor excusas descabelladas para justificarse en no cumplir con lo acordado, hecho que afectaba al músico por la notoria dedicación que tenía hacia su trabajo. Finalmente en 1883 renuncia -con mucho pesar- al proyecto.

Éxitos amargos

En 1875 le son presentados por el pintor Gaston Hirsch, los libretistas Albert Vanloo y Eugène Leterrier 5. Vanloo dirá años más tarde en su autobiografía Sur le Plateau: Souvenirs d'un Librettiste (1917) que se impresionaron muy gratamente con este típico joven auvergnat, regordete, fornido "de una alegre naturalidad que se captaba a simple vista".

Acordaron la provisión del libreto que Chabrier tenía idea de musicalizar, basados en "algunas ideas que nos hizo escuchar compuestas un poco al azar, sobre versos que había podido procurarse de aquí y de allá" -nos dice Vanloo. En particular los conmovieron el texto y la música de la romanza "Ô petite étoile" y el coro del empalamiento, al cual hallaron muy divertido aunque un tanto zafado en la letra 6.

Los fragmentos que Chabrier ejecutó para los libretistas eran en realidad materiales que había elaborado en su momento con Paul Verlaine, para Vacouchard et Fils Ier. y Fisch-Ton-Khan. Este encuentro va a dar comienzo al primer gran éxito del compositor para la escena: la opereta L'Étoile (La Estrella) estrenada el 28 de noviembre de 1877 en el Théâtre des Bouffes-Parisiens. Un triunfo, como veremos, finalmente con sabor amargo para Chabrier.

L'Étoile se ambienta en un Oriente de fantasía, en un país en el que para festejar el cumpleaños del rey Ouf I se regala al pueblo el espectáculo de una ejecución. En el primer acto, el rey sale de incógnito a la calle a buscar a la víctima para ese año, haciendo preguntas tendenciosas a los transeúntes sobre el monarca y el gobierno. No recibe más que buenas respuestas.

Mientras tanto, el vendedor ambulante Lazuli quien ha seguido a una comitiva por el camino a la ciudad, se ha enamorado de una desconocida. Ella le dice que es una vendedora de artículos para dama: se trata en realidad, de la princesa Laoula, a la cual, Hérisson de Porc-Épic, príncipe del país vecino que viaja de incógnito, está trayendo en nombre de su rey como prometida para Ouf I. Laoula ingnora esto, cree que sólo se trata de un viaje de placer. Hérisson, para quitarse de encima al vendedor, le miente que ella es su esposa. Un momento después llega Ouf I, quien interroga a Lazuli, como lo venía haciendo con el resto de los transeúntes. Este, todavía furioso y confundido al saber que la desconocida está casada, contesta mal y abofetea al rey. ¡Finalmente Ouf ha hallado al candidato ideal para la ejecución! Se identifica, al tiempo que ordena su arresto y lo condena al suplicio de empalamiento.

Cuando se está por cumplir la condena llega Siroco, astrólogo de Ouf I, y le dice que ha realizado el horóscopo del joven condenado y que una de sus estrellas está íntimamente ligada al destino del propio rey; si Lazuli muriera, él mismo moriría con un día de diferencia. Inmediatamente, para felicidad de Laoula -quien también se ha enamorado del vendedor- el rey detiene la ejecución y ordena que el joven sea trasladado al palacio.

En el segundo acto, Lazuli está alojado y rodeado de cuidados en la corte de Ouf I. Expresa su deseo de batirse a duelo con el que cree que es el marido de Laoula. Llega el príncipe Hérisson, trayendo a la novia del rey y ante la insistencia de Lazuli de arriesgar la vida por su amada, éste hace arrestar al embajador para dejarle vía libre al joven con la supuesta mujer de aquel. Finalmente el rey se da cuenta del error, mientras tanto, Lazuli se escapa con Laoula.

En el tercer acto, Ouf I aguarda su aunciada muerte junto a su astrólogo Siroco, ya que el jefe de policía le ha informado que hallaron pruebas de que Lazuli ha muerto ahogado en el lago cuando huía con Laoula, quien está a salvo. El joven vendedor, quien pudo nadar hasta la orilla, regresa escondido al palacio a buscar a su amada, la que también lo cree muerto. Aloès, amiga y mujer de Hérisson trata de consolar a la princesa. La policía finalmente captura a Lazuli y el rey decide continuar con el matrimonio con su prometida. Como el joven enamorado dice que morirá si pierde de nuevo a Laoula, Ouf I, que no quiere comenzar de nuevo con los problemas, se la entrega en matrimonio.

El argumento de L'Étoile, lleno de enredos y comicidad, aporta a Chabrier un marco para el desarrollo de toda su originalidad y brillantez de composición. Ésta, de ningún modo, es una opereta como a las que estaban acostumbrados ni el público, ni los intérpretes de la época. Si bien presenta a nuestros oídos melodías aparentemente simples, el refinamiento armónico del compositor se pone en evidencia a cada momento. Audaces disonancias, matices sutiles, citas musicales de antiguas canciones de Auvernia y toda una serie de elementos ausentes de las operetas de la época. Hay una gran cantidad de melodías extremadamente sutiles, sugeridas a lo largo de la obra, que aparecen y desaparecen, que se transforman y se funden con otras, como los colores en las paletas de los pintores impresionistas.

El compositor Reynaldo Hahn (1874-1947) afirmó: "Nada está dejado al azar: los detalles delicados de la ornamentación, los cambios sin sentido, los alborotos y el desorden son registrados con un cuidado que evidencia una conciencia implacable, un esfuerzo y un trabajo casi sobrehumanos". Escuchar L'Étoile supone más esfuerzo de atención que el que le deberemos dispensar a una opereta convencional. Aunque en un comienzo detectemos melodías fáciles y pegadizas, no podremos dejar de apreciar la riqueza de detalles que presenta en su desarrollo. La partitura comprende una Obertura, diecinueve cuadros y dos entreactos.

La Obertura describe la trama, con la aparición de diversos temas reconocibles -inclusive el de la Romanza de la estrella- y perfectamente enlazados. Chabrier, cómicamente, introduce en el comienzo una anticipación del engaño a Ouf I, a través de la imitación por parte de las maderas del canto del cucú, asociado por los franceses a la palabra cocu -engañado, traicionado, cornudo. El final tiene la frescura de un vaudeville deliciosamente elaborado.

Las dos piezas que el compositor tenía preparadas junto a Verlaine, fueron incluídas en el primer acto, agregándosele al coro un couplet. Los coros no constituyen un relleno en la obra, sino que asumen un protagonismo sin precedentes para el género. Sobre todo en el segundo acto, obsérvese la peculiar armonización de "Nous allons donc voir la belle Princesse" y su desarrollo como si fuera una broma musical. El coro que cierra este mismo acto ("C'est un malheur! Un grand malheur!") comienza sombrío, lamentándose por la supuesta muerte de Lazuli, y acaba cómicamente en regocijo general -por el mismo motivo- con un ritmo de can-can. Esto también evidencia la original creatividad del compositor.

Los roles protagónicos de Lazuli, Laoula y Ouf I, han sido confiados a dos sopranos y un tenor. El primero en un papel travesti, pero con una diferencia de escritura acentuada en el registro medio y bajo de la primera soprano con respecto a la otra, por lo que la pareja de enamorados resulta perfectamente reconocible uno de otro. El mismo recurso que utilizara en su siguiente opereta, Une Éducation Manquée (1879). Las arias de ambos protagonistas tienen un carácter absolutamente diverso, correspondiendo cada una a un tipo de personalidad.

Lazuli tiene cinco couplets en toda la ópera, además de los dúos, tríos y otras escenas de conjunto en las que participa. Comenzando por "Ô petite étoile", bella pieza que, como vimos, había sido versificada por Verlaine. El tema de la romanza aparece en reiteradas oportunidades, representando el destino del protagonista. Otra página destacada en el primer acto es "Je suis Lazuli!" donde el joven enamorado se presenta a Laoula. Se trata de un rondó muy ágil, en el que no faltan ornamentos que definen su alegre carácter. Lo mismo sucede con el brindis que abre el segundo acto ("Vrai Dieu! J'ai fait un rêve enchanteur"): una página llena de ternura y alegría como quien la entona. Laoula, por su parte, también tiene cinco participaciones como solista. Sin embargo el carácter de las mismas es más apagado y melancólico, aún dentro de una cierta alegría. Se destaca por estas características el couplet del segundo acto "Tout deux assis dans le bateau", en el que la princesa cuenta cómo el bote en el que escapaba con Lazuli se hundió en medio del lago.

Las partes del tenor como solista, son breves ariosos; sobresalen la desopilante escena con la descripción del sillón de empalamiento ("Donnez-vous la peine de vous asseoir") y el Dúo de la Chartreuse Verte del tercer acto. Allí Ouf I y Siroco -su astrólogo- esperan bebiendo licor, la muerte del monarca indicada por el horóscopo. Este dúo es una deliciosa parodia de algunos pasajes de la ópera italiana de comienzos del Siglo XIX, llena de gracia, en la que el bajo repite la ornamentación del tenor, pero transitando las notas más bajas de su registro.

Claude Debussy (1862-1918) dijo que, en L'Étoile "Chabrier, tan maravillosamente dotado por la musa cómica, realizó la difícil proeza de escribir una música bufa que extrae su efecto cómico de sí misma". Y no se equivocaba. Realmente la opereta tenía todos los méritos para convertirse en una obra maestra del género. Y así lo interpretó el público. Mas antes y después del estreno se presentarían una serie de problemas.

Los ensayos con los cantantes resultaron auspiciosos, éstos respondieron bien a sus papeles. Las dificultades comenzaron a partir del primer ensayo con la Orquesta del Théâtre des Bouffes Parisienes. El libretista Vanloo deja constancia de ello: "Los músicos, acostumbrados a los acompañamientos simples, de uso corriente en las operetas, que nunca exigían más de cinco o seis ensayos, se horrorizaban con las partes que encontraban en sus atriles. ¡Nunca habían visto couplets en el que la segunda estrofa tuviese un acompañamiento diferente de la primera!¡Y a cada momento accidentes, matices, fluctuaciones de ritmo! ¡No estaban en las Bouffes para ejecutar Wagner! 'Hice todo, sin embargo, lo más simple que me fue posible' -exclamaba gimiendo y aturdido el pobre Chabrier".

Debió intervenir el Director del teatro, Comte, que era yerno de Offenbach: "Vamos, vamos, no perdamos la cabeza. A trabajar. La pieza tiene que salir, y garantizo que saldrá. Si en vez de seis ensayos hacen falta doce o quince, se harán. No quiero que me vengan luego a decir que la orquesta de las Bouffes no es capaz de tocar una partitura, sea esta cual fuera".

El compositor tenía la costumbre, luego de concluir un número, de querer revisarlo y modificarlo, complicándolo. Este era otro de los problemas que se presentaban en la ejecución. La noche del estreno se aclamó a L'Étoile y hubo mucho público en las presentaciones subsiguientes. La crítica no fue tan benigna con los supuestos wagnerismos de la partitura y se "acusó" a Chabrier por una música "amanerada, retorcida, que busca cuernos en la cabeza de un caballo" a pesar de "tener un temperamento de músico talentoso, de músico que sabe ser encantador, cuando no trata de sorprender" 7 .

Quienes sabían verdaderamente lo que se estaba ejecutando no opinarían así, como fue el caso del músico Henri Duparc (1848-1933). En 1908 escribe en una carta a René Martineau 8, uno de los biógrafos de Chabrier: "Usted me dice que su reputación data de España. Creo que eso no es totalmente justo: antes de España, se dio en las Bouffes una pieza llamada L'Étoile [...] que tiene páginas absolutamente exquisitas, en las cuales la rareza y la comicidad son siempre muy musicales, y donde se revela con frecuencia al admirable músico, colorido y lleno de afecto que escribirá Gwendoline, La Sulamite, y Briséïs [...] Esta es una obrita que, por mi parte, yo amo infinitamente y que, a juicio mío, designa a Chabrier como al único capaz, de entre todos los músicos que conozco, de crear un género bien francés de comedia, a la vez entretenida y musical".

La suerte de Chabrier concluyó cuando, a pesar de la afluencia de público, el director de las Bouffes Parisienes, decidió retirar la obra de cartel en la 49ª presentación. Existía una cláusula contractual por la que se aumentarían los derechos autorales de Leterrier y Vanloo en caso de que se llegase a la 50ª función. Desde entonces nunca más L'Étoile volvió a escenificarse en vida de Chabrier, pese a todos los intentos de éste. Y continuó con bastante mala suerte, ya que si bien en las ocasiones en las que se ejecutó fue un éxito, no entró en el repertorio de ningún teatro en el mundo.

En el Théâtre de Lyon se puso por primera vez, cuatro años después de la muerte del músico, en 1898. Luego tuvo algunas representaciones efímeras en Londres, Berlín y en la Opéra-Comique, al cumplirse el centenario del nacimiento de su autor en 1941. Allí tuvo una brillante puesta en escena y estuvo bajo la batuta de un gran conocedor de la música de Chabrier: Roger Desormière (1898-1963). En los últimos años se ha dado en algunas salas menores de ópera de Francia como el Grand Théâtre de Tours (feb/2002), la Opera de Rennes (mayo/2002) o en los Estados Unidos, en la Glimmerglass Opera de New York (ago/2001), llegando con gran éxito a la New York City Opera (oct/nov 2002).

La primera grabación completa que encontramos es la dirigida por Ernest Ansermet con la Orquesta de la Radio de la Suisse Romande, grabada en julio de 1941 y rescatada recientemente por el sello suizo Cascavelle en su serie Mémoires.


Tiene la particularidad de que se sustituyeron los diálogos por una narración. El reparto es encabezado por la exquisita Ninon Vallin en el rol de Lazuli y la acompañan Lise Bratschi, Sylvane Pagani y el recordado Hugues Cuenod. El sonido es un tanto deficiente, pero se puede apreciar a los cantantes. Si bien existen otras grabaciones dispersas de esta obra -como una registrada en una versión de concierto de 1981, dirigida por Jacques Mercier- la que podemos tomar como referencia es la grabación del sello EMI. Esta se hizo en base a la puesta de la Opéra de Lyon en 1984. Dirigida por John Eliot Gardiner, reúne a un grupo de buenos cantantes como Colette Alliot-Lugaz, Ghyslaine Raphanel, Georges Gautier, Gabriel Bacquier y François Le Roux, en los roles principales.

De nuevo a la opereta

La siguiente obra para escena en la que Chabrier trabajó fue la opereta Une Education Manquée (Una Educación Fracasada) a fines de 1878. También contó con la colaboración de Leterrier y Vanloo en el libreto. La historia es mucho más simple e ingenua que la anterior y un poco -pero sólo eso- más sencilla desde el punto de vista de su escritura musical.

Dos jóvenes primos que se han casado -Hélène de la Cerisaie y Gontran de Boismassif- luego de la ceremonia y fiesta de bodas, llegan a su hogar; una vez solos, no saben cómo comportarse para consumar el matrimonio. El preceptor del joven, Pausanias -quien lo ha preparado en cuanta ciencia estimó que precisaría- es llamado en secreto. Gontran le recrimina que su educación no está completa, ya que le falta lo necesario para ser un verdadero esposo, a lo que aquel le responde que tampoco tiene conocimiento sobre estas materias y debe hacer algunas consultas.

Hélène, muerta de miedo por los truenos de un furioso temporal, deja su habitación y busca refugio en brazos de su esposo. Éste, por la proximidad de ella, descubre lo que los libros y la instrucción no le enseñaron. Cuando Pausanias regresa le dice que ya no necesita de él, ¡su educación ha terminado! Si contado así nos puede provocar una sonrisa irónica, hagamos un análisis de la obra para ver qué fue capaz de hacer Chabrier con tan pobres elementos argumentales.

Francis Poulenc 9(1899-1963) entre otros compositores, tales como Stravinsky o Milhaud, destaca su admiración por esta operita en su biografía del compositor : "...el genio de Chabrier barre literalmente con este libreto del más puro estilo 'caja de bombones Luis XV'. No hay una página de este acto que no esté firmada por la mano de un maestro. La orquestación, muy reducida, suena deliciosamente".

En rigor de verdad, si tomamos otras obras de igual carácter de la época, Une Éducation Manquée se halla muy por encima de ellas. Desarrollada como opereta en un acto, en la que se alternan diálogos con escenas musicales, adquiere el carácter de una pequeña opéra-buffe, en el desarrollo de sus melodías.

La obra consta de una obertura (Pastorale) seis números y un Finale. La parte de la pareja de recién casados está confiada a dos sopranos; al ser Gontran un adolescente, Chabrier continúa con la tradición del rôle travesti, como en el Cherubino de Las Bodas de Fígaro, el Romeo de I Capuletti e i Montecchi, o el Pippo de La Gazza Ladra, por citar algunos. La escritura de cada una de las partes de las sopranos -al igual que lo hiciera en L'Étoile- están perfectamente diferenciadas, sin caer en la monotonía tímbrica. El Pausanias es un bajo bufo.

El inicio es una brillante introducción orquestal escrita con reminiscencias de un pasticcio barroco. El primer número cantado está a cargo del bajo y es una canción de bebedores ("Ce vin généreux, j'en pris d'abord un verre") dedicada al "generoso vino de Roussillon". La pieza es de una deliciosa frescura y refleja el carácter del personaje, que se deleita con uno de los pocos placeres mundanos que conoce: la buena bebida. Explica cómo un vaso lleva a otro, mientras un ritenuto en la segunda estrofa sugiere la embriaguez del preceptor.

La lectura de una carta del abuelo de Gontran, en la que se alude a las delicias de la cámara nupcial, da lugar a un número con forma de aria, en el que se suceden una serie de melodías con disonancias. Estas desembocan en una lírica expresión de la desilusión del joven al ver que la carta termina sin ninguna instrucción precisa acerca de lo que debe hacer.

Continúan a esta, dos escenas de dúos: el primero de las sopranos, tierno y delicado, en el que se produce una primera aproximación de los amados que acaba en frustración. El siguiente es un dueto-bouffe entre Gontran y Pausanias; el joven recrimina a su preceptor las faltas en su educación, mientras éste enumera una serie de ciencias en las que lo ha instruido. La estructura del dúo resulta bastante convencional pero sirve para definir aún más la personalidad del preceptor, cercano a los Bouvard y Pécouchet flaubertianos.

El couplet de Gontran "Lorsque le ciel se couvre ainsi" es breve y lleno de expresividad, en él manifiesta la imposibilidad de esperar hasta el día siguiente una indicación de Pausanias. Luego de desencadenada la tormenta, llegamos al dúo final, con el encuentro de los esposos ("Faisons-nous petits"). Este comienza como un couplet y acaba en un brillante y vertiginoso vals, ejecutado a la manera de los que podremos encontrar con posterioridad en Der Rosenkavalier de Richard Strauss (1864-1949) . Con la inesperada vuelta del preceptor, tiene lugar el breve finale, que reitera elementos del dúo anterior.

El 1º de mayo de 1879 en el Cercle de la Presse, Une Éducation Manquée tuvo su única representación en vida del compositor, a pesar de los esfuerzos de éste por reponerla en el teatro. Recién después de su muerte esta obra comenzó a ser redescubierta, aunque siempre en el ámbito francés. Ravel, que asistió a la reposición de 1913 en el Théâtre des Arts, declaró que "había más música de verdad dentro de esa pequeña obra que la que aparece en muchos dramas líricos". Volvió a subir a escena en 1924 en el Théâtre des Champs Elysées, en un espectáculo organizado por Serguei Diaghilev (1872-1929), donde los diálogos fueron transformados en recitativos por el compositor Darius Milhaud (1892-1974). Desde entonces raramente se ha representado hasta que en los últimos años ha vuelto a algunos escenarios como la Opéra National du Rhin (1999) y en el Festival de Les Azuriales, en Niza (2001).

A pesar de existir varias copias piratas de diversas funciones la primera grabación de la obra data de 1953, dirigida por Charles Bruck para el sello Chant du Monde. Luego encontramos una grabación de "referencia" de 1965, con Liliane Berton, Jane Berbié y Jean-Christophe Benoit bajo la batuta de Jean-Claude Hartemann, que el sello Emi reeditara en 1994 dentro de su serie L'Esprit Français. En ese mismo año, Roger Delage -profundo estudioso de la vida y música de Chabrier, lamentablemente fallecido el año pasado- grabó para el sello Arion una nueva integral de esta obra junto con los fragmentos existentes de Vacouchard et Fils Ier. y Fisch-Ton-Khan.

En el próximo número la segunda y última parte: En la senda de Wagner, pero con estilo propio. De regreso a la ópera cómica. Los últimos intentos por terminar una ópera. Elogios tardíos a un compositor olvidado. Bibliografía.
 

1 Alegre como los pinzones y melodioso como los ruiseñores.[Volver]

2  Resulta muy extensa la lista de compositores quienes, en vida de Verlaine -y otros muchos en forma póstuma- tomaron sus poesías para convertirlas en mélodies; baste recordar a algunos de sus contemporáneos tales como Hahn, Fauré, Debussy, Duparc, Vierne, Massenet o Chausson, entre otros.[Volver]

3  Thomas Marie François Sauvage y Jules-Hoseph Gabriel de Lurieu fueron, además de conocidos autores de piezas teatrales ligeras -vaudevilles- de su época, libretistas de varias óperas de Adolphe Adam (1803-1856). El primero en Le Tóreador ou L'Accord Parfait (1849) y el segundo en Trois Jours en une Heure y Josephine ou Le Retour de Wagram (1830) y Le Grand Prix ou Le Voyage à Frais Communs (1831).[Volver]

4  Claretie, periodista, crítico literario, historiador, escritor y dramaturgo, colaboró con Jules Massenet en el libreto de La Navarraise (1894), basado en una pieza propia: La Cigarette (1890).[Volver]

5  Leterrier y Vanloo fueron libretistas conocidos en su época. Sobre todo el segundo, colaboró con numerosos músicos en la creación de óperas y operetas, por ejemplo: con André Messager en Les P'tites Michu (1897) Véronique (1898) y Le Bernaise (1885). Con Louis Varney (1844-1908) en La Fée aux Chèvres (1890). Con Jacques Offenbach (1819-1880) en Le voyage dans la Lune (1875) y Mam'zelle Moucheron (1880).[Volver]

6  La letra decía: "¡Le pal! ¡Le pal!/ Est de tous les supplices/ Le principal/ Et le plus fécond en délices", ("El palo/ es de todos los suplicios/ el principal/ y el más abundante en delicias") esta última frase luego fue reemplazada por "Et le moins rempli de délices" ("Y el menos lleno de delicias").[Volver]

7  Tal el comentario del crítico Pierre Véron en el periódico Charivari.[Volver]

8  Su biografía aparece en 1910: Emmanuel Chabrier. París, ed. Dorbon.[Volver]

9  Francis Poulenc: Emmanuel Chabrier. Ed. La Palatine. Paris, 1961.[Volver]