Revista mensual de publicación en Internet
Número 33º - Octubre de 2.002


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Hooloomooloo...

Por Ismael González Cabral. Crítico Musical.


     Desde Austria, nos llega este disco, por mediación del sello Kairos - de reciente distribución en España por Diverdi -, consagrado a la joven compositora Olga Neuwirth (1968), quién antes del presente registro, sólo contaba con uno, hoy ya de escaso interés, en Accord. Con el disco que ahora les comentamos - por cierto de imponente presentación con reminiscencias de Yves Klein, obra del diseñador y pintor habitual de la casa, Jakob Gasteiger -, podrán hacerse una magnífica idea, de los derroteros por los que transita, esta apasionante autora.

      El disco contiene tres Interludios instrumentales de su ópera, Bählamms Fest (1997-99/00), y dos obras independientes, Vampyrotheone (1995) y Hooloomooloo (1996/97).

      Habla Neuwirth, de asuntos muy interesantes y complejos, acerca de su ópera Bahlamms Fest, y más concretamente, sobre la funcionalidad e independencia de los tres Interludios recogidos aquí. Cualquiera de ellos, pero fundamentalmente, el primero y el tercero, son suficientes, para valorar en su conjunto, la grandeza que contiene esta ópera. Escritos para una amplia y poco ortodoxa formación instrumental y dispositivos electroacústicos, la música que emana estas partituras, es un auténtico festín de sonido. Escuchados, sin solución de continuidad - algo que el oyente puede fácilmente hacer programando su lector de discos -, se percibe una atmósfera en continua transición, y en un perenne estado de extrañamiento. La música, parece estar situada en un espacio muy lejano del oyente, desde allí, desde esa especie de limbo donde se combinan sonoridades instrumentales y electrónicas, surgen, espontáneamente, protagonistas que se acercan más y más y brotan de esta manera, sugerentes e irreales diálogos: pasajes consonantes del piano, disonancias breves y voraces, momentos de una enorme belleza  musical por gracia de la guitarra eléctrica... No es una música que busque su receptor, es este el que tiene que habituarse y vivirla, habitarla, y descubrir, en sucesivas escuchas, los secretos que para sí guarda la obra.

    Bien distinta es Vampyrotheone para tres solistas - de clarinete, guitarra y saxofón - y tres grupos instrumentales. Se produce en ella una suerte de caos controlado, y furioso virtuosismo instrumental. La idea de la espacialización, diviendo a la orquesta en grupos, no es del todo original, y otros compositores han corrido mejor suerte en su uso que Neuwirth. Con todo, su postura rabiosamente iconoclasta se hace patente en una composición, que escrita hace sólo siete años, participa de la radicalidad en sus planteamientos, propia de obras de hace treinta o cuarenta años. Por su parte, Hooloomooloo, es, una de las obras más interpretadas de su autora. De nuevo, el sonido acústico de los instrumentos y el electrónico se dan la mano en una obra de extraordinarias capacidades evocadoras; donde escuchamos, o eso nos parece, ecos, fluctuaciones instrumentales, trémolos, inesperados tuttis de la orquesta, etc... No obstante, es una música, que obedece a una estructura bien delimitada, con un talante abiertamente expresionista.

    Ya se anuncian dos nuevos registros en Kairos, consagrados a Olga Neuwirth. Tal es el auge que está tomando nuestra autora, que el reciente Festival de Lucerna la acogió como compositora en residencia. Allí, nombres como los de Pierre Boulez o el Arditti String Quartet interpretaron la música de una compositora, cuya presencia en el futuro, a buen seguro, será destacada. El Klangforum Wien y Sylvain Cambreling firman un registro impecable, donde hay mucho espacio para perderse y reencontrarse. No se lo pierdan.

...y dichroic seventeen

      "Escribo lo que quiero oír". Así de tajante, se expresa Rebecca Saunders (1967) cuando es preguntada por la posible dificultad de apreciación de su música por parte del oyente. 

      Y la verdad, es que contraponiendo su obra con la de Neuwirth, se aprecian diferencias notables. La actitud combativa y proclive a interrelacionar su música con otras disciplinas artísticas, no es muy similar, a la postura de Saunders, más clásica en su concepción, pero a la vez, más encerrada en sí misma.

     A estas alturas pedirle a un compositor que aporte un lenguaje verdaderamente original, es como querer que aparezca un genio a cada momento. Neuwirth se afana, con indudable éxito, en aportar algo nuevo. A Saunders, todavía le queda camino, porque, no hay en su música visos de novedad. Ni siquiera su personalidad como artista queda lo suficientemente expuesta, a razón de las partituras que recoge el disco de Kairos -- ¡¡bendita casa!! --, que ahora les comentamos.

    Pero ¡ojo!, en las cuatro obras que sirven como carta de presentación de esta compositora londinense, hay espacio para mucho, y para más. Así por ejemplo, el disco de abre con un formidable QUARTET para acordeón, clarinete, contrabajo y piano de 1998. La pieza se caracteriza por un uso no beligerante de los instrumentos, algo que traza una distancia muy importante con respecto de otros compositores de su generación. Ello le va a permitir, centrarse en indagar sobre resonancias y silencios. El resultado, es una obra, que genera un discurso cargado de una energía distorsionada. Como sucede, en Into the Blue (1996), escrita para clarinete, fagot, percusión, violonchelo y contrabajo. Late en esta pieza un gusto por sonoridades mecanicistas, que recuerdan al Ligeti del Chamber Concerto. De un excelente dramatismo, la composición genera muchas y muy ricas imágenes en la mente del oyente, quedando demostradas, de esta forma, las capacidades asociativas de los sonidos con los colores, que tanto atraen a Saunders.

     Las pretensiones de una obra como Molly's Song 3 - shades of crimson (1995/96) frustran una idea que podía haber dado mejores frutos, si su autora, hubiera optado por centrarse en el material que más domina. No parece que una plantilla compuesta por flauta, guitarra, cuatro radios y caja de música, le sea lo más apropiado. Se evidencia un discurso desorientado, donde el material surge de forma arbitraria, y en el que, la idea de encajar fuentes sonoras tan dispares, dentro de un marco más o menos clásico, parece imposible.

   dichroic seventeen (1998) es, sin dudarlo, la obra que menos nos cansaremos de escuchar. Acordeón, guitarra, piano, dos contrabajos y percusión son los elementos con los que cuenta la autora para forjar un discurso, donde los instrumentos parecen refractarse unos en otros. Juego de espejos, como explica Saunders, aplicado a la composición. Música alejada de todo hedonismo, que parece adentrarse en la profundidad del silencio, con una ariscada técnica instrumental - algo que no se encuentra en ninguna de las otras piezas - y que por momentos, despliega sonoridades propias de la música electrónica. ¿Será el punto de partida hacia unos terrenos más resbaladizos e inestables pero también más fascinantes?

   De momento, lo que hay, queda dicho por Stefan Asbury, que dirige a uno de los grupos más singulares de la interpretación de música contemporánea, el Ensemble musikFabrik. Ataviados todos los músicos, como trabajadores de una fábrica - lo que da la idea de taller de experimentación -, ofrecen unas lecturas de una claridad meridiana, con una calidad instrumental a prueba de bombas, y lo que es más importante, de una compenetración absoluta con las partituras.

Olga Neuwirth: Instrumental-Insel I, II, III aus "Bählamms Fest". Vampyrotheone. Hooloomooloo.

Klangforum Wien. Syvalin Cambreling.

Kairos 0012242KAI 

Rebecca Saunders: QUARTET. Into the Blue, Molly's Song 3 -shadows of crimson. dichroic seventeen.

musikFabrik. Stefan Asbury

Kairos 0012182KAI

Distribuye: Diverdi.