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Número 33º - Octubre de 2.002


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GRANDES ESPERANZAS

 

Sevilla, Teatro de la Maestranza y Sala Apolo. XIIIª Temporada de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. 26 de septiembre y 3 de octubre: obras de Beethoven. 28 de septiembre y 5 de octubre: obras de Brahms. Biao Xue y Vadim Gluzman, violín; Dirk Vanhuise, chelo. Alain Lombard, director.

Por Fernando López Vargas-Machuca. Lee su curriculum

Recuperado ya de la afección cardiaca que lo mantuvo una semana alejado del podio, volvió Alain Lombard a ponerse delante de la Sinfónica de Sevilla para dirigir cuatro programas diferentes, dos de ellos consagrados a Beethoven -en el Teatro de la Maestranza- y otros tantos dedicados a Brahms -en la Sala Apolo, de deficiente acústica-. Los resultaron en general fueron muy notables, despertando grandes esperanzas en lo que se refiere al futuro de la orquesta bajo la dirección de su nuevo titular.

Serio y ortodoxo el Beethoven del maestro parisino, muy bien trazado en su arquitectura, transparente en su ejecución instrumental y por completo ajeno a la retórica gratuita. Eso sí, dentro de una línea mucho antes apolínea que dionisíaca, lo que resta a la creación del de Bonn parte de su carácter rebelde y visionario. Sea como fuere, versiones de altura. Pero maticemos.

La interpretación de la Primera Sinfonía fue la menos lograda, por entenderla Lombard desde el prisma de un clasicismo en exceso amable, dulce y ensoñado; se echó de menos una tímbrica más incisiva y una articulación más marcada. Mucho mejor la Heroica que completaba el programa del día 26 de septiembre: aunque no se subrayaron los aspectos más trágicos y dolorosos de la genial partitura, tampoco se limaron las aristas. Se trató, así, de una versión sólida y convincente en sus cuatro movimientos, dichos con intensidad y muy bien ejecutados por una orquesta sometida por su titular a un intensísimo régimen de ensayos.

La semana siguiente se tocó techo con una soberbia Segunda Sinfonía, lo que tiene particular mérito si se repara en la dificultad que entraña tan engañosa partitura. Se trató de una versión vivaz y chispeante al tiempo que lírica y sentida, fraseada con calor y trazada con perfecta unidad, que contó además con la participación de algunos solistas formidables. La Quinta no resultó tan redonda, pues se echó de menos mayor tensión interna en el  último movimiento; sin embargo, fue notable el primero y salieron estupendamente los dos centrales.

Buen nivel alcanzó también el Brahms, aunque aquí se tuvo que luchar contra la deficiente acústica de la Sala Apolo. Por otra parte, la menor cantidad de ensayos se dejó notar, sobre todo en los violines y la sección de metales. Se contó con dos miembros de la orquesta para el Doble Concierto, con un resultado desigual: nada convincente -ni en lo técnico ni en lo expresivo- Biao Xue, actual concertino, y fantástico el chelista belga Dirk Vanhuise, todo fuego y pasión no siempre controlados. De propina ofrecieron ambos instrumentistas una simpática pieza escrita por el segundo, y un fragmento de El Invierno vivaldiano que se deberían haber ahorrado, por la pegajosa dulzonería con que lo interpretaron.

Lombard dirigió con vehemencia el Concierto, para luego decantarse por una Cuarta Sinfonía lírica y contemplativa. No convenció el primer movimiento, pues la elasticidad de los tempi no pareció regida por una idea global de su arquitectura. Muy efusivo el segundo movimiento, cantado con elegancia y sentimiento, y algo descafeinados los dos restantes. La semana siguiente subió considerablemente el nivel. La intervención del ucraniano Vadim Gluzman fue realmente formidable: un sonido sólido y aristado para una interpretación intensa y dramática, ejecutada con virtuosismo extremo. Sentida la propina bachiana.

Aún mejor la segunda parte, con una Segunda Sinfonía realmente memorable, de lo mejor que ha hecho Lombard con la ROSS. Se trató de una versión de gran tensión interna y elevado contenido dramático, dolorosa y rebelde, al tiempo que extremadamente lírica y cantable, así como épica y jubilosa en el finale. La orquesta respondió en general muy bien -ay, las trompetas-, plegada gracias a su gran flexibilidad al sonido brahmsiano que la prodigiosa técnica de la batuta supo extraer de ella. Memorable.

A destacar al carácter divulgativo de este ciclo que Brahms que se ha ofrecido -salvando el concierto cancelado por enfermedad- en el que fuera Cine Apolo: mientras que buena parte de los abonados a la orquesta decidieron quedarse en sus casas, un público muy joven llenaba el antiguo cine atraído por el modestísimo coste de las entradas (10 euros, la mitad para menores de 26 años y pensionistas). Es así, con estos precios y ofreciendo espectáculos de calidad, como se crea afición. Enhorabuena por la iniciativa, que esperamos se repita la próxima temporada.

 

Web de la orquesta: http://www.rossevilla.com

Web de Vadim Gluzman: http://www.vadimgluzman.com/index.html