Revista mensual de publicación en Internet
Número 33º - Octubre de 2.002


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LEONSKAJA,
DIRECTA AL CORAZÓN 

 

Jerez, Teatro Villamarta. 26 de octubre. Recital de Elisabeth Leonskaja, piano. Obras de Schubert, Prokofiev y Schumann. 

Por Fernando López Vargas-Machuca. Lee su curriculum.

La temporada de conciertos del Teatro Villamarta -no así la lírica- roza la excelsitud a pesar del constreñido presupuesto. Renunciando en gran medida a las carísimas actuaciones de orquestas sinfónicas, a lo largo de tan sólo seis años han desfilado por el escenario jerezano solistas instrumentales, agrupaciones camerísticas y formaciones de música antigua de la mayor categoría. Entre los pianistas, se han sucedido nombres tan relevantes como los de Vladimir Ashkenazy, Maria Joao Pires, Grigory Sokolov, Rosa Torres Pardo y Joaquín Achúcarro. De entre ellos, los más memorables habían sido hasta ahora los españoles.

La inauguración de la VII Temporada de Conciertos ha cambiado las tornas, pues el recital ofrecido por Elisabeth Leonskaja ha resultado verdaderamente portentoso. ¿Hay quien ofrece hoy un Schubert, un Schumann y un Prokofiev superiores? Es dudoso, sobre todo en el caso del primero de los citados, en los que nuestra artista se muestra como la legítima heredera de quien fuera su gran mentor, el genial Sviatoslav Richter. En este sentido, sus maneras de hacer se sitúan en el polo opuesto al de la citada Pires: si para la portuguesa la música ha de ser ante todo delectación en la belleza de un sonido dulce y evanescente -escúchese su lamentable disco dedicado a Beethoven en D.G.-, para la pianista georgiana la interpretación ha de ser la búsqueda del eslabón entre nuestro propio interior y el alma del compositor, una búsqueda en la que hay que renunciar a cualquier posición confortable y explorar, si los hubiere, los rincones más oscuros y tenebrosos.

Su Sonata Op. 20, D. 664 de Schubert fue un modelo de lo que hay que hacer con este frecuentemente malinterpretado compositor. Sin dejar de lado la elegancia, el fraseo cantable y efusivo e incluso el sentido del humor (su postura no es tan radical como la de Richter), Leonskaja puso su técnica prodigiosa -qué impresionante registro grave- al servicio de una interpretación tensa e hiriente, de una sinceridad apabullante. En el doloroso Andante alcanzó las más altas cotas de la interpretación pianística: pocas veces -pienso ahora en el más reciente Beethoven de Barenboim en Madrid- he escuchado algo tan prodigioso en directo.

La negrura continuó en la violenta, pero no por ello menos melancólica y sentida, Sonata nº 6 de Prokofiev, en la que Leonskaja supo conjugar los aspectos más modernos y brutales de la partitura -de nuevo increíble su sonido- con el lirismo de la confesión sincera. Acongojante. Ya en la segunda parte, extrajo toda la música posible de la irregular Sonata Op. 11 de Schumann (la primera de las tres del autor) volcándose por completo en el huracán de sentimientos y dejando a un lado cualquier tentación hedonista o meramente virtuosística, opción que volvió a dejar bien clara en las dos propinas de Chopin y en una tercera de Schubert. Su arte va directo al corazón.

Al finalizar el recital tuvimos la oportunidad de acercarnos a la artista y conversar unos minutos con ella. Entonces nos descubrió su pasión por el flamenco, en el que dice descubrir un desgarro y una intensidad que la conmueven profundamente: no están nada lejos este mundo y su propio arte pianístico, a decir verdad. ¡Ah! Nos dejó con la boca abierta cuando nos aseguró que la acústica del Villamarta era comparable a la del Conservatorio de Moscú o la del Symphony Hall de Boston, y que sin la menor duda se encuentra entre las diez más perfectas que ha tenido la oportunidad de conocer a lo largo de su carrera. Ahí es nada.