Revista mensual de publicación en Internet
Número 29º - Junio 2.002


Secciones: 
Portada
Archivo
Editorial
Quiénes somos
Entrevistas
Artículos
Crítica discos
Bandas sonoras
Conciertos
El lector opina
Web del mes
Midi del mes 
Tablón anuncios
Suscribir
Buscar
 

 

LOS GRANDES DIRECTORES DEL SIGLO XX

Por Angel Riego Cue. Lee su Curriculum.

          

En la línea de la serie que hace tiempo dedicó Philips a los Grandes Pianistas del Siglo XX, ahora es EMI quien lanza una idea similar, la de una colección sobre Grandes Directores: en principio, la idea no puede ser más interesante, y más cuando se anuncia que cada volumen incluirá alguna interpretación nunca publicada antes.

Naturalmente, los resultados dependerán en cada caso de la selección que se haya hecho, y de entrada hay que estar alerta contra un peligro que también aparecía en la mencionada serie sobre Grandes Pianistas, que es el "batiburrillo", es decir, puede ocurrir que las versiones que ofrezca el CD sean buenas pero que estén acopladas de forma arbitraria y que traiga más cuenta comprarlas en otras ediciones, con acoplamientos más coherentes.

La colección completa constará de 60 títulos (todos ellos dobles CD's), de los cuales el primer lanzamiento incluye 15. De ellos, pasamos a comentar con cierta extensión los tres que nos han llegado, de los que en primer lugar destacamos en todos ellos una presentación muy cuidada, con una buena selección de fotografías y un documentado artículo de Alan Sanders (por supuesto no traducido al español). No sólo se ha usado el fondo de catálogo de EMI, sino que se ha recurrido a "préstamos" de otros sellos y de archivos de emisoras de radio.


El primer director del que nos ocuparemos es uno de los nombres míticos entre las grandes batutas del siglo XX, Bruno Walter (1876-1962), discípulo de Mahler, considerado desde siempre uno de los intérpretes por excelencia de los clásicos alemanes (Mozart, Beethoven, Brahms, Wagner, Mahler) y que hoy día es recordado casi exclusivamente por las abundantes grabaciones que hizo para la CBS en los últimos años de su vida en Estados Unidos, a donde había huido (debido a su origen judío) de la persecución nazi, y donde continuó residiendo tras terminar la guerra.

Entre estas grabaciones en estéreo con la Columbia Symphony Orchestra había sendos ciclos de sinfonías completas de Beethoven y Brahms, de los cuales tienen una especial fama, entre las de Beethoven la nº 6 "Pastoral", y entre las de Brahms la nº 2. Por tanto, parece una excelente idea comenzar el recorrido por las grabaciones de Walter con estas mismas dos obras, pero en grabaciones anteriores.

Así, la "Pastoral" nos llega en una grabación de diciembre de 1936 con la Filarmónica de Viena; Walter estaba ya exiliado de Alemania y vivía en Austria, país que entonces aún no era nazi. De aquella época han quedado grabaciones que son leyenda en la historia del disco, como el Acto I de La Walkyria de Wagner de 1935 o la Novena de Mahler de 1938, pocas semanas antes de la anexión de Austria por la Alemania nazi. Sin embargo esta "Pastoral" nunca había sido publicada antes en CD, al menos bajo el sello EMI, y de hecho es la grabación más antigua de una sinfonía de Beethoven por Bruno Walter que se encuentra en la actualidad, pues la Quinta que grabara en 1926 con la Royal Philharmonic parece seguir inédita.

Nos encontramos con una versión que anticipa muchas de las características de la conocida grabación con la Columbia, como una intensidad y una profundidad expresiva que se podría calificar de "humanista" (un adjetivo muy usado al hablar de Walter). Sin embargo, en otros se aparta de esta línea para acercarse al estándar de su época: así, la mayoría del tercer movimiento o el final de la obra, escuchados hoy, nos suenan "demasiado alegres", casi frívolos, como si la sociedad "alegre y confiada" de la época no pudiera prever aún el cataclismo que se avecinaba. En todo caso es una versión importante, que hay que conocer, y cuyo único motivo de decepción estriba en la descuidada transferencia que ha hecho EMI, propietaria de las matrices, con algún acoplamiento brusco entre dos fuentes sonoras de distinta afinación, como en el minuto 4:38 del primer movimiento; una chapuza que pensábamos que sólo cometían los sellos "piratas" como Golden Melodram (cfr. Maestros Cantores por Knappertsbusch-1960).

En su etapa americana, Walter grabó dos veces las sinfonías de Brahms, la primera con la Filarmónica de Nueva York en "mono" y la seguna con la Sinfónica Columbia en estéreo. Esta última es la que siempre se ha elegido para la reedición en CD, con el resultado de que la primera sólo era recordada de los tiempos del LP por los melómanos más veteranos. Ahora podemos escuchar la nº 2 de ese primer ciclo de Nueva York, con un sonido bastante digno (aunque inferior a otras tomas de ese año, 1953): si la versión de Columbia era de referencia, por su "poso" soberano, por su perfecto equilibrio entre el lirismo y la "acción", esta de Nueva York se inclina más a lo "nervioso", con tempi más urgentes, y culminando en un arrebatador movimiento final que nos recuerda mucho a lo que hacía Furtwängler en vivo con esta obra.

Junto a esta 2ª de Brahms, la única otra toma de este doble CD que no es de los años 30 es el primero de los Kindertotenlieder de Mahler, grabado en 1949, e incluido en el segundo CD, porque se supone que en todo recorrido por la carrera de Walter habría que dejar alguna constancia de su colaboración con la inmensa contralto británica Kathleen Ferrier, de la que el fruto más conocido es la Canción de la Tierra de Mahler que grabarían en 1952. En fin, qué se puede decir de esta interpretación, con esa voz tan conmovedora y esa dirección tan poética, sino que no basta con tener este lied, hay que hacerse con el ciclo completo que ha publicado EMI en su colección "Great Recordings of the Century".

Este segundo CD se compone en su mayoría de piezas breves. A menudo se ha dicho que la interpretación de Mozart se divide en dos períodos, antes y después de Bruno Walter, por ello quizás este compositor se mereciera mayor representación que la Obertura de Las Bodas de Fígaro grabada en 1932 con la British Symphony Orchestra, llevada a un tempo vertiginoso, y que ya anuncia al Walter "humanista" posterior, aunque en menor grado. También de este período, anterior al exilio y a la guerra, es el Preludio del Acto I de Los Maestros Cantores de Wagner con la misma orquesta y dos años anterior, una interpretación mucho más festiva que la bien conocida (y más madura) con la Sinfónica Columbia.

Siguiendo con Wagner, Walter grabó en 1935, como se ha dicho, el Acto I de La Walkyria y junto a él dos escenas del Acto II, la 3ª (dúo de Siegmund y Sieglinde) y la 5ª (combate final y muerte de Siegmund). Es precisamente esta escena 5ª la que se reproduce aquí, con mejor sonido que en la edición de EMI References, ya descatalogada. Por una parte es de agradecer que no se haya recurrido a un fragmento del Acto I, que se puede encontrar aún y hay que tener entero, pero por otro lado debería haberse incluido también la 3ª escena (que hubiera entrado en el disco) para tener todo lo grabado por Walter de ese segundo acto. Sea como fuere, aquí tenemos un ejemplo de un Wagner "auténtico", de la Edad de Oro del canto wagneriano, con dos prodigios llamados Lauritz Melchior y Lotte Lehmann (tienen menor importancia las cortas intervenciones de Flesch, Jerger y List) y con una dirección que por una vez está a la altura de los cantantes (lo que es raro de encontrar en los años 30).

También de su período austríaco antes del exilio es el Adagietto de la Sinfonía nº 5 de Mahler, que durante mucho tiempo se grabó suelto, sin el resto de la obra (el primero que la grabaría completa sería, una vez más, el propio Walter en 1947, para CBS): una versión más poética y sentida que la de su grabación completa, aunque la brevedad del tempo (8 minutos) no le permite nunca caer en lo empalagoso ni en lo soporífero. Una adecuada representación de la música de su maestro Mahler (que en toda antología de Bruno walter debe estar presente), junto con el mencionado "lied" con la Ferrier.

Por último, del exilio de Walter en Francia en 1938, antes de pasar a Estados Unidos, tenemos dos grabaciones con la Orquesta del Conservatorio de París: la primera de ellas es una Sinfonía 92 "Oxford" de Haydn, obra que no llegó a grabar después para CBS (aunque existen tomas piratas), de tempi urgentes, y cuya tensión dramática (sobre todo en el Adagio) es imposible no relacionarla con la situación personal del director; en cambio, en la Obertura de El Murciélago de Johann Strauss grabada unos días después, no se ve ni rastro de dramatismo, sino que el habitualmente serio Walter aprovecha para echar "una cana al aire", lo que tampoco viene mal nunca.


El segundo director que examinaremos es el ruso exiliado Igor Markevitch (1912-83), que tras unos prometedores comienzos como compositor (con obras como El vuelo de Ícaro) se vio tentado por la fama que deparaba dedicarse a la dirección de orquesta, y en los años 50 y 60 realizó un buen número de grabaciones, fudamentalmente de los repertorios ruso y francés. En España se le recuerda como el fundador de la Orquesta Sinfónica de Radiotelevisión Española, que continuó dirigiendo hasta su muerte, aunque a partir de los años 70 la sordera le fue apartando de los circuitos internacionales de concierto.

A comienzos de los años 60, Markevitch grabó para Philips un ciclo de las Sinfonías de Tchaikovsky considerado desde entonces como de referencia. La reedición en una caja de 4 CDs (y luego en dos dobles de Philips Duo) sólo incluía las 6 sinfonías numeradas, dejando fuera la "Manfredo", también grabada por Markevitch; parece entonces una excelente idea el recuperarla para esta colección, pues nunca había salido en disco suelto y sólo se pudo encontrar en una caja de 8 CD's llamada "Tchaikovsky: Obras orquestales completas- volumen 1". Al igual que en el resto del ciclo, encontramos una interpretación de gran refinamiento orquestal, hecha con una tímbrica expresionista, hiriente (a veces se la ha calificado de "angulosa"), que no por ello reuncia al apasionamiento, y cuyo resultado es que nos suena "rusa a más no poder". De referencia.

El repertorio ruso se completa en el primer CD con una suite extraída de la grabación completa que hiciera Markevitch de la ópera de Glinka Una vida por el zar. Aunque los números incluidos (Obertura, Polonesa, Cracovia, Vals) tienen cierta autonomía propia, pues todos ellos son orquestales excepto el segundo, que añade coro, parece que lo que habría que tener es la grabación de la ópera completa y no esta suite, y que el espacio habría estado mejor empleado en incluir una obra de Stravinsky, una de las grandes especialidades del director.

El segundo CD se dedica al repertorio francés y otros más "marginales" en la carrera de Markevitch. El Mar de Debussy (toma de 1959) forma parte de las grabaciones de música francesa que hizo Markevitch para la DG al frente de la Orquesta Lamoreux, y solamente había conocido una breve reedición en CD en Francia en una colección llamada "Millenium". La suite nº 2 de Dafnis y Cloé de Ravel la tenía grabada Markevitch para EMI en 1954 con la Philharmonia, pero en su lugar se ha preferido recuperar una toma radiofónica (inédita hasta ahora) de 1960 con la orquesta y coro de la Radio de Hamburgo. También dentro de lo francés estaría la España de Chabrier, perteneciente a un conocido disco que grabó en 1966 para Philips con músicas de inspiración española, al frente de la Sinfónica de RTVE, y que fue reeditado en su día en CD.

En estas interpretaciones observamos las virtudes características de Markevitch en la música francesa, una tímbrica "sugerente", "misteriosa" que no impide marcar un ritmo vigoroso, con momentos donde se llega a lo orgiástico (final de Dafnis), mientras que su Mar, aunque irreprochable, puede pecar algo de grandilocuencia (al menos es un defecto típicamente francés, escúchese por ejemplo El Mar por Martinon). Sólo se queda atrás la España de Chabrier, que siendo muy buena sería aún mejorable si contara con una orquesta de primera línea, aunque la de RTVE tiene momentos magníficos (fraseo de las maderas, p.ej.) que luego no se le han escuchado con otro director.

En fin, el disco 2 se abre y cierra con dos ejemplos de repertorios más "exóticos" en la carrera de Markevitch que lo ruso o lo francés: en la Obertura de La Forza del Destino de Verdi encontramos una versión que se aparta de la "acción" que demanda en esta pieza la "ortodoxia" verdiana de un Toscanini, por ejemplo; en su lugar, la que oímos es muy poética, de tonos sombríos, pero no defrauda en absoluto. Esta obra estaba extraída de un disco de 1967 de oberturas de Verdi para Philips, publicado en CD pero ya descatalogado, que habría que tener entero. En cambio, el Till Eulenspiegel de Strauss que cierra el CD (grabado para EMI en 1956 con la Orquesta Nacional francesa), única muestra aquí contenida de Markevitch en el repertorio germánico, nunca había salido antes en CD, que sepamos, y era una lástima pues la versión es excelente, de gran refinamiento orquestal y con las adecuadas dosis del carácter "grotesco" tan necesario en esta obra.



El último director del que hablaremos es el más grande que ha producido España, Ataúlfo Argenta (1913-1958), y al que mucha gente recuerda solamente por sus grabaciones de zarzuela y música española, cuando en realidad era un director con una formación y una personalidad que le auguraban una brillante carerra en el gran repertorio, truncada por su muerte en trágicas circunstancias con sólo 44 años. A su formación en España como pianista, Argenta había añadido el estudio en Alemania con Carl Schuricht, quien le animó a dedicarse a dirigir; por ello, Argenta reunía en una síntesis que pocas veces se ha dado una formación y temperamento "latinos" con la comprensión del repertorio germánico.

De hecho, este doble CD nos lo presenta en dos grandes sinfonías "germánicas" grabadas por Argenta en París, la "Fausto" de Liszt con la Orquesta del Conservatorio (de 1955) y la "Grande" de Schubert con una agrupación llamada "Orchestre des Cento Soli" (de 1957, ya en estéreo), que incluía a músicos de la del Conservatorio y de la Lamoreux; orquestas ambas en general superiores a la Nacional de España que dirigía aquí, y con las que obtuvo resultados artísticos de enorme categoría. Así, la "Fausto" (que se grabó en su primera versión puramente orquestal, sin el coro y el tenor solista que luego añadiría Liszt) es una versión apasionada, vertiginosa, de una vitalidad asombrosa, cuyo ímpetu ni siquiera se detiene en el movimiento que representa a "Margarita"; no hay ni rastro del "mahlerianismo" que aparece en las versiones de Leonard Bernstein, el intérprete de referencia de esta obra. Si Argenta no llega a su altura puede deberse a no tener a su disposición una orquesta de primer nivel, pues la del Conservatorio de París, con unos metales en ocasiones desafinados, se nota que no puede dar más de sí.

En cambio, la gran sopresa de este álbum ha sido encontrarse con una extraordinaria interpretación de la Sinfonía nº 9 de Schubert, "La Grande" (nº 8 según la última numeración); grabada apenas dos meses antes de su muerte, demuestra un conocimiento del estilo de la tradición germánica (y licencias en los tempi que hace a veces muy lentos) unido a un apasionamiento "latino" que le aporta matices rara vez oídos (¡qué cellos más sensuales en la introducción!). Un aspecto que podría quitarle puntos sería la excesiva exhibición de los metales, sonando demasiado a "trompetería del Apocalipsis" pero, aún así, esta versión pide plaza al lado de las más grandes en estéreo de todos los tiempos, como las de Szell, Barbirolli o Giulini, solamente por debajo de la de Furtwängler. Como curiosidad, es de las pocas versiones (junto a Giulini o Solti) que respetan el regulador escrito por Schubert en el último compás.

En resumen, que es inexplicable que Decca no haya sacado hace mucho tiempo esta versión en CD al lado, por ejemplo, de la "Incompleta" por los mismos intérpretes (un acoplamiento lógico); mientras llega o no llega una edición en "Legends", la presente es la única en la que se puede disfrutar de esta maravilla, y por sí sola ya haría que mereciera la pena comprar este doble CD.

Dejando el repertorio gernmánico y yendo hacia músicas más "latinas", encontramos también en este volumen de Argenta una Alborada del gracioso de Ravel de 1956, también con los Cento Soli, y también proveniente de un LP inédito en CD, dedicado íntegramente a Ravel. En esta obra, las referencias españolas están, lógicamente, bien captadas, y a Argenta le suena con un cierto sentido del humor, casi "grotesco" en vez de la solemnidad de otras veces.

Por último, se incluye El amor brujo de Falla, grabado en 1951 para EMI con Ana María Iriarte como solista, y la orquesta del Conservatorio de París: siendo el mejor Amor Brujo que se haya grabado en estudio, su presencia es lo menos interesante de este doble CD, pues ya estaba publicado en compacto (en la caja de 4 CD's "Les introuvables de Manuel de Falla"). En su lugar, EMI habría hecho mucho mejor en rescatar con sonido aceptable una versión "en vivo" de 1957 donde Argenta dirigió El amor brujo a la Orquesta Nacional de Francia, con la mejor intérprete que haya tenido esta página de entre las procedentes del campo "culto", una jovencísima Teresa Berganza, y que circuló en su momento en sellos piratas como "Stradivarius".

En la versión incluida en este álbum de EMI, la Iriarte, conocida por sus grabaciones de zarzuela, no es precisamente una gitana ideal pero al menos cumple y no echa a perder la versión; se han oído cosas peores a otras intérpretes. En cuanto a la parte orquestal, escuchamos toda una lección de dirigir, desde el arranque (digno del mismísimo Carlos Kleiber): una versión "racial", "telúrica" pero al mismo tiempo de enorme refinamiento orquestal, y con la vitalidad y el brío característicos de Argenta.




REFERENCIAS:


"GRANDES DIRECTORES DEL SIGLO XX":

BRUNO WALTER:
BEETHOVEN: Sinfonía nº 6 "Pastoral" ; BRAHMS: Sinfonía nº 2 ; MOZART: Obertura de Las Bodas de Fígaro ; HAYDN: Sinfonía nº 92, "Oxford" ; WAGNER: Preludio del Acto I de Los Maestros Cantores de Nurenberg ; La Walkyria: Acto 2, escena 5 (solistas: Lauritz Melchior, Lotte Lehmann, Ella Flesch, Alfred Jerger, Emmanuel List); MAHLER: "Nun will die Sonn' so hell aufgeh'n" de los Kindertotenlieder (solista: Kathleen Ferrier); Adagietto de la Sinfonía nº 5 ; J. STRAUSS: Obertura de El Murciélago.
Orquesta Filarmónica de Viena (Beethoven, Wagner-Walkyria, Mahler), British Symphony Orchestra (Mozart, Wagner-Maestros), Orquesta de la Sociedad de Conciertos del Conservatorio de París (Haydn, J. Strauss), Orquesta Filarmónica de Nueva York (Brahms)


IGOR MARKEVITCH:
TCHAIKOVSKY: Sinfonía "Manfredo" ; GLINKA: Obertura y 3 Danzas de Una Vida por el Zar ; VERDI: Obertura de La Forza del Destino ; DEBUSSY: El Mar ; CHABRIER: España ; RAVEL: Dafnis y Cloé, Suite nº 2 ; R. STRAUSS: Las Travesuras de Till Eulenspiegel.
Orquesta Sinfónica de Londres (Tchaikovsky), Coro de la Ópera de Belgrado (Glinka), Orquesta de Conciertos Lamoreux (Glinka y Debussy), Orquesta New Philharmonia (Verdi), Orquesta Sinfónica de la Radiotelevisión Española (Chabrier), Orquesta Sinfónica de la Radio de Hamburgo-NDR (Ravel), Orquesta Nacional de la Radiodifusión Francesa (R. Strauss)
EMI 7243 5 75124 2 8 (2 CDs)


ATAÚLFO ARGENTA:
LISZT: Una sinfonía Fausto ; RAVEL: Alborada del gracioso ; SCHUBERT: Sinfonía nº 9 "La Grande" ; FALLA: El amor brujo (solista, Ana Mª Iriarte)
Orquesta de la Sociedad de Conciertos del Conservatorio de París (Liszt y Falla) ; Orquesta des Cento Soli (Ravel y Schubert)
EMI 7243 5 75097 2 5 (2 CDs)