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Número 28º - Mayo 2.002


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A LA MEMORIA DE XABIER MONTSALVATGE
Observaciones subjetivas de la vida y obra del autor de las Cinco Canciones Negras

Por Asier Vallejo Ugarte. Estudiante de piano.


Xavier Montsalvage

Convertir a los muertos en héroes es algo que en el país se ha convertido en costumbre casi nacional. Mitificamos a la gente cuando ya no está, cuando se ha ido. En el mismo momento en el que uno deja de existir, somos conscientes de que había existido, y se da entonces paso a sucesiones de homenajes póstumos, de recuerdos, de artículos, que en ocasiones no son más que competiciones cargadas de hipocresía por demostrar quién estaba o se sentía más cerca del artista fallecido. Sin embargo, en vida hay pocos héroes. Y la culpa es de todos. De todos.

 Y yo pienso que si algo podemos extraer positivo del fallecimiento de Xabier Montsalvatge, es que murió realizado y reconocido, que fue un héroe en vida. Aunque tuvo que esperar hasta los 90 años para ver anunciada en un gran teatro, como es el Teatro Real, su ópera Babel 46, ópera en cuatro episodios y dos actos, con libreto del propio Montsalvatge (1), que, compuesta en 1.960, fue presentada a concurso en el Gran Teatro del Liceo siete años después, sin resultar ganadora (el concurso fue declarado desierto), y de la que en sus memorias dijo en 1.988: “El día siguiente (del fallo del concurso) releí la partitura y tuve la sensación –no sé si ilusoria- de no haberme equivocado. (…) Tomé la decisión, que todavía mantengo, de no dar la obra si no me la solicitan garantizándome un buen montaje. No puedo olvidar que después de todo aquello ha pasado más de un cuarto de siglo y que van alejándose las posibilidades de que Babel 46 asome en un escenario. Esta realidad carece de importancia. Será una de las cuatro o cinco obras mías, en un catálogo que reúne cerca de un centenar, que permanecerá inédita.” Afortunadamente, se equivocó. Babel 46 se estrenó el pasado 25 de abril en el Teatro Real de Madrid (previamente, en 1.994, había sido estrenada en Perelada, bajo la dirección de Martínez Izquierdo). El maestro se quitó la espina, aun a pesar de no haber podido asistir a ninguna de las representaciones madrileñas debido a su precario estado de salud. 

Son también obras suyas escritas para escena (2) El gato con botas, ópera de magia en un acto y cinco escenas (1.947), estrenada en el Liceo de Barcelona en enero de 1.948. El libreto, basado en la popular fábula homónima de Charles Perrault, fue escrito por Néstor Luján. La cercanía cronológica con las Canciones Negras (1.945-46) hace pensar que el maestro se inclinó por un género vocal tras el éxito obtenido con ésta su primera aproximación al mundo de la voz. Su tercera ópera, Una voce in off, ópera romántica para dos personajes y medio, en un acto y tres escenas (1.962), con libreto del compositor y traducido al italiano por G. B. Ricci, se estrenó bajo la dirección de Rafael Ferrer en el Gran Teatro del Liceo en diciembre de 1.962. La obra incluye una voz en off a través de un magnetófono. 

Xabier Montsalvatge conoció la felicidad, porque, y en parte a ello debe parte de su éxito, hizo siempre lo que quiso. Y uno es feliz cuando hace y tiene lo que quiere. Ni siquiera “cuarenta años de paz”, en los que creo que uno no tenía derecho a hacer lo que gustase o a pensar como le diese la gana, fueron capaces de hundirlo. La célebre y muy elegante frase “mi musa no es proclive al género heroico” con la que declinó en 1.964 una oferta del entonces ministro Manuel Fraga Iribarne de componer para conmemorar no sé qué refleja su independencia, o quizás antipatía, hacia un régimen del cual trató siempre de mantenerse al margen. Otros no fueron capaces de hacerlo, pero él fue capaz de representarse a sí mismo en todo momento. 

60 años de producción son muchos años; las obras que se pueden escribir en tanto tiempo son infinitas, pero en el catálogo de Xabier Montsalvatge se encuentran dos capaces de eclipsar al resto de su producción (que, por otro lado, incluye obras de todos los géneros imaginables). Dos obras que se han paseado, que pasean y que pasearán por todo el mundo, con la cabeza bien alta. Todos las conocemos, todos las hemos escuchado, todos las hemos disfrutado, el maestro las creó.

Las celebérrimas Canciones Negras (1.945-1.946) son las únicas canciones compuestas por un músico español equiparables en maestría a las 7 Canciones Españolas de Manuel de Falla (aunque uno encuentra, sin duda, más similitudes con las no menos célebres Bachianas Brasileiras nº5 del brasileño Héctor Villa-Lobos). Ejemplos representativos del antillanismo de Montsalvatge, estas canciones son capaces de reunir y de fundir en armonía (generalmente tonal, aunque, como él mismo dijo, se veía “impulsado” a la poli tonalidad) diferentes motivos rítmicos de excelente exotismo y estilos dispares.

En ellas encontramos dos de las características de las que más se hablan a la hora de describir la obra de Xabier Montsalvatge. El ya mencionado antillanismo o postnacionalismo, tendencia basada en la relación establecida entre el folklore catalán y los ritmos y timbres propios del periodo final de la colonización española de los territorios americanos como Cuba. Es aquí donde encontramos el peculiar lenguaje folklórico de Montsalvatge. Y por otro lado, ese eclecticismo, fruto de la curiosidad del maestro, consistente precisamente en saber fusionar o sintetizar diversas visiones musicales en una única partitura. Y subrayamos “saber” porque Montsalvatge, a diferencia de algunos otros eclécticos, era consciente de lo que hacía, permitiéndole desarrollar un lenguaje propio y personal. Ser ecléctico era en él virtud y no defecto.

Las Canciones Negras fueron estrenadas por Mercé Plantada en 1.946 en el Ateneo Barcelonés, y dedicadas, entre otros, a Conchita Badía y a Lola Rodríguez de Aragón, la que sería años después maestra de Teresa Berganza. La acogida de la crítica fue muy favorable, y el consiguiente ascenso meteórico de esta serie de canciones impresionante. Significaron la consagración de Xabier Montsalvatge como compositor.

La lista de intérpretes que desde entonces han interpretados estas pequeñas joyas incluye nombres como Marilyn Horne, Alfredo Kraus, Ainhoa Arteta, Kathleen Battle o Montserrat Caballé. Sin embargo, me gustaría destacar dos casos especiales: el de la catalana Victoria de los Ángeles (que sigo y seguiré considerando la más importante voz que ha dado el país en el siglo XX), que no tan sólo las ha paseado por todo el planeta, sino que ha dejado constancia de su maestría y gusto en un emocionante registro con Rafael Frühbeck de Burgos y la Orquesta del Conservatorio de París. Me remito a las palabras que de ella pronuncia Montsalvatge: “prodigio de sensibilidad cuidada hasta límites de refinamiento inalcanzables, transparencia y dulzura en su dúctil fraseo, rigor técnico total y por encima de todo una nobleza de estilo que a mí me hace olvidar a todas las demás cantantes, haciendo de ella el prototipo de artista genial en su especialidad.” Más grave es la voz de Teresa Berganza, la gran mezzo madrileña, única en gracia y color, a la que el compositor catalán consideró “la mejor intérprete” de sus Canciones Negras. El porqué de esta afirmación lo podemos entender tras escuchar la grabación que de éstas hizo junto a Félix Lavilla en 1.974.

Tal vez la siguiente obra de Montsalvatge en fama y reconocimiento sea el Concerto Breve para piano y orquesta, compuesto en 1.953. Quizás cronológicamente se pueda ubicar esta obra dentro del movimiento antillanista (3), pero esta tendencia no resulta aquí tan obvia como en las Canciones Negras u otras obras anteriores a aquél, como Ritmos (1.942) o el más famoso Cuarteto Indiano (1.952), escrito en memoria de los emigrantes catalanes que volvieron llenos de oro de tierras antillanas, y con el que ganó en Madrid el Premio Samuel Ros. Volviendo al Concerto Breve, éste corrió una suerte similar a la ópera Babel 46, en el sentido de que no resultó ganador en un concurso en el que Montsalvatge había depositado mucha esperanza. Sin embargo, y a diferencia de la ópera, éste concierto (que por cierto, de breve no tiene nada de nada) se convirtió pronto en una obra llevada a los auditorios. No resultó fácil, ya que, al no haber resultado premiada, la difusión fue, evidentemente, más complicada que si lo hubiera sido, y se vio obligado a enviar la partitura a varios pianistas reconocidos para que la obra pudiera ser estrenada. Y de entre una lista de unos diez pianistas, fueron dos los que se interesaron especialmente por la obra: Gonzalo Soriano (4) y, por supuesto, la catalana Alicia de Larrocha, a la que el compositor ya había visto interpretar al piano cuando contaba ésta con tan sólo nueve años.

Así pues, el Concerto Breve se estrenó en diciembre de 1.953, en un concierto conmemorativo de los 25 años de Alicia de Larrocha en la profesión. A partir de entonces ésta ha sido la pianista que mayor atención y con mayor eficacia ha interpretado la obra, en opinión del mismo Montsalvatge, pero no la única: Rosa Torres-Pardo, Enrique Pérez de Guzmán, Leonel Morales, Rosa Sabater… Rosa Sabater… Rosa Sabater… La malograda Rosa… Como diría el maestro, “la añorada Rosa”…

Rosa Sabater se encontraba, sin duda, entre las grandes amistades del maestro. Prueba de ello son las palabras que, de nuevo en su autobiografía, dedica el compositor al triste final de la pianista catalana. Y es que, realmente, a ella la muerte le llegó demasiado pronto, en el momento en el que recuperaba la felicidad perdida tras un matrimonio fracasado. Son palabras bañadas de emoción, de intensidad, palabras tan elocuentes como hermosas, palabras que describen una realidad:

“La mañana del 27 de octubre (de 1.982), tuve que desplazarme a Madrid (…). Cuando ya volábamos sobre Barajas vi que las azafatas y algunos pasajeros se asomaban a las ventanillas. Al mirar yo, vi en tierra algo escalofriante: los restos, despojos ennegrecidos, retorcidos casi irreconocibles de un “jumbo”, testimonio sobrecogedor de la catástrofe aérea ocurrida un día antes.

Afectado todavía por aquella imagen, en Madrid encontré un grupo de amigos, músicos y críticos consternados por la noticia que iban a darme: Rosa Sabater había embarcado en aquel aparato. Nunca olvidaré la conmoción que me causó aquella desgracia. ¡Pobre Rosa! El destino se había abatido sobre ella en el momento en que más intenso era su amor por la vida que parecía sonreírle a partir de entonces plena y definitivamente.”

Y seguramente, si hubiera que dar el nombre de alguien con el que Montsalvatge mantuvo una estrecha y sincera amistad como colega, éste sería el de Frederic Mompou, casi 20 años mayor que Xabier. Ambos catalanes trabajaron juntos en la obra Perlimplinada, ballet sobre la comedia de Federico García Lorca “Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín”, en 1.956, obra que nunca llegaría lejos. La admiración y el respeto eran mutuos. En honor al singular personaje, autor de Música Callada o de Los Improperios, Monstsalvatge creó si, a Mompou, breve obra para la mano izquierda, como regalo de cumpleaños en el 90 aniversario de su amigo, o el Diálogo con Mompou, para violín, piano y violoncelo en 1.988. Mompou se despidió de la vida en junio de 1.987; tenía 94 años.

De entre la obra sinfónica de Montsalvatge, destacaremos la Desintegració morfológica de la Chacona de J.S.Bach (1.963), para algunos punto y final de la época antillanista, para otros obra cumbre de la abstracción “neobarroca”, la Sinfonía del Requiem (1.985), curiosa versión orquestal de lo que pudiera ser un requiem (el título no podría ser más explícito), la Sonata Concertante (1.972), para violoncello y piano, y tantas y tantas obras de una lista muy larga. Tanto como su propia vida. 

Uno de los aspectos menos conocidos de la obra de Montsalvatge es la música escrita para la Gran Pantalla y para la Televisión, destacando la banda sonora de la serie de TV “Goya” (1.985), de Isasi Asismendi. Más conocida es la faceta de crítico musical, primero en la revista “Destino”, de la que llegó a ser director, y más tarde de “La Vanguardia” de Barcelona (en 1.962). Obran en mi poder varios comentarios escritos por el compositor en los primeros años 80, comentarios que definen al maestro como gran escritor además de gran músico. Reconocía que le costaba hacer críticas, ya que teniendo como tenía un lenguaje tan propio y tan personal no era tarea fácil opinar sobre obras de los demás desde una perspectiva objetiva o, al menos, menos subjetiva que lo que le pidiera la cabeza o el corazón. Realmente, en ocasiones resulta muy costoso entender a alguien que se expresa en un lenguaje que no conoces, aunque te esfuerces en entenderlo. Sin embargo, estuvo cómodo en su envidiada posición, y prueba de ello es que ejerció la profesión hasta su jubilación, en 1.982.

Otro ámbito en el que trabajó fue la pedagogía. Profesor de composición en el Conservatorio Superior Municipal de Barcelona en 1.970, y Catedrático de Composición en 1.978. Lo que yo nunca entendí fue como pudo ejercer de pedagogo si no creía en la pedagogía; y si lo hacía, no creía que se pudiera enseñar a componer. Dice: “Nunca he tenido vocación por la pedagogía. (…) me cuesta imaginar cómo un compositor puede `enseñar a componer´ después de superadas las disciplinas académicas de la armonía, el contrapunto y la fuga sometidas a inalterables principios formales clásicos. (…) lo único importante, prescindiendo de reglas y normas, está en la posibilidad de que el profesor sepa lograr que el aspirante a compositor se encuentre a sí mismo.” Mi opinión, ¡cuánto más humilde y modesta que la suya!, es que el que en su juventud fuera estudiante de violín además de composición se equivoca. El maestro abandonó la docencia, al igual que la crítica, en 1.982.

No me gustaría cerrar este breve repaso a la obra y vida de Xabier Montsalvatge sin hacer alusiones a lo que seguramente sería el eje central de lo segundo: su familia. Elena Pérez de Olaguer Fernández era una joven estudiante de ballet en los años cuarenta, y con ella se casaría Xabier en junio de 1.947. Fue al parecer, una boda convencional, de cuyo matrimonio nacerían Xabier Jr. (1.948) e Ivette (1.952). Yo no conocí a la familia, ni la conozco, pero sé por terceros que fueron una familia unida, en la que reinaba el amor y la alegría. De hecho, la fidelidad de Elena la hizo estar junto al compositor en los últimos instantes de la vida de éste. Allí estaba ella.      

Con él, se fue una historia que comenzó en la casa de un intelectual banquero en la Girona del 11 de marzo de 1.912. Ya le tocaba; a fin de cuentas era un sencillo ser humano con la obligación de cumplir las leyes de la naturaleza. Sin embargo, la música no entiende de leyes naturales, y por ello debemos estar orgullosos de que, aunque el hombre muera, su obra viva y vivirá por siempre. Xabier Montsalvatge tenía edad, pero su música no. La música es inmortal. Tanto a ella como a él los seguiremos admirando. Descanse en paz, maestro.   


PRINCIPALES OBRAS ORDENADAS CRONOLÓGICAMENTE

De entre un catálogo que abarca cerca de un centenar, creemos que las más representativas obras de Xavier Montsalvatge son las siguientes. Es algo tan subjetivo que más de alguno nos reprochará el no haber incluido tal o tal obra. La respuesta que daríamos sería que, por calidad, toda su obra debería estar en la lista.

-        Cinco Canciones Negras (1.946), para soprano y piano

-        El Gato con Botas (1.948), ópera en un acto y 4 escenas

-        Tres divertimentos (1.949), para piano

-        Sinfonía Mediterránea (1.949)

-        Poema Concertante (1.953), para violín y orquesta

-        Concerto Breve (1.953), para piano y orquesta

-        Calidoscopio (1.955), para orquesta

-        Cinco Canciones Negras (1.956), versión orquestada de las originales para piano

-        Partita (1.958), para orquesta

-        Ritmos (1.959), para piano

-        Sonatine pour Ivette (1.960), para piano

-        Babel 46 (1.960), ópera en cuatro actos

-        Vocaliso (1.961), para soprano y piano

-        Desintegración morfológica de la Chacona de Bach (1.962), para orquesta

-        Una Voce in off (1.962), ópera  un acto y 3 escenas

-        Tres danzas concertantes (1.965), para orquesta de cuerda

-        Laberinto (1.971), para orquesta

-        Alegoría a Joaquín Turina (1.972), para piano

-        Sonata Concertante (1.972), para cello y piano

-        Soneto a Manuel de Falla (1.976)

-        Concierto del Albayzin (1.978), para clavicémbalo y orquesta

-        Si, a Mompou (1.983), para la mano izquierda

-        Fantasía para guitarra y arpa (1.984)

-        Metamorfosis de concierto (1.985), para guitarra y orquesta

-        Sinfonía de Réquiem (1.986)

-        Diálogo con Mompou (1.988), para violín, cello y piano

 

(1) El libreto de Babel 46, escrito en siete u ocho lenguas, ha sido objeto de múltiples comentarios y críticas, que a menudo han sido interpretadas como ataques al músico. Nada más alejado de la realidad. Yo, desconociendo por completo la versión del jurado del concurso que no dio el primer premio a la ópera, especulo, y no descartaría que una de las principales razones para no otorgárselo fuera precisamente el uso de las siete lenguas. 

(2) Curiosamente, el interés de Xabier Montsalvatge por la ópera surgió tras asistir de joven a representaciones de óperas de las que se conocen popularmente como “difíciles”: Der Freischütz, de C.M. Weber, Khovantchina, de M. Mussorgsky o la menos “difícil” Flauta Mágica, de W.A. Mozart.

(3) Muchos han visto en este Concerto influencia directa francesa, tal vez del “Grupo de los Seis”.

(4) Conviene subrayar el enojo de Gonzalo Soriano por no haber sido él quien estrenara el Concerto Breve, a pesar de haber expresado a Montsalvatge su interés por la obra. En vista de este enfado, tal vez justificado, el compositor catalán creó la Sonatine pour Yvette, que lleva el nombre de la hija mayor del creador (Yvette, que contaba 5 años cuando se compuso la sonatina) y que Gonzalo Soriano, agradecido, estrenó en 1.962 en la Asociación de Conciertos de Reus. Posteriormente, los más grandes pianistas la han interpretado.

BIBLIOGRAFÍA:

Todas las citas textuales atribuidas a Xabier Montsalvatge, así como la lista de obras, están extraídas de:

Xabier Montsalvatge: “PAPELES AUTOBIOGRÁFICOS. Al alcance del Recuerdo” (1.988)

                                   Colección Memorias de la Música Española. Fundación Banco Exterior.

                                    ISBN: 84-86848-61-6