Revista mensual de publicación en Internet
Número 21º - Octubre 2.001


Secciones: 
Portada
Archivo
Editorial
Quiénes somos
Entrevistas
Artículos
Crítica discos
Bandas sonoras
Conciertos
El lector opina
Web del mes
Midi del mes 
Tablón anuncios
Suscribir
Buscar
 

LOS OTROS

Por "Don Profondo".

   

Editada nada menos que por Sony Classical nos llega la banda sonora que Alejandro Amenábar ha compuesto para su última cinta, y lo hace suscitando opiniones de lo más diversas. El joven cineasta ha pasado a convertirse en adalid del cine español en el extranjero, lo que se ha traducido en alabanzas sin fin y una intensa presencia mediática; por ello era de esperar que no tardaran en aparecer voces, en ocasiones no exentas de cierta envidia, poniendo en tela de juicio su valía. Ciertamente puede haberse llegado a una peligrosa sobrevaloración, pero ello no debería impedirnos apreciar su talento: Los otros es una hermosa película, y su partitura una estimable banda sonora.

Eso sí, resulta significativo es que tanto la una como la otra tienen sus puntos fuertes más en lo que no son, es decir, en su alejamiento de algunos de los más molestos planteamientos del cine y la música actual, que en sus propias virtudes. No hay estética de videoclip, el efectismo se limita a dos o tres momentos clave e interesa antes la creación de atmósferas y la sugerencia que impactar con determinados recursos.

Concretando en la banda sonora, resulta ineludible la comparación con la de uno de los filmes que más se han traído a colación al tratar sobre éste, El Sexto Sentido. James Newton Howard también escribió una partitura atmosférica y escasamente melódica, pero recurriendo a golpes de efecto, orquestaciones a lo Ligeti y “sonidos fantasmagóricos” sintetizados. Por el contrario, Amenábar no tiene tanto la intención de subrayar como la de complementar la imagen, escribiendo una música intimista, un tanto ingenua, que establece desde los créditos un atractivo tono de relato infantil.

En su evidente eclecticismo –propio del noventa y nueve por ciento de la música compuesta para el cine- hay una evidente inspiración en las atmósferas de Debussy y post-impresionistas ingleses como Delius, Vaughan Williams o Britten, lo que resulta muy acorde con la ambientación espacio-temporal de la acción. Señalemos como algo más que una anécdota que el último de los citados compuso una estupenda ópera sobre la fascinante novela de Henry James The turn of the screw, cuya primera versión cinematográfica, la admirable película de Jack Clayton The Innocents, ha sido una reconocida fuente de inspiración para Amenábar.

Ahora tenemos que hacer referencia a una cuestión espinosa. Hace tiempo que ciertas voces vienen afirmando que Amenábar entraría dentro de esa denostada categoría de músicos de cine que es la de los “silbadores”, aquellos que ya desde el Hollywood clásico y hasta preclásico, dado su desconocimiento de la escritura musical, se han limitado a tararear la melodía a diversos arreglistas. Tales acusaciones se agravaron a raíz de la sustitución de la partitura original de Ángel Ilarramendi para el filme de José Luis Cuerda La lengua de las mariposas por otra salida de su mano.

El asunto resulta en exceso complicado –demasiados intereses en juego- como para llegar aquí a una valoración rotunda, pero podemos reparar en varias circunstancias. Primero, componer en formato MIDI sobre el teclado –como parece que hace Amenábar- va mucho más lejos de tararear. Segundo, ésta es una partitura que no toma como base la línea melódica: la orquestación no es mera transcripción y desarrollo de unas células base, sino la música en sí misma, lo que no deja lugar al clásico “yo compongo dos temas y vosotros los desarrolláis una y otra vez”.

Tercero, tal opción puede resultar escasamente atractiva para aquellos que van buscando algo que canturrear, lo que explica que algunos encuentren más apetecible, por ejemplo, el vuelo melódico del citado Ilarramendi en su reciente partitura para El Celo, precisamente nueva y fallida adaptación de The turn of the screw. Abundando en tal comparación podría señalarse que, al poner música a una historia hasta cierto punto parecida, el vasco ha optado por una línea digamos “post-moderna”, no muy alejada del denominado “minimalismo sacro” polaco de los Kilar o Preisner tan queridos por algunos aficionados, mientras que el de Santiago de Chile (pues allí nació nuestro artista) ha preferido el neoclasicismo inglés.

Afirma Amenábar en las notas de la carpetilla que la música cinematográfica fue su gran pasión desde pequeño, y que su posterior trayectoria en el mundo del cine no deriva sino de ella. De ahí que haya que valorar este disco no como un trabajo de madurez de un profesional, sino como la correcta e interesante partitura de un gran aficionado a las bandas sonoras que ha hecho realidad un sueño casi imposible, el de ser a un tiempo director, guionista y compositor de sus propias películas, merced a una afortunada conjunción de iniciativa, contactos, suerte y –por descontado- notable talento. No se merece que le regateemos esto último.

 

Alejandro Amenábar: Los Otros. Banda sonora original de la película.
Orquestaciones de Xavier Capellas, Claudio Ianni, Lucio Godoy y Alejandro Amenábar.

London Sessions Orchestra, Claudio Ianni. 41’.
Sony Classical SK 89705.