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Número 21º - Octubre 2.001


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UNA SAGA DE CANTANTES LÍRICOS ESPAÑOLES A LO LARGO DEL SIGLO XIX

Por José Enrique Peláez Malagón. Doctor en Historia del Arte (Universidad de Valencia). 

 
Viardot


        
A lo largo de toda la historia de la música y del bel canto, no ha sido extraño encontrarse con familias cuyos componentes se han dedicado al mismo ejercicio musical, incluso a lo largo de varias generaciones. Tal es el caso de la familia García a la que hacemos alusión en este artículo. Si bien, esta saga de cantantes destaca sobre cualquier otra por su antigüedad y por la trascendencia que su obra ha dejado no sólo desde la perspectiva del canto lírico, sino además por la docencia, la composición y de la investigación vocal, circunstancias todas ellas que la sitúan sin ningún género de dudas en la saga familiar más importante de toda la lírica española. 

     La historia de esta familia comienza con el tenor y compositor Manuel del Pópulo García (cuyo verdadero nombre era Manuel Rodríguez Aguilar) nacido en Sevilla en el año 1775 y muerto en París en 1832. A este compositor se le reconoce universalmente haber sido el introductor de la ópera de Mozart y de Rossini en los Estados Unidos y por extensión en toda América. A la vez que fue el tenor preferido de Rossini a quien recurría a la hora de estrenar sus obras. Circunstancias ambas que lo sitúan como uno de los mejores tenores, sino el mejor, de toda Europa durante el primer tercio del siglo XIX. 

El futuro tenor realizó sus primeros estudios en el coro de la catedral de Sevilla desde los seis años, teniendo como maestros a A. Ripa y a Juan Almarca. A los diecisiete años debutará en 1792 en el Teatro de Cádiz  con La tonadilla. Desde ese momento se dedicará a cantar por diversas ciudades andaluzas hasta que decide dirigirse a Madrid.   

En la capital española, en donde lo podemos situar a partir del año 1798, además de actuar en el Teatro Real de Madrid, compuso varias óperas representando algunas de ellas como por ejemplo:  El posadero, El preso por amor, Quien porfía mucho alcanza, El velón de madera, El criado fingido, El hablador, El tío y la tía, El cautiverio aparente, Los ripios del maestro Adan, El hablador, Florinda y por último El poeta calculista. En esta misma época y a consecuencia de la Real Orden de 1799 que prohibía las representaciones de obras que no fuesen en lengua española, comienza a la traducción de los libretos de algunas óperas francesas. Éstas recibirán el nombre en España de operetas, Del Pópulo a diferencia de otros traductores, les dará un aire hispánico (en algunos casos próximos a la canción andaluza) que hacen de ellas verdaderas piezas originales.  

A principios de 1809 se instalará en París, convirtiéndose pronto en un tenor destacado en su ópera bufa. Y a partir de 1811 se trasladará a Italia en donde de la mano de Anzani completará sus estudios musicales, debutando poco después, en 1812 entre otros, en los teatros de Turín, Nápoles y Roma. 

     Es durante estos años en Italia, cuando ocurrirán dos hechos importantes. Por un lado el estreno de su ópera El califa de Bagdad (1812) por la que obtuvo un reconocido éxito internacional como compositor. Por otro será elegido por Rossini para estrenar sus obras Otello y El barbero de Sevilla. Circunstancia que lo situó en la época como uno de los mejores tenores de su tiempo. 

A partir de 1817 regresa a París convirtiéndose en el primer tenor del teatro de los italianos hasta el año 1824, a la vez continúa componiendo y representado sus óperas cómicas como Le prince dé ocasión (1817); Le grand lama (1818); L´origine des Graces (1820); La mort du Tasse (1821); Florestán (1822); Il Fazzoletto (1823) y La meuniere (1823). 

Tal vez a consecuencia de la expulsión de los españoles de Francia, hacia finales de 1823 se trasladará a Londres para convertirse en el primer tenor del Teatro del Rey. Debido a diferentes tensiones y problemas con la dirección del teatro, decide abandonar este puesto para dirigirse a Nueva York un año después, en 1825. Allí, además de poder estrenar sus propias obras (como L´amante artista y La figlia dell´aria, ambas de 1826), pudo estrenar otras de Mozart y de Rossini (inéditas en América), a la vez que se hacía cargo de la dirección del Teatro de la Ópera de aquella ciudad. En 1827 se trasladará a México en donde se dedicó no sólo a representar obras rossinianas, como El barbero de Sevilla y a componer propias como Abufar (1828); Semiramis (1828); Alendi (1829); El gitano por amor (1829); Los maridos solteros (1830); Una hora de matrimonio (1830); sino también se dedicó a la traducción de obras francesas e italianas al español con el fin de que el público mexicano las aceptase.

De regreso a París en 1830, a consecuencia de la política de expulsión de los españoles de aquellas tierras, decide celebrar sus últimas actuaciones antes de retirarse de la escena a los cincuenta y cinco años de edad, fundando una academia de canto y dedicándose a la docencia hasta su muerte acaecida en la capital francesa en el año 1832.

 El tenor estará casado en primeras nupcias con la actriz y cantante  Manuela Morales (nombre artístico de Manuela Aguirre Pacheco) (1777-después de 1836), esta artista, nacida en una familia de actores, seguirá a su marido desde su matrimonio en 1797 en su periplo español, actuando en muchos casos en las mismas obras que su marido. La cantante será a partir de 1803 y hasta 1807 paulatinamente suplantada tanto en el plano artístico como en el privado por la soprano Briones. Situación personal y profesional que llegado un momento se hace insostenible por lo que decide abandonar a su marido y regresar a Cádiz. Allí solicitará trabajar en varias compañías regionales como soprano, actuando hasta 1811, fecha en la que decide retirarse de los escenarios. Su rastro se pierde definitivamente en 1836, año probable de su muerte.

La verdadera compañera del tenor hasta su muerte será  Joaquina Briones (nombre artístico de María Joaquina Sitches) (1780-1864), ésta convertida en su amante desde 1803, acompañará a Manuel del Pópulo García en todos sus traslados de residencias (París, Milán, Londres, Nueva York, México) representando papeles de diferente categoría en todas las obras de su compañero sentimental, tanto en las compuestas por él como en las del repertorio de Mozart y Rossini. Por sus representaciones fue ampliamente reconocida por la crítica en su momento con independencia de su relación con el compositor y tenor. Tras la muerte de Manuel García, en 1832, la soprano se retira de los escenarios para hacerse cargo de la educación musical de sus hijos. Cuando éstos forman sus propias familias, ella permanecerá al lado de su hija Pauline, acompañándola en todas sus giras hasta su muerte acaecida en 1864.

Su primera hija, fruto de su primer matrimonio, será Josefa Ruiz García (nombre artístico de Josefa garcía Morales) (1803- después de 1845). Los primeros años de su vida los pasará al lado de su padre, quien además será su maestro de canto. Debutará a los veintinueve años en el Teatro de Bolonia con la ópera Tancredi de Rossini, al lado de María Malibrán, a la sazón su hermanastra. Sus posteriores representaciones europeas en obras como Norma, Esule di Roma, La sonámbula... las siguió realizando al lado de su hermana, hasta que en 1939 decidió realizar, de una manera independiente, giras por America, estableciéndose en Santiago de Cuba hasta finales de 1840. De vuelta a España, se convertirá en la abanderada y “musa” de la causa moderada burguesa absolutista. Actividad política que la va alejando paulatinamente de los escenarios. Cinco años después, en 1845, se le pierde el rastro y ya no vuelve a aparecer en la escena pública. Ocurriendo tal vez su fallecimiento hacia finales de esa década. La soprano, en palabras de su padre, estaba dotada de una voz excepcional superior a la de su hermana, si bien aquella ganaba en dotes dramáticas.

Josefa Ruiz García, contrajo matrimonio a mediados de la década de los años treinta con el violinista y director de orquesta Rafael Ruiz, del que adoptó su apellido como nombre artístico.

El hijo varón de Manuel del Pópulo García será Manuel Vicente García, (nombre artístico de Manuel Vicente Patricio Rodríguez Sitches) nacido en Madrid en 1803 y muerto en Londres en 1906. Apreciado como barítono, profesor y sobre todo como el padre del laringoscopio.

Manuel García (hijo) pasará sus primeros años en Madrid en casa de sus abuelos maternos, ya que sus padres se encontraban en París trabajando y sólo cuando éstos se trasladan a Nápoles, en 1814, llevan a su hijo con ellos, al considerar Italia más segura políticamente. Una vez allí comenzará sus estudios musicales de la mano de su padre quien a través del método Porpora logrará que su hijo aprenda las diferentes disciplinas musicales.

     Seguirá al lado de su familia en Nápoles, París, Londres y Nueva York, ciudad  donde debutó con éxito como barítono en 1825, con la obra El Barbero de Sevilla. Decidido a convertirse en profesor de canto, volvió a Europa dejando a su familia e instalándose en París. Allí, en 1830, a consecuencia de la revolución que se está produciendo en estos momentos, ha de abandonar la idea de la docencia para entrar a trabajar en un hospital militar, donde se ocupó especialmente de los enfermos de garganta, interesado como estaba por el estudio de la laringe y la producción de la voz humana. Posteriormente, comenzó su dedicación a la enseñanza, y en 1840 presentó ante la Academia de Ciencias su Memoria sobre la voz humana. Fue profesor del Conservatorio de París hasta que se trasladó a Londres, donde fue nombrado profesor de la Real Academia de Música en 1848, cargo en que permaneció hasta el final de su vida.

      En 1854, interesado por poder visualizar la laringe como único medio apropiado para estudiar su fisiología y su relación con la emisión de la voz, consiguió verse la suya propia mediante un pequeño espejo dental sujeto a un mango doblado adecuadamente al que dirigía la luz solar con la ayuda de un espejo de mano. Un año después comunicó a la Royal Society de Londres los resultados de sus experiencias, en una memoria que llevaba por título Observaciones fisiológicas sobre la voz humana, memoria, que se publicó en el boletín de dicha sociedad. En ella describe la técnica utilizada y analiza el mecanismo de producción de la voz mediante los movimientos de la glotis, así como la participación de la laringe y músculos del cuello en la modificación del timbre. Este trabajo despertó poco interés en Londres y hubiese quedado en el olvido, como había ocurrido con los aparatos que con el mismo fin se habían ideado, si no hubiera merecido la atención de Ludwig Türck, quien lo utilizó inmediatamente como método de exploración en el Hospital General de Viena. Poco después, Johann Czermk solucionó definitivamente el problema de la iluminación mediante la aplicación de luz artificial, utilizando el espejo oftalmoscópico de Theodor Ruete, origen del actual espejo frontal.

Manuel García, considerado en Europa como el padre del laringoscopio, fue objeto de un caluroso homenaje organizado por la Royal Medical and Chirurgical Society en Londres, en 1903, con motivo de la celebración de su centésimo aniversario.

Entre otros méritos, recibió el nombramiento de Comendador de la Real Orden Victoriana, la Gran Medalla de la ciencia alemana y la Gran Cruz de Alfonso XII, doctor honoris causa por diferentes universidades europeas, así como el título de maestro y fundador de gran número de sociedades laringológicas.

Manuel Vicente García estaba casado con la soprano Eugenia Meyer (1818-1880), quien permaneció a su lado actuando y cantando en aquellas óperas en donde su marido se encontraba. Al decidir éste trasladarse a Londres, la soprano le abandona dedicándose desde entonces a la enseñanza del canto en París hasta su muerte.

Hijo de Manuel Vicente será Gustav García, dedicado a la docencia y llegando a convertirse en un destacado profesor de canto del Royal College of Music de Londres, casado con la soprano Emily García, fue padre de Albert García, célebre barítono de finales del siglo XIX y principios del XX. 

La mayor de las hijas de Manuel del Pópulo García era la mezzosoprano María de la Felicidad García Sitches, conocida como La Malibrán al adoptar el apellido de su marido. 

La mezzo nació en París el 24 de marzo de 1808, y con tan sólo 6 años se presentó en público con la obra Agnese de Paer en Nápoles. Si bien continuó sus estudios musicales de la mano de su padre. Se dice de ella que a los ocho años sabía hablar perfectamente español, francés, italiano y alemán, idiomas que aprendió en las sucesivas estancias de su familia en estos países y que más tarde le serían de gran ayuda a la hora de poder cantar ópera en estos idiomas.

 Debutó con tan sólo diecisiete años, el 5 de junio de 1825 en el Teatro Real de Londres en el papel de Rosina de El Barbero de Sevilla de Rossini, obra que se representó ese mismo año en el Teatro de la Ópera de Nueva York, dirigido por aquel entonces por su padre. En aquella ciudad se casó con el banquero Eugene Malibran, a quien posteriormente abandonó en 1827 y regresó a Francia.

 Tras una breve estancia en México acompañando a su padre, en enero de 1828 debutó en París en el transcurso de una gala en la ópera de esta ciudad, donde cantó Semiramide de Rossini. Contratada en el Teatro de los Italianos, fue hasta 1832 la principal intérprete Rossiniana en Europa, a pesar de las rivalidades con la soprano Sontag. Este último año triunfó en los grandes escenarios de Italia.

Fue una actriz muy temperamental que supo adaptarse, tanto musical como dramáticamente, a los cambios de su época. En 1835 consiguió el divorció de su marido y se casó con el violinista y compositor belga, fundador de la escuela de Bruselas, Charles de Beriot (1802-1870). Un año después, estando actuando para los teatros de Londres, el 23 de Septiembre de 1836, un fatal accidente montando a caballo acabó con su vida cuando tan sólo tenía 28 años.

Las características de la voz de la mezzo eran resaltadas por todos sus contemporáneos, especialmente por Rossini, quien la llegó a calificar de “única”, ya que era capaz de alcanzar tesituras de soprano aguda a la vez que otras de contralto, todo ello dentro de una misma representación; además poseía un fuerte temperamento que la hacían una inmejorable intérprete en los papeles dramáticos que se le asignaban. En definitiva la Malibrán se convirtió en un símbolo del Romanticismo que perduró a lo largo de todo el siglo XIX.

Además de cantante también es notable su faceta de compositora, nos ha dejado una amplia serie de nocturnos, romanzas y canciones, entre ellas cabe destacar: La reveil d´un beau jour, La voix qui dit, Je t´aime, La village, La tarantelle, Les réfrains, Rataplán, La boyadére, La résignation, Le ménestrel, Enfants armes y Le retour de la Tyrolienne, entre otras muchas obras elogiadas por Berlioz, Schumann, Liszt y Debussy.

Otra de las hijas de Manuel del Pópulo García dedicada al canto, era la soprano Paulina García Sitches, conocida como La Viardot, al adoptar el apellido de su marido el director de teatro Luis Viardot (1800-1883).

Nació en París el 29 de Agosto de 1821 y siguió a su familia en su periplo europeo.

Su padre, siguiendo la tradición familiar, le procuró una magnífica educación musical desde muy niña, incluidas clases de piano primero en México de la mano de Marcos Vega, organista de la catedral y más tarde, de regreso a París, con el compositor Franz Liszt y de canto con su propio hermano Manuel.

Tras la muerte de su padre en 1832, cuando contaba once años de edad, se retira a Bruselas con su madre y continuará allí sus lecciones de canto.

Comenzó cantando como concertista, para realizar más tarde su debut en el género lírico con la ópera Otello, en la que interpretó la parte de Desdémona en el año 1839. A continuación pasó al Teatro de los Italianos de París, dirigido en aquel entonces por Luis Viardot, con quien contrajo matrimonio y de quien adoptó el apellido como nombre artístico. En dicho escenario (donde también triunfó su padre) ratificó su condición de artista con gran clase y sensibilidad, al margen de la completa formación musical recibida, que incluía el dominio del francés, el italiano y el inglés.

A partir de 1843 realizó una serie de giras por diferentes escenarios europeos, representando en la Gran Ópera de San Petersburgo La sonnambula, de Bellini, y del mismo compositor cantó la menos conocida I Capuleti ed I Monteschi en el Covent Garden de Londres. Este teatro se convirtió en uno de sus preferidos, y apareció regularmente en él hasta su retirada artística. Pero fue en París donde realizó sus actuaciones más importantes, entre las cuales destacan su personaje de Fides en Le prophète y el de Eurídice en la homónima ópera de Gluck, así como varios estrenos de los entonces jóvenes compositores franceses Saint-Säens y Massenet.

Se retiró de los escenarios en 1860, en pleno esplendor de su carrera y se estableció en su casa de París dedicándose a la composición, convirtiéndose con el tiempo en la amante y la musa del escritor Iván Turgueniev. Murió en la capital francesa en el más completo anonimato, un 18 de mayo de 1910 a los ochenta y nueve años de edad.

Las características de su voz eran extraordinarias debido al extenso registro de la misma que hacían de ella una cantante polifacética apta para la representación de cualquier papel que se le encomendase. Cantó como mezzosoprano, como soprano y contralto gracias a estar dotada de una voz de gran calidad que abarcaba una extensión de dos octavas y media, comprendiendo el registro que alcanza desde el Fa grave hasta alcanzar el Do agudo.

Además de cantante fue también compositora, como su hermana y su padre y nos ha dejado varias operetas, mazurcas (como Plainte d´amour, Faible coeur o Berceuse) y canciones líricas (como Adieu les beaux Jours, Aime-moi, Bonjour mon coeur, Déserpoir, Grands oiseaux blancs, La dance o Seize ans entre otras muchas obras). 

Junto a las facetas de cantante y de compositora, es destacable su interés por la docencia, ejercido no sólo en la enseñanza privada a la que se dedicó tras su abandono de los escenarios, sino también a nivel teórico, escribiendo diversos libros sobre el canto entre los que destaca  École classique de chant, publicado en 1861. 

Hija de Pauline será la soprano Louse Pauline Marie (1841-1918), quien también supo encontrar un hueco entre las más destacadas sopranos francesas del último tercio del siglo XIX.

Bibliografía:

 Si bien en cualquiera de las referencias bibliográficas, en líneas generales, podemos encontrar referencias a todos los miembros de la familia, hemos creído conveniente estructurarla entorno a cada uno de sus miembros.

 ·       Sobre Manuel del Pópulo García:

1.    Alonso, C., Manuel García (1775-1832). Canciones y caprichos líricos, ICCMU, Madrid, 1994

2.    Alonso, C., La música española en tiempos de Goya, RNE, Madrid, 1996

3.    Alonso, C., La canción lírica española en el siglo XIX, ICCMU, Madrid, 1997

 

·       Sobre Josefa Ruíz García:

1.    Pino Chica, E., Historia del teatro en Málaga durante el siglo XIX, Arguval, Málaga, 1985

 

·       Sobre Manuel Vicente García:

1.    García Tapia, A., Manuel García, su influencia en la laringología y en el arte del canto, Madrid, 1905

2.    Anónimo, Homenaje del ayuntamiento de Madrid a don Manuel García, Madrid, 1924

 

·       Sobre La Melibrán:

1.    Reparaz, C., María Malibrán (1808-1836). Estudio biográfico, Ministerio de Educación y Ciencia, Madrid, 1976.

2.    Fitz-Lyon, A., Maria Malibran: Diva of the Romantic Age, Souvenir Press, London, 1987

 

·       Sobre La Viardot:

1.    Zekulin, N.G., The story of an opereta: Le denier sorcier by Pauline Viardot and Ivan Turgenev, Otto Sagner, Munich, 1989.